El arzobispo de Toledo: La diferencia de Francisco es su experiencia en Latinoamérica
(ZENIT – Roma).- El arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, en una reciente entrevista a ‘unomásdoce.com’ consideró que el papa Francisco no ha cambiado la doctrina de la Iglesia respecto a los anteriores Pontífices, pero que la gran diferencia está en la experiencia pastoral que tuvo en Latinoamérica. Sobre los refugiados que llegan a Europa señaló que con el viaje apostólico a Lesbos demuestra que él va donde está el problema, no es que lo vaya a solucionar pero “nos está indicando que atendamos bien a los refugiados”. Reproducimos aquí para nuestros lectores dos de las respuestas a la entrevista realizada por nuestro colaborador, el sacerdote Juan Francisco Pacheco.
Vd. Ya ha tenido ocasión de estar varias veces con el papa Francisco. ¿Cuál cree que es el aspecto pastoral al que más nos interpela?
— Está claro que el Papa, desde el punto de vista doctrinal, es lo mismo que los anteriores Papas; pero ha vivido una experiencia pastoral en Latinoamérica, en concreto, no sólo por haber sido arzobispo de Buenos Aires, sino todo lo que significa el CELAM y la Iglesia Iberoamericana que le da un plus de decir: “Vale. Sabemos esta doctrina. Ahora hay que ponerla en práctica”. Yo creo que esa es la diferencia; es decir: no es una persona que no es que esté en el activismo porque cuando ves que antes de celebrar la Misa a las 7 de la mañana hace dos o tres horas de oración, pues no es un activista que dice “Vamos a lanzarnos”.
Lo que sí es verdad es que está diciendo: Todo esto que tenemos y que es tan bueno y que hemos recibido de Benedicto XVI, de Juan Pablo II, de Juan Pablo I, de Pablo VI, de Juan XXIII, de Pío XII, etc. Ahora es un momento donde nos jugamos tanto que tenemos que ponerlo en práctica porque si no todo se queda en agua de borrajas.
Y además porque de ese modo, como él dice, no somos autorreferenciales y lo ponemos al servicio de los demás. Y a ver todos los temas desde todos los ángulos sin dejar el rigor doctrinal pero hay ese otro aspecto en el que quizá estábamos un poco más dormidos.
Además, como también había hecho Juan Pablo II al decir que no tenemos que tener ningún complejo; el papa Francisco nos está diciendo a los católicos que tenemos algo que ofrecer y no tenemos que tener ningún complejo. Y por eso podemos decir que él se embarca en realidades que nos sorprenden para los años que tiene y que no nos sorprende porque es un hombre del Espíritu del que se deja llevar y eso no deja de ser un ejemplo para los demás Pastores.
El tema de los refugiados está generando polémica social. El Papa ha estado en Lesbos enviando un claro mensaje a Europa sobre esta situación. ¿Cómo cree que tenemos que afrontar este problema?
— Se trata de un gesto típico del papa Francisco. Va donde está el problema y no es que lo vaya a solucionar pero ofrece una iluminación. El Papa nos está indicando que hay que solucionar el problema y que atendamos bien a los refugiados.
El hecho de tantos refugiados que se embarcan desde Turquía hacia la isla de Lesbos de esa manera tan peligrosa y que ha dado lugar a tantas muertes es un aldabonazo en la conciencia de los pueblos y curiosamente mucha gente de Europa y de España no podemos acoger refugiados porque no vienen, porque no están aquí.
Podríamos paliar algo de ese sufrimiento pero lo que habría que solucionar es el tema de Siria, el tema de Iraq, etc.
El Papa es muy lúcido y ya dijo desde el inicio que hay una especie de III Guerra Mundial que no es la misma que las dos anteriores donde había trincheras. Él hace lo que puede y es admirable.
