El 7 de octubre de 1649, Navalcarnero fue testigo del acontecimiento más importante de toda su historia: las velaciones del rey Felipe IV con su sobrina la archiduquesa Doña Mariana de Austria.
El agradecimiento de Felipe IV por haber tenido lugar en Navalcarnero su Real Casamiento fue la concesión del privilegio, fechado en Madrid, el día 4 de junio de 1651, por el que otorgaba a la villa la merced de que pudiera llamarse «La Villa de Villa Real de Navalcarnero». El título de «Villa» ya le había sido otorgado a Navalcarnero en el año 1627, al emanciparse de Segovia. Con motivo de la Boda Real conseguía de Felipe IV poder añadir a su nombre el de «Villa Real». Es, por tanto, doblemente «Villa».
La cédula real de la concesión decía lo siguiente:
“Por e teniendo consideración a la ocasión de haber celebrado mi Real Casamiento con la serenísima Reina Doña Mariana de Austria mi muy cara y muy amada mujer en la Villa de Navalcarnero, y por haber ella recibido el honor y porque haya memoria dello he tenido por bien de hacer la merced como por ésta se la hago de que de aquí adelante perpetuamente, para siempre jamás la dicha Villa de Navalcarnero, se pueda llamar e intitule y la hago, e intitulo, La Villa de la Villa Real de Navalcarnero. Y con esta conformidad mando que sea tratada por escrito y de palabra y a los del mi Consejo, Presidente y oidores de las mis audiencias y chancillerías y otros cualesquier mis jueces y justicias y personas de todas las ciudades, Villas y lugares desto mis Reinos y señoríos que guarden y cumplan y hagan guardar y cumplir ésta mi Cédula y lo en ella contenido. Fecha en Madrid a 4 de junio de 1651. Confirmada de S.M. Refrendada y señalada de los dichos”.
En conmemoración de uno de los principales hitos en su historia: los esponsales del rey Felipe IV con Mariana de Austria, El Ayuntamiento de Navalcarnero promueve, un año más, la celebración, los días 29, 30 y 31 de agosto, de un mercado muy especial: el Real Mercado ‘Siglo de Oro’ declarado Fiesta de Interés Turístico Regional. Para ello, las calles del centro del municipio se engalanan con pendones y tapices de color púrpura y se llenan con espectáculos de todo tipo. Durante estos días el pueblo agasaja a sus majestades, encarnadas por dos actores, y podrá disfrutar de espectáculos teatrales, música, títeres, pasacalles, hípica, equitación, espacios infantiles, desfiles y degustaciones gastronómicas y de vinos locales.
Este festejo es, además, el preludio de las fiestas patronales, que se celebran cada año en la primera quincena de septiembre en honor a Nuestra Señora de la Concepción.
Fiestas patronales
Navalcarnero, situado en el valle del Guadarrama, con el tañer de sus campanas es despertado a la alegría, ilusión y sentimiento para adorar a su Señora; sí, en septiembre Navalcarnero estalla en fiestas en las que se mezclan el fervor religioso con sus tradiciones.
Las fiestas patronales se celebran cada año en la primera quincena de septiembre. El día grande es el 8 con la tradicional Procesión de la Imagen de Nuestra Señora de la Concepción. El día anterior se puede disfrutar de la quema de unos espectaculares fuegos artificiales.
Durante estos días no se olvida a los más pequeños que pueden disfrutar de diversas actividades como el chiquitren, pasacalles de gigantes y cabezudos, juegos recreativos.., ni a los más mayores pues el día 5 de septiembre tiene lugar el Homenaje a la Tercera Edad. Y durante estos días se puede degustar la “Caldereta de toro”.
Capítulo aparte merecen los festejos taurinos, sobre todo sus tradicionales encierros nocturnos cuyo origen se remonta al 7 de Octubre de 1.649, fecha en la que se trajeron 16 toros para las capeas con motivo de las velaciones del Rey D. Felipe IV y Dª Mariana de Austria.
A partir de 1.650, se consiguió permiso real para celebrar una corrida anual de toros el día 9 de Septiembre, privilegio concedido poquísimas veces. En esta época, sólo se celebraban corridas de éstas, con motivo de faustos acontecimientos. Hasta el último tercio del siglo XVIII, apenas si se daban estas fiestas fuera de Madrid: Sevilla, Ronda, Jerez y alguna otra población andaluza.
Navalcarnero fue seguramente el germen que desarrolló el deseo y la afición a las corridas de toros en los pueblos.
