Reabre la catedral de París cinco años después de arder. El escritor y actor Pierre Fesquet la revisita a través de siete mujeres.
5 de diciembre 2024.- El 15 de abril de 2019, Pierre Fesquet visitaba con su familia las playas del desembarco de Normandía. La gente empezó a mirar sus móviles con pánico. El suyo vibró: «Notre Dame está ardiendo». Pasaron una tarde «angustiosa» viendo la televisión y rezando por los bomberos que se arriesgaban —uno murió y dos policías— para sofocar las llamas. «Las imágenes nos partieron el corazón», comparte con Alfa y Omega. Allí había conocido a su mujer en junio de 1998, cuando pasaba «un momento muy difícil» y, saliendo de orar, se encontró con un amigo y algunos conocidos de este, entre los que estaba ella.
Fesquet, escritor y actor galo que ha dado vida a obras de Karol Wojtyla y Juan Pablo I, es consciente de cómo la catedral parisina ha sido clave en la vida de millones de personas durante siglos. Por eso, cuando el año pasado escribió un libro sobre la fe de la cantante Édith Piaf, que rezaba en el templo con frecuencia y tenía tres canciones sobre él —incluida Marie la Française, sobre una prostituta asesinada que soñaba con volver a verlo—, «pensé en todas esas mujeres célebres de la historia que iban a orar en él; pero también en las anónimas o las contemporáneas». Así nació su libro Notre Dame de las mujeres, publicado en Francia pocos meses antes de su reapertura, este fin de semana.
700 millones de euros ha costado la rehabilitación. Han ayudado 340.000 donantes.
2.000 trabajadores de 250 empresas han participado en las obras.
15 millones de visitantes se esperan al año en el templo. Antes del incendio eran 13.
Su recorrido empieza con Isabelle Romée, la madre de Juana de Arco. Después de que la joven fuera condenada por herejía y quemada viva en 1431, Isabelle «imploró a los eclesiásticos un proceso para anular» el juicio, con apoyo del Papa Calixto III y del rey Carlos VII. En 1455, en Notre Dame, dio testimonio de la inocencia de su hija en las vistas que finalmente la rehabilitaron. La catedral, testigo privilegiado de la historia, acogió asimismo la boda de Margarita de Valois, católica que aceptó casarse el 18 de agosto de 1572 con Enrique de Navarra, hugonote, para poner fin a 20 años de guerra de religión. Menos de una semana después, la matanza de san Bartolomé reanudó el conflicto hasta la conversión de él en 1593.
Durante «las horas oscuras de la Revolución francesa», Luis XVI y María Antonieta, «prisioneros en el palacio de las Tullerías», lograron permiso para ir a Notre Dame en febrero de 1790 con el propósito secreto de consagrar Francia a los Corazones de Jesús y María. Fesquet también retrata a Joséphine de Beauharnais, primera esposa de Napoleón y coronada con él como emperadores en este templo en 1804 ante el Papa Pío VII.
En este recorrido, sorprende descubrir a un personaje de ficción: la gitana Esmeralda, de Nuestra Señora de París, de Victor Hugo. No en vano el autor «escribió esta novela» en 1831 «para salvar el santuario de la ruina total», cuando tras los saqueos y vandalismo de la Revolución francesa y décadas de abandono, se hablaba de demolerlo. «Hay dos cosas en un edificio: su uso y su belleza. Su uso es del dueño, su belleza de todos. Por tanto, destruirlo es exceder sus derechos», escribió. Su obra convirtió la catedral en «el monumento emblemático de París». 13 años después comenzó la ambiciosa recuperación liderada por Eugène Viollet-le-Duc —autor de la célebre aguja que se derrumbó en 2019 y ahora reconstruida— y Jean-Baptiste Lassus. La catedral estaba «superiormente restaurada», anotó entonces Hugo, por quien hoy hay un renovado interés, asegura Fesquet. Incluso traza un paralelismo entre Esmeralda, «la primera de los personajes femeninos puros e idealizados» del autor pero «dañada por la llama impura» de quienes la desean y desencadenan su trágico desenlace; y «la piedra de la catedral, dañada por el incendio pero ahora otra vez blanca», como revelan las primeras imágenes tras la ímproba tarea de restauración.
Alegría común
El arzobispo de París, Laurent Ulrich —en la imagen, con Macron en Notre Dame el pasado viernes—, ha expresado en vísperas de la reapertura su deseo de que «estos días sean de comunión para todos». La Iglesia quiere «compartir la alegría con la mayor cantidad de personas posibles», ha subrayado, felicitándose de que para ellas asuma «un significado especial. Ella es en verdad Nuestra Señora de toda la humanidad».
El sábado y domingo el presidente Macron participará en la celebración de reapertura del templo y en la Misa inaugural con la consagración del altar mayor. Fue él quien horas después del incendio se comprometió a reabrirlo en cinco años. El proyecto no ha estado exento de tensiones entre la diócesis y el Gobierno y de polémicas entre los partidarios de la modernización y los de una reconstrucción idéntica, como ha sido. Fesquet está «satisfecho con el resultado».
Su obra concluye con Rose, de 25 años, miembro actual del coro y organista de Notre Dame. El capítulo también homenajea a las «muchas mujeres anónimas que participaron en la excavación de los fosos destinados a sus cimientos o se encargaron de las comidas en las distintas obras». Y, más en general, a las «cinco generaciones de parisinos» que ayudaron a «construir la morada de Dios» y a quienes le han devuelto su esplendor. Ahora «la catedral, resucitada, nos llama a la esperanza. Nos une en un momento en el que el país parece fracturarse».
MARÍA MARTÍNEZ LÓPEZ
Alfa y Omega