Mujeres supervivientes de la prostitución se han unido para pedir soluciones a la trata de personas. Sus demandas, entre las que se incluye penalizar a los consumidores de prostitución, llegarán a la ONU el próximo año de la mano de Jai Jagat España.
La prostitución «no es un trabajo de ningún tipo, sino una forma de violencia sexual». Así lo ha advertido la psicóloga alemana Ingeborg Kraus durante el Foro Internacional Desde Abajo, un encuentro organizado por la Plataforma Jai Jagat España en el que personas en diversos contextos de vulnerabilidad –manteros, trabajadoras del hogar, inmigrantes, exprostitutas…– han compartido sus testimonios de militancia y reunido una serie de demandas políticas que entregarán a la ONU en 2020.
«La vagina de una mujer pertenece a lo más íntimo de su ser y no puede ser usada como una herramienta ni se le puede dar a un extraño para que la use a su antojo», afirma Kraus. Especializada en psicotraumatología, esta doctora alemana trabaja desde 2011 con víctimas de trata, donde ha podido comprobar con sus propios ojos los trastornos que estas mujeres desarrollan tras ser explotadas.
Kraus, quien lanzó en 2014 un manifiesto de psicólogos alemanes en contra de la prostitución, habla con claridad: «Quienes la ejercen acaban desarrollando los mismos síntomas que las mujeres que han sido violadas». Normalmente estrés postraumático, un trastorno que, según la psicóloga, sufren la mitad de las mujeres que pasan por la industria del sexo.
Sin embargo, estos trastornos no suelen manifestarse en el momento. «Una mujer que está siendo prostituida puede pensar durante un tiempo que no tiene ningún problema», cuenta la psicóloga. Es un mecanismo de defensa llamado «disociación» con el que intentan dominar el estrés, distanciándose de la realidad. Para ello suelen ayudarse además de diferentes drogas como benzodiacepinas o el alcohol, omnipresente en los clubes de alterne, donde una de las obligaciones de las mujeres prostituidas es beber junto a sus pagadores.
Pero tarde o temprano los sentimientos reprimidos golpean con fuerza. Así le sucedió a la también alemana Sandra Norak, una mujer que ejerció la prostitución en su país natal de 2008 a 2014 que, al igual que los representantes de 20 asociaciones reunidas en el Foro Internacional Desde Abajo, se ha implicado en la militancia política para que otras personas no pasen por lo mismo que ella.
Norak comprendió que debía abandonar la prostitución cuando, fruto del terrible daño psicológico que había sufrido en los clubes, no podía respirar ni caminar. «Cuando estás en esa situación no eres consciente del daño que te han hecho. Te das cuenta después, en el momento en que lo dejas», confiesa. Aunque, paradójicamente, considera que aquel colapso fue su «salvación» porque «al estar totalmente destruida» y ser incapaz de satisfacer las demandas de sus explotadores, pudo abandonar el burdel en el que ella hacía lo que consideraba un trabajo.
Supervivientes, no víctimas
Tras escapar del mundo de la prostitución, Sandra Norak empezó una nueva vida. Actualmente está terminando la carrera de Derecho en Alemania y dedica su tiempo a desmontar el sistema de la prostitución en eventos como el Foro Internacional Desde Abajo. «Las asociaciones que tienen voz en el foro sufren directamente las consecuencias de las injusticias. No es cuestión de llevar solo a mujeres para decir “qué mal lo hemos pasado”. Son supervivientes que están asociadas como militantes para luchar contra las causas que originan estas situaciones», opina Corina Fuks, representante de la Plataforma Jai Jagat España.
Pero la tarea de divulgación y compromiso político es especialmente difícil para mujeres como Norak porque, tras haber sido explotadas, a menudo el estigma las paraliza. «Es muy difícil para ellas asociarse, porque están dañadas mental, física y emocionalmente», advierte Fuks.
Aun así, esta alemana recorre los institutos de su país para alertar a las jóvenes del riesgo de ser captada por unos proxenetas. «Están en verdadero riesgo porque en Alemania el Gobierno dice que la prostitución es un trabajo como cualquier otro. Y es muy fácil para las chicas más vulnerables acabar siendo víctimas de tráfico de personas», cuenta.
