El Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York habla ante la Comisión de Desarme de la ONU y reitera la necesidad de «promover una paz duradera», partiendo siempre de la «protección de los derechos humanos fundamentales» y la «búsqueda de la justicia». El Arzobispo alerta sobre «el desarrollo y uso de sistemas de armas letales autónomas».
4 de abril 2024.- Sólo teniendo presente siempre la defensa de la dignidad humana y el objetivo de perseguir el bien común podremos evitar caer en el riesgo del ‘paradigma tecnocrático’, en palabras del Papa Francisco, es decir, de creer que «todo progreso tecnológico es inherentemente legítimo y meritorio.» Monseñor Gabriele Caccia, Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, habla sobre las tecnologías emergentes con motivo de la apertura del grupo de trabajo II dedicado al tema en la Comisión de Desarme de las Naciones Unidas, con motivo de la 78ª sesión de la Asamblea General en Nueva York.
El riesgo vinculado a LAWS
“El verdadero progreso – explica Caccia, citando el mensaje de Francisco para la 57ª Jornada Mundial de la Paz – sólo puede encontrarse en la aplicación de las tecnologías emergentes a la búsqueda de la justicia y la paz, y no a la agravación de las desigualdades y los conflictos”. Por lo tanto, el Arzobispo subraya cómo, en el ámbito militar, «el desarrollo y el uso de sistemas de armas letales autónomas (LAWS) sin un control humano adecuado plantearía problemas éticos fundamentales, dado que los LAWS nunca pueden ser sujetos moralmente responsables y capaces de respetar el derecho internacional humanitario».
Construyendo una paz duradera
Por tanto, el Arzobispo reitera la preocupación del Papa que, nuevamente en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2024, pidió «garantizar una supervisión humana adecuada, significativa y coherente de los sistemas de armas». Sin tener en cuenta las preocupaciones relacionadas con la existencia humana, la protección de los derechos humanos fundamentales y la búsqueda de la justicia, concluye el Arzobispo, «será difícil generar confianza de una manera que promueva una paz duradera».
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