Estas fiestas se generalizaron en el siglo XIX, aunque sean muy antiguas las que consistían en soltar por las calles de los pueblos unas vaquillas que llevaban atada una cuerda a los cuernos.
Los vecinos de Navalcarnero son aficionados a los toros y no conciben sus fiestas patronales sin corridas de toros y sus encierros correspondientes.
Historia de Navalcarnero
La Villa Real, se encuentra situada al Suroeste de la Comunidad de Madrid, de cuya capital dista unos 31 Km. por autovía. El término municipal tiene una extensión de 100,2 km2. Y su altitud media es de 670 m sobre el nivel del mar. Linda al norte con Sevilla la Nueva y Villaviciosa de Odón, al sur con El Álamo, y con la provincia de Toledo, al este con Móstoles, Moraleja de Enmedio, Arroyomolinos y Batres; y al oeste con Villamanta. Tiene un clima mediterráneo continental, con veranos muy calurosos e inviernos muy fríos.
Navalcarnero nació y creció bajo la dependencia de la ciudad de Segovia, que a finales de la Edad Media era una de las capitales más importantes de Castilla. Durante largos periodos de tiempo su alcázar sirvió de corte a la Casa de Trastámara, cuyos reyes –en especial, Enrique IV— favorecieron el desarrollo de la ciudad con multitud de privilegios. Fue entonces cuando se pusieron las bases de una potente industria pañera, que daría justa fama a sus pobladores.
Desde los inicios de la Reconquista la ciudad era propietaria de un amplio territorio que se extendía a ambos lados de la Sierra, en el que desplegaría una progresiva acción repobladora. Fruto de este afán organizador nacería en el siglo XIV la conocida como Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, dividida a su vez en porciones o sexmos de terreno.
El término donde fue fundado Navalcarnero, el 10 de octubre de 1499 por la ciudad de Segovia, era conocido como la “Perdiguera”. Sin embargo a la nueva población no se le pondría este nombre, sino el de “Navalcarnero”, nombre de un término existente a unos 7 Km. de distancia en dirección a Brunete, por donde ahora se asienta la población de Sevilla la Nueva, que entonces no había sido fundada. A partir de ese momento, los lugareños denominarían Navalcarnero el Viejo al término que ostentaba ya ese nombre y Navalcarnero o Navalcarnero el nuevo a la nueva población fundada por Segovia.
El hecho de que Segovia eligiese un topónimo diferente al del término donde se hallaba la nueva población, pretendía suscitar confusión y menos recelos entre los señoríos cercanos, ya que fueron muchas las dificultades que tuvo la nueva puebla para sobrevivir a los continuos impedimentos que pusieron a su desarrollo los señoríos vecinos.
Las aproximadamente 24 personas que el 10 de Octubre de 1499 fundaron esta localidad poco podrían imaginarse que poco menos de un siglo después, en 1627 Navalcarnero se convertiría en un ente propio al desvincularse de Segovia. Y mucho menos serían capaces de reconocer el aspecto que presenta a día de hoy. Mucho ha cambiado Navalcarnero en estos más de 500 años de historia.
Atractivos turísticos
Navalcarnero es una Villa por descubrir. Su particular gastronomía deja su huella en el sobrenombre que tiene el municipio: “tierra del vino, del garbanzo y del cordero”. Muy destacados son sus asados, conjunción del arte de los hornos y la calidad de los corderos locales. En general, la forma más frecuente de asar los lechazos es con el aditivo de manteca de cerdo. El garbanzo, cuyo sabor particular se debe a las peculiares características físico-químicas de los suelos en los que se cultiva, se convierte en el ingrediente imprescindible para llevar a buen fin la afamada “Olla del Segador” , una variedad del genuino cocido madrileño. La caza menor, a la que son muy aficionados buen número de vecinos, proporciona sabrosos platos: conejo con patatas y setas de cardo, conejo o liebre con judías, perdices escabechadas. Estos platos son habituales en la mayor parte de los restaurantes que pueblan el casco antiguo.
Además de su singular gastronomía, Navalcarnero tiene lugares que merecen ser visitados: La Plaza del Teatro, Iglesia Parroquial Ntra. Sra. de Asunción, . Plaza de la Veracruz, Plaza de Segovia, Plaza de la Puerta del Sol, Museo del Vino, Plaza de Alonso Arreo, Casa de la Lonja, Casa de la Cultura, Casa de la Cadena
Especialmente importante es el Centro de Interpretación de Navalcarnero (CINC). Se ubica en una casa de labranza, que ha sido rehabilitada y que conserva perfectamente la estructura tradicional, contando con espacios bien definidos tales como la vivienda, la bodega, el patio, la cuadra o la cueva.
