Los católicos de origen migrante también quieren acoger. La exhortación pastoral Comunidades acogedoras y misioneras les da pautas a ellos y a todos los católicos dispuestos a ayudar.
9 de mayo 2024.- Todas las semanas, Melani Flores recorre el madrileño barrio de Lavapiés junto a los voluntarios de Educadores de la Calle para escuchar a las personas afrodescendientes en el vecindario. «Es una oportunidad perfecta como migrante y agente pastoral», opina para Alfa y Omega esta mujer de origen peruano. «Muchas personas vinimos a España solas y queremos encontrar la fortaleza no solo en sentirnos acompañadas, sino también en acompañar», cuenta en los pasillos de la Conferencia Episcopal Española unos minutos después de haber concluido su intervención ante los medios. Allí compartió tribuna el pasado lunes con el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid y vicepresidente de la CEE, y Xabier Gómez, director de su Departamento de Migraciones, para presentar Comunidades acogedoras y misioneras, una exhortación pastoral para poner a punto la pastoral «con» migrantes y no solamente «para» ellos.
La labor que realizan los 15 miembros de Educadores de la Calle en torno a la parroquia de San Millán y San Cayetano es una prueba clara de cómo las personas a las que antaño se veía como meros beneficiarios se han sumado a la acogida digna. Aunque solo lleva tres años en España, Flores ha visto en salir a los demás el mejor camino para echar raíces. Durante su intervención en la sede de Añastro, Xabier Gómez suscribió y apoyó este tipo de iniciativas recalcando que «somos muy conscientes de que el futuro de la Iglesia en España es de mestizaje». «La diversidad cultural va a estar mucho más presente y hay que leerlo como una buena noticia», añadió.
Impulsado por Santos Urías, el párroco de San Millán y San Cayetano, el grupo al que pertenece Flores «es abierto, diverso y de muchas nacionalidades». «La mayoría de personas no son de aquí, pero también hay gente de España, religiosos y profesores», explica Flores. Considera que para entender su labor, hay que verla desde dentro porque «no es llevar algo material sino acoger con diálogo, escucha y empatía». Y aunque «ya hay muchas asociaciones» que trabajan con población vulnerable, «lo que ofrecemos es diferente porque es prestar atención y poner el oído». Como resultado, los vecinos con quienes trabajan «ya nos identifican como amigos».
El nuevo rostro de la Iglesia
Si en 2012 España contaba con tan solo 500 sacerdotes de origen extranjero, hoy superan los 1.500. Suponen el 9 % de los 15.669 que recogen las últimas cifras de la conferencia episcopal y, aparte de mantener las comunidades vivas, han amortiguado la creciente pérdida de vocaciones en un país donde hay 6.000 iglesias más que curas. Fruto de este relevo con ministros de otras naciones, como señaló el cardenal Cobo en la presentación de la exhortación pastoral, «la Iglesia ha cambiado su rostro». Pero no solo entre los clérigos o la vida consagrada, también con laicos como Flores o los jóvenes «cuando visito las parroquias en las confirmaciones y más de la mitad son migrados», compartió el arzobispo de Madrid.
Atender a este nuevo perfil de los fieles en España y, sobre todo, involucrarlo en la acogida de los demás es uno de los ejes centrales de Comunidades acogedoras y misioneras. Según detalló Cobo, en este documento de 70 páginas que pretende servir como «instrumento de trabajo» en todas las parroquias «se pide que contemplemos al migrante no solo como alguien que recibe sino que también tiene algo que aportar en la vida de la Iglesia».
Por tanto, no está dirigido exclusivamente a los delegados de Migraciones de cada diócesis. Tiene propuestas para los fieles de cualquier territorio dispuestos a hacer algo por cualquiera de las 7,5 millones de personas que viven en España pero que nacieron más allá de sus fronteras. «Queremos que, con este empujón y esta pedagogía, sea toda la Iglesia la que asuma el desafío de transformar vidas y comunidades», deseó además Xabier Gómez, director del departamento de Migraciones de la CEE.
A juicio de este dominico, el documento, aprobado en la última Asamblea Plenaria de la CEE y presentado esta semana al gran público, «es una llamada para toda la Iglesia». Y en vez de buscar «especialistas», resumió su gran objetivo en un mensaje muy claro: «Queremos que allí donde haya católicos haya una comunidad acogedora, inclusiva y misionera». Quien necesite un ejemplo, ahí tiene el de Melani.
RODRIGO MORENO QUICIOS
Alfa y Omega