«Golpeamos las paredes del camión y suplicamos que nos dieran agua», declara un superviviente
Monseñor Joe Vásquez, obispo de Austin (Texas) y presidente del Comité de Migraciones de la Conferencia Episcopal Estadounidense ha expresado el profundo dolor de los obispos del país tras la muerte de diez inmigrantes ilegales en el interior de un camión.
El domingo a mediodía, la policía descubrió a ocho personas –luego se ha sabido que todas eran varones adultos– muertas y otras gravemente deshidratadas y con golpes de calor en el interior de un camión aparcado fuera de un centro comercial en San Antonio (Texas). 20 personas, entre ellas niños en edad escolar, fueron ingresadas, y dos de los heridos (también adultos) fallecieron en las horas siguientes.
«Esta pérdida de vidas es trágica y evitable. Condenamos esta terrible explotación humana que ha ocurrido y sigue ocurriendo en el país», afirma monseñor Vásquez. Según testimonios de algunos de los supervivientes, el tráiler hizo varias paradas en los alrededores de Laredo, al sur de Texas, para recoger inmigrantes que ya habían cruzado la frontera de manos de traficantes y con la protección de miembros del cártel mexicano de los Zetas.
«Suplicamos que nos dieran agua»
Dentro del camión pudo haber en algún momento más de 100 e incluso cerca de 200 personas, según los mismos testimonios. No había refrigeración, y los inmigrantes se turnaban para respirar por el único lugar por el que entraba un poco de aire. «Golpeamos las paredes y suplicamos que nos dieran agua. Los niños lloraban. Entonces me desmayé», ha declarado ante las fuerzas del orden uno de ellos, Adán Lara Vega.
El conductor del camión, James Matthew Bradley, ha sido detenido y asegura que desconocía que dentro de su camión hubiera personas. Teóricamente, iba a Brownsville a entregar el camión a una persona que lo había comprado. Sin embargo, las paradas en Laredo y San Antonio no concuerdan con su recorrido. De ser condenado por tráfico de personas, podría enfrentarse a cadena perpetua o pena de muerte.
«En este momento, reflexionamos sobre las palabras del Santo Padre, el Papa Francisco: “La defensa de los derechos humanos no conoce barreras: estamos unidos en el deseo de asegurar una vida digna para cada hombre, mujer y niño forzado a abandonar su propio país”. Unidos, lloramos por las vidas perdidas y rezamos por estas personas y sus familias», concluye el comunicado.
Alfa y Omega
(Foto: REUTERS/Ray Whitehouse)