El Arzobispo Metropolitano de Armagh y Primado de toda Irlanda, recordando el 9 de agosto, 75 aniversario del bombardeo atómico, dijo que las bombas de Nagasaki e Hiroshima fue uno de los peores ejemplos de lo que los humanos podemos llegar a hacernos los unos a los otros.
«El desarrollo de la energía atómica para la guerra y la posesión de armas atómicas es inmoral e incompatible con nuestra fe», dijo Monseñor Eamon Martin, Arzobispo Metropolitano de Armagh y Primado de toda Irlanda, recordando ayer, 9 de agosto, el 75 aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Nagasaki. «La bomba de Nagasaki y la bomba de Hiroshima, lanzadas tres días antes, siguen siendo consideradas por muchos como uno de los peores ejemplos de lo que los humanos podemos hacernos unos a otros», dijo el prelado.
«Sin embargo, varios países siguen poseyendo, desarrollando o probando armas de destrucción masiva. Recordando, pues, los llamamientos a la paz lanzados por el Papa Francisco durante su viaje apostólico al Japón en noviembre pasado, el arzobispo Martin hizo suyas las palabras del Papa: «Es incompatible tratar de construir y mantener la paz sobre el temor a la destrucción mutua o la amenaza de la aniquilación total.
El Primado de Irlanda también denunció el despilfarro de dinero en la carrera armamentista, en un mundo en el que «millones de niños y familias viven en condiciones inhumanas». De ahí la exhortación a «no ver nunca la violencia como una forma de resolver las diferencias y realizar las aspiraciones». Debemos «rezar y trabajar cada día por la abolición de las armas nucleares», concluyó Monseñor Martin, «por la conversión de los corazones y por el triunfo de una cultura de la vida, la reconciliación y la fraternidad». La nota del prelado concluía con el texto de la «Oración Simple» atribuida a San Francisco de Asís.
Isabella Piro (Ciudad del Vaticano)