Entrevista completa
Mons. Braulio Rodríguez: “ningún político está a la altura cuando se trata de abordar la cuestión de la familia”
Por Juan Francisco Pacheco
Tras una dilatada trayectoria pastoral en tres diócesis castellano-leonesas la Providencia le ha llevado a ocupar el puesto 120 en la lista histórica de los arzobispos de Toledo. Su afabilidad y trato personal ha provocado que muchos le califiquen como “un obispo de calle”. No disimula su constante tesón por conseguir una Iglesia con profundos objetivos pastorales que produzca la efectiva colaboración entre todos sus miembros.
Braulio Rodríguez Plaza (Aldea del Fresno, Madrid, 1944) nos recibe en su despacho de la toledana calle Arco de Palacio mientras suenan las campanas que marcan la hora en la vecina Catedral Primada. De entre los diversos temas de profunda actualidad uno de ellos le produce notoria satisfacción: el proyecto en favor de la Mujer y la Vida que él mismo ha inaugurado y que promete frutos abundantes en consonancia con la “posición de salida” del Papa Francisco en la búsqueda del encuentro con cada persona.
Juan Francisco Pacheco .- Unomasdoce: ¿Cómo son sus recuerdos de los primeros años de ministerio sacerdotal como formador del Seminario Diocesano de Madrid?
Yo estaba como sacerdote, como cura-ecónomo se llamaba entonces, en la parroquia de San Fulgencio que ahora está unida a otra que se llama San Bernardo y tras haber hecho un recorrido ministerial como sacerdote en Cubas de la Sagra durante cinco años y dos como vicario parroquial en San Miguel, una parroquia muy populosa casi en Carabanchel, junto al río Manzanares además de mi ausencia durante dos años por estudios en Jerusalén, en la “École Biblique”. Y en mi vuelta a esa parroquia, tras dos años, pensó el arzobispo D. Ángel Suquía que yo podía ofrecer algo como formador en un equipo que ya estaba hecho y que entrara en ese equipo. Fueron tres años y lógicamente yo nunca había sido formador y por tanto no son comparables a los años en que eres formando. Pero sí es cierto que me encontré con un grupo numeroso de seminaristas y la relación con ellos fue muy distinta a la que yo pude tener con mis formadores de la época anterior; porque era, por un lado, una cercanía muy grande pero, por otro, había que dejar claro que yo era el formador y no era un amiguete.
Éramos un grupo de formadores que teníamos una reunión semanal y teníamos bastantes diferencias entre nosotros. Cada semana nos reuníamos los formadores con el rector porque las comunidades del Seminario de Madrid estaban en distintos lugares de la ciudad. No fueron años fáciles pero, sin embargo, a mí me ayudaron mucho.
.- Unomasdoce: ¿Esperaba el nombramiento de obispo de Osma-Soria?
En absoluto porque nunca entró en mi mente. Lo único que puedo decir de esos momentos previos a que me llamara el Nuncio es que algunos me decían: “Prepárate que vas a ser obispo” pero son de esas cosas que uno entiende a posteriori. En esos momentos yo seguía mi vida normal; ciertamente había habido nombramientos de obispos auxiliares en Madrid pero para mí era una cosa que no me concernía y no entraba, de hecho, en mis preocupaciones.
También puedo decir que fue una sorpresa enorme de tal manera que yo lo viví intensamente porque era una cosa tan absolutamente novedosa, comparable a los primeros días después de la ordenación.
Aunque yo tenía ya claro que la vida del obispo es una vida exigente y de mucha ejemplaridad; no digo que yo fuera ejemplar sino de mucha ejemplaridad
.- Unomasdoce: ¿Cómo fueron los primeros años de obispo?
Yo noté el cariño de la gente que te daban las gracias por haber aceptado. Es cierto que fui a una diócesis muy concreta donde hacía poco tiempo que habían cambiado a mi antecesor, D. José Diéguez y que estuvo muy poco también. Fueron unos primeros meses muy agradables, muy hermosos. Hubo un deseo muy grande de recibirme, de ayudarme.