Conscientes de ello, los proxenetas tratan de aprovecharse de la visión ingenua de la prostitución que tienen las adolescentes para captarlas a una edad muy temprana. Para ello utilizan el método lover-boy, una artimaña que Sandra Norak conoce bien. «Los traficantes buscan en internet o enfrente de los colegios a menores de edad y empiezan con ellas una relación romántica sin hablarles para nada de prostitución», explica Norak.
Así, mientras son jóvenes, es más fácil seducirlas y engañarlas. Para cuando cumplen la mayoría de edad, el vínculo afectivo ya está formado y pueden chantajearlas. «Les dicen que tienen muchas deudas y que, si no les ayudan a pagarlas, quizá las maten», cuenta la alemana. Después, los proxenetas ponen en contacto a las chicas con desconocidos dispuestos a pagar por acostarse con ellas «y como están enamoradas y la prostitución no es en Alemania un obstáculo para hacer dinero, entran en ese mundo».
También los varones son captados al mundo de la prostitución a una edad muy temprana pero, en su caso, como compradores. A esto contribuye en gran medida la pornografía, que sirve como caballo de Troya para la industria del sexo. «Es prostitución filmada a la que el hombre se engancha, después quiere experimentar las imágenes que ha visto», protesta Ingeborg Kraus. Un vicio en el que, según una investigación de la Universidad de las Islas Baleares, la edad media de inicio para los adolescentes varones son los 14 años. «Cuando un chaval normaliza ver a una mujer siendo humillada, dinamitas sus relaciones afectivas», advierte Corina Fuks. A largo plazo, «su sexualidad está tan destruida y disociada de la parte afectiva que paga para tener sexo como lo vio en el porno».
Suecia vs. Alemania
Países como Suecia ya han optado por criminalizar la demanda de prostitución, una medida que el Parlamento Europeo recomienda como el mejor método para prevenir el tráfico de personas. Diez años después de que la ley entrara en vigor, en 1999, el número de compradores de sexo ha descendido del 13,6 % a menos del 8 % de la población.
Mientras tanto, países como Alemania y Holanda llevan años apostando por la regularización de la prostitución, una decisión que les ha llevado a ser popularmente conocidos como los burdeles de Europa.
«Cuando legalizas tienes una gran demanda y los compradores pueden hacerlo sin problema», diagnostica Sandra Norak. Como consecuencia, se estima que casi millón y medio de alemanes visitan cada día los burdeles del país. Algo que, aparte de denigrar la dignidad de las 200.000 mujeres atrapadas en el mundo de la prostitución alemana, ha desatado una guerra de precios entre los clubes, quienes llegan a ofrecer tarifas planas u ofertas en las que se puede estar con una mujer por solo cinco euros.
«El intento de regular la prostitución es un experimento totalmente fracasado que ha convertido Alemania en un infierno para las mujeres», considera Ingeborg Kraus. Desde 2002, año en que la medida se puso un marcha, el número de prostitutas en el país ha aumentado en un 30 %. Además, tras la regularización, «los hombres son mas violentos con las prostitutas, porque ya no están avergonzados de lo que están haciendo y lo sienten como un derecho», añade la psicóloga.
En el caso español, donde la prostitución es alegal, la falta de una legislación firme impide que la Policía pueda tomar medidas contra los clubes de alterne porque, teóricamente, las mujeres que están allí se limitan a hablar con los clientes para que consuman más alcohol. Además, lo que suceda en sus habitaciones (que ellas mismas pagan) no es responsabilidad de los proxenetas aunque se lucran con ello. «Se equipara así a la persona que tiene un restaurante con el que el que tiene un club donde las mujeres están siendo violadas a cambio de unos pocos euros. Es macabro y perverso», denuncia Fuks.
Tras analizar estos hechos en diferentes mesas de trabajo, los participantes en el Foro Internacional Desde Abajo han llegado a una conclusión clara y concisa. «Necesitamos un modelo abolicionista para la prostitución, porque consideramos que es una forma de esclavitud y violencia sexual», resume Fuks. Para conquistarlo, ya han convocado una marcha para 2020 con la que recorrerán España desde Ceuta a la frontera con Francia.
Rodrigo Moreno Quicios
Imagen de portada:
Las mujeres en el mundo de la prostitución acaban desarrollando trastornos de estrés postraumático similares a los de víctimas de violaciones o excombatientes.
(Foto: José Ramón Ladra)