El centro, que dispone de un espacio expositivo de aproximadamente 1000 metros cuadrados, distribuidos en 10 ámbitos distintos, ofrece a los vecinos y visitantes una aproximación a la historia y a la cultura de la localidad, así como a la estructura social y territorial del municipio, “haciendo más comprensible su configuración actual”.
La visita al centro tiene una duración aproximada entre 45 y 60 minutos, y consta de episodios como Navalcarnero, un patrimonio para descubrir; De lugar a Villa; Del campo, el sustento; La villa; El siglo XVII; Fiesta y devoción; Tierra de vinos; o ¿Quieres saber más? Todo un recorrido por la tradición navalcarnereña. El lugar es también un centro de recepción de visitantes, “al que podrán dirigirse tanto aquellas personas que quieran conocer Navalcarnero antes de realizar una visita al municipio, como aquellos que quieran profundizar en el conocimiento de sus monumentos, lugares y edificios históricos”.
Entre los múltiples panelados, decorados, proyecciones, animaciones y otros recursos previstos, destaca el espacio escenográfico denominado “Cerca de la Corte”, que trata del siglo XVII, una de las etapas más prósperas del municipio, a través de los acontecimientos relacionados con las bodas reales de Felipe IV y Mariana de Austria celebradas en la villa.
Otros de los espacios más emblemáticos es la bodega, cuyo ámbito se denominará “Tierra de vinos”. En él, también a través de un espectáculo audiovisual y escenográfico, se recrea una escena característica del siglo XIX con referencias al siglo XVIII. A través de ella se explicará tanto la importancia del vino en la economía local y la tecnología asociada a los procesos de producción de éste, como el contexto sociocultural en el que se desenvuelve esta sociedad que nada entre la tradición y la modernidad.
Cuevas
Desde hace siglos forman parte de la arquitectura “oculta” de la villa de Navalcarnero. Nada se conoce del origen histórico de esta costumbre constructiva asociada a la conservación de los alimentos y, en especial, del vino, producción agrícola tradicional en esta zona de la provincia de Madrid.
En el Catastro de Ensenada, realizado en 1753, se inventariaron un total de 139 cuevas distribuidas en el casco urbano de la población. Es muy probable que una parte importante de ellas se conserve en la actualidad, a pesar de los derrumbes que se han producido provocados intencionadamente para construir nuevas viviendas con garajes subterráneos..
Esta peculiar arquitectura excavada se vio favorecida por el terreno arenoso sobre el que se asienta el núcleo urbano de Navalcarnero. Fueron fabricadas a mano, sin el uso de las modernas herramientas mecánicas. En algunos casos sus muros y bóvedas fueron reforzados con hiladas de ladrillo. Se distribuyen en estrechas y tortuosas galerías en cuyos laterales se abren unos pequeños espacios (capillas) donde se situaban las tinajas que servían para conservar el vino. Otra parte importante de las cuevas, son las chimeneas de ventilación, las cuales cumplían una doble función: mantener las peculiares condiciones climáticas de su interior; y ventilar las condensaciones de los gases producidos por la fermentación del vino. En ocasiones, estas cuevas comunicaban con pozos de agua que abastecían a sus propietarios.
Su desarrollo en planta y altura es totalmente anárquico. La mayoría de las veces las cuevas superan los límites de la casa y del solar donde se encuentra su entrada, invadiendo terrenos de otros propietarios privados o públicos. En otros casos, las galerías se superponen en diferentes niveles formando un entramado caótico que se extiende por todo el subsuelo de Navalcarnero. En otro tiempo estuvieron comunicadas entre sí, permitiendo atravesar la población de punta a punta y sirviendo de refugio en momentos puntuales.
Las condiciones de temperatura y humedad de estos espacios, con escasas variaciones a lo largo del año, no sólo han permitido la conservación ideal de los vinos almacenados en las tinajas, sino también de su propia arquitectura, muy sensible a los cambios extremos.
Este microclima ha favorecido también el uso de estos espacios como improvisadas fresqueras que mantenían los alimentos perecederos en óptimas condiciones. Las cuevas fueron un monumento al trabajo e imaginación de los vinateros para conservar sus caldos en debidas condiciones de temperatura y reposo. En sus rincones se esconden también, secretos bien guardados, encuentros placenteros, alegrías, penas y anécdotas infinitas. En la actualidad se puede visitar una de estas galerías en el Museo del Vino de Navalcarnero, así como en el Centro de Interpretación Turístico de la Villa.