Como era invierno, Osma-Soria tiene fama de ser fría, pero en absoluto hubo ninguna frialdad del tipo del corazón y de la cercanía de la gente. La verdad es que yo disfruté porque después de esos tres años de no estar en parroquia, porque estaba en el Seminario, el hecho de volver a la vida del ministerio directo, aunque fuera como obispo (a veces no me enteraba que era obispo), hizo que fueran unos meses muy grandes y muy hermosos.
.- Unomasdoce: Tras su paso por Osma-Soria llegaría el nombramiento para obispo de Salamanca. ¿Qué aspectos más notables resaltaría de este segundo nombramiento episcopal?
Primero: una pequeña dificultad psicológica; no por el hecho de ser Salamanca, sino por cambiar de diócesis. Me costó un poco admitir pero, una vez que tomé posesión, lo que me parecía muy importante era conocer toda la realidad: tanto de parroquias como de sacerdotes; de poder hablar directamente con ellos. Siempre lo he hecho así en todas las diócesis: encontrarme con cada arciprestazgo en un día, rezar juntos y comer para poder hablar de Pastoral.
Me di cuenta que era importante la pastoral juvenil y familiar que, aunque existían movimientos “familiaristas”, era algo muy necesario y también la pastoral vocacional puesto que se estaba viendo una necesidad cada vez más grande. Era necesaria una dinámica de pastoral vocacional y una ambientación.
Por otro lado la gente tenía ideas muy trastocadas del número de sacerdotes por aquello de que en Salamanca siempre había muchos sacerdotes; pero que no eran necesariamente sacerdotes de la diócesis salmantina sino que estaban estudiando o estaban de paso.
La relación que tuve con la Universidad Pontificia era un poco atípica puesto que se trata de una universidad que casi la hilvanó el que luego sería el cardenal Pla y Daniel y el obispo Barbado Viejo fue el que la impulsó. Y por las circunstancias eclesiales que ocurrieron a finales de los años 60 y principios de los 70 había como una cierta separación entre la Universidad Pontificia y la diócesis de Salamanca y eso no me gustaba. Hablábamos muchas veces de la pastoral universitaria en la que se hizo mucho esfuerzo. Pasados unos años pasé a ser vice-Gran Canciller y ciertamente había una cierta extrañeza en que no fuera el obispo de Salamanca el Gran Canciller. No es que yo lo quisiera o deseara pero cuando había algún Congreso se sorprendían de que no fuera el Gran Canciller.
Y también, como ocurría en Osma, subrayar que somos Pueblo de Dios y que todo cristiano tiene su responsabilidad. Eso, a veces, costaba mucho pero creo que muchos seglares en Salamanca lo entendieron y, a pesar de dificultades de otro tipo, fue una de las cosas más bonitas junto con el conocer y el hablar con los sacerdotes y estar muy cerca de ellos.
.- Unomasdoce: A continuación: llegaría el momento de ocupar la sede vallisoletana.
Muchos sacerdotes me decían que era normal que llegara ese nombramiento puesto que ya llevaba un tiempo en Castilla y León y que un servidor conocía la diócesis de Valladolid y al arzobispo D. José Delicado a quien sustituí.
La anécdota del nombramiento como arzobispo de Valladolid fue que me enteré en la JMJ de Toronto cuando estaba descansando con un compañero mío, también obispo, que conocí en la “École Biblique” de Jerusalén. En ese momento me llama el Nuncio diciendo que tenía que aceptar ser obispo de Valladolid.
Al llegar a Valladolid, yo conocía muy bien a D. José Delicado quien había estado muchos años como arzobispo y noté esa huella que él había dejado en una ciudad en efervescencia que también era ciudad universitaria. Había también una realidad de escasez de sacerdotes donde el presbiterio lo formaban muchos sacerdotes venidos de otras diócesis: tanto de Palencia como de León, también de Zamora y de Segovia. Y había unas pequeñas diferencias entre el clero pero tampoco la situación era tan distinta a la de Salamanca puesto que estábamos en la misma región autonómica y con un trabajo entre las diócesis que se sigue llamando Iglesia en Castilla, bastante admirable y que yo había seguido desde 14 años antes.
.- Unomasdoce: En Valladolid también le tocaría afrontar el problema de Gescartera. ¿Fueron años difíciles?
Cuando llegué todo eso había pasado y había transcurrido. El ecónomo ni siquiera había sido imputado además que el ecónomo era imposible que hiciera un negocio con Gescartera. Ciertamente hubo un dinero que se empleó, que luego se sacó y que se quedó una mínima parte y finalmente se perdió como ocurrió a tantos españoles. El ecónomo era un hombre absolutamente honrado y que vivía pobremente y así sigue actualmente.
Lo primero que hice fue encontrarme con todos los medios de comunicación off the record e invitarles a hacer todas las preguntas que quisieran pero pidiéndoles que no publicaran. Eso ayudó a que la relación con los medios fuera más cercana.
Hubo esos coletazos después de pasar todo esto pero no me encontré en el fondo del debate. Lo que sí me parecía es que ese aspecto de la administración económica había que tratarse de cerca y había que avanzar en la manera de administrar, de ser clarividentes, claros y transparentes y decirles a los fieles cuál era el problema real económico y que, no siendo el más importante, también tenía su importancia a la hora de la pastoral.
Por otro lado existía una realidad muy bonita que era el centro de espiritualidad con el Santuario de la Gran Promesa que era un foco de pastoral juvenil y de encuentros diversos.
Valladolid, al ser una ciudad más grande que mis anteriores sedes episcopales, presentaba unos problemas distintos a los que yo había tenido en Salamanca; ante problemas concretos y tomas de decisiones del arzobispo se producían enfrentamientos o “no encuentros”.
.- Unomasdoce: Ahora Vd. Ocupa la sede Primada, ¿cómo ve la situación de esta diócesis ante los cambios que se están produciendo socialmente?
Yo no tenía un conocimiento de Toledo más que superficialmente y algo más por parte de mi mamá que era toledana. Cada diócesis tiene cosas diferentes y también cosas comunes, por estar en la Iglesia Universal, que nos afectan a todos desde el punto de vista de la Pastoral, de la forma cómo la gente se hace cristiana: la iniciación cristiana, con la manera de tratar la piedad popular o la manera de trabajar de los sacerdotes con la gente.
Se trata de una diócesis con amplio número de sacerdotes, el doble de los que tiene la diócesis de Valladolid, aunque muchos sacerdotes están fuera de la diócesis trabajando; con un Seminario con gran número de seminaristas: tanto en el Menor como en el Mayor que yo no había tenido en la tres diócesis anteriores y que supuso siempre un cuidado necesario.
Por otro lado, Toledo, ciudad cerca de Madrid, tiene una historia muy rica y muy propia desde el ámbito eclesiástico y sus arzobispos han sido cardenales desde el siglo XVI; no es que eso me haya afectado mucho pero sí me ha afectado a ver como eso se entendía dentro de una diócesis que tiene 20.000 kilómetros cuadrados; prácticamente era un poquito menos que las tres diócesis anteriores juntas en cuanto a territorio no en cuanto a número de parroquias.
Lo que me propuse, desde el inicio, es ver que había un potencial que existe de sacerdotes jóvenes, de gente que está implicada en sus parroquias, de muchos catequistas, de mucha gente que hay en cofradías, en hermandades, en participación parroquial y con una piedad eucarística muy concreta, muy fuerte y muy hermosa. Veía que, quizá, era necesario dar un paso más: entrar, por un lado, en que los sacerdotes se sintieran miembros de un presbiterio y que los parroquianos se sintieran miembros de una parroquia y que hubiera más colaboración de los laicos en las parroquias y también que hubiera más ayuda entre los sacerdotes del mismo presbiterio, a la vez que tenía el reto de hacer esa expansión misionera sobre todo hacia Hispanoamérica y, en concreto, en Perú: Moyobamba y Lima.
Había unas cosas que, quizá, yo antes no había vivido; por ejemplo: en Valladolid y Salamanca donde la sociedad era un poco más secular. El caso es que a mí no me ha costado nada entrar en la vida de la diócesis. Eso sí: era un reto ya que aquí ha habido arzobispos en el siglo XX y en el XXI que han marcado. No es que me preocupara a mí porque cada uno tiene su forma de vivir el ministerio; pero sí era importante que, como diócesis o parte del Pueblo de Dios, yo no fuera una rémora sino que ayudara a animar.
Y a través, de la Visita Pastoral y otros tipo de encuentros, junto con el plan pastoral, poco a poco se ha ido dando cuerpo u horma a lo que hoy es la diócesis y que no depende todo de mí: ya que no soy el responsable de todas las cosas buenas o las cosas malas; pero que quizá, en estos momentos, hay como una perspectiva distinta a la que yo tenía en los primeros meses. También hay que tener en cuenta el nombramiento de un obispo auxiliar (yo nunca había convivido con un auxiliar) ha supuesto para mí una ayuda bastante grande.
.- Unomasdoce: Vd. Es un obispo que se implica de manera profunda en las acciones pastorales. Y ha sido el obispo que ha puesto en marcha las Jornadas de Pastoral que se celebran anualmente en esta diócesis. ¿Por qué y en qué pensó cuando decidió poner en marcha este tipo de evento?
Pues que si se hace un Plan de Pastoral y está muy bien hecho con muchos objetivos y con muchas acciones pero no llega a entrar en lo que es la realidad de cada parroquia es muy difícil; es como hacer muchas cosas por hacer. Yo veía necesario no hacer un plan de pastoral anual sino que tuviera un hilo conductor que era la nueva evangelización con la realidad de la iniciación cristiana en la Iglesia doméstica que es la familia. Se trataba de desplegar esta cuestión. Aunque cada año se tratan temas distintos existe un hilo conductor que ya estaba funcionando.
Me parecía importante que lo es que la realidad de la diócesis: sobre todo los seglares, porque quizá lo necesitaban más, tuvieran unos días de formación, de conocimiento, de sentirse diócesis de Toledo, de estar en un tema que tuviera que ver con la programación pastoral de ese año, del plan pastoral y fuera abriendo camino. Dios nos iba ayudando y se ha ido viendo que ya son cuatro años los que llevamos haciendo las Jornadas.
Ciertamente el que el primer año hubieran 700 u 800 participantes inscritos y muchos no pudieran participar por completarse el aforo a mí me resultó bastante agradable. No digo sorpresivo porque veía que cuando convocabas, tanto a nivel juvenil como en otros ámbitos, había gente que respondía. Es verdad que esta diócesis tiene más población que cualquiera de las diócesis que yo he tenido, incluso con Valladolid había una diferencia de habitantes de 200.000 personas. Está claro que Dios nos ha bendecido y yo también tengo que decir que en este tema hay una serie de personas que han dado su vida y que son unos colaboradores estupendos; y los días de las Jornadas se convierten en días de gozo.
.- Unomasdoce: Vd. Ya ha tenido ocasión de estar varias veces con el Papa Francisco. ¿Cuál cree que es el aspecto pastoral al que más nos interpela?
Está claro que el Papa, desde el punto de vista doctrinal, es lo mismo que los anteriores Papas; pero ha vivido una experiencia pastoral en Latinoamérica, en concreto, no sólo por haber sido arzobispo de Buenos Aires, sino todo lo que significa el CELAM y la Iglesia Iberoamericana que le da un plus de decir: “Vale. Sabemos esta doctrina. Ahora hay que ponerla en práctica”. Yo creo que esa es la diferencia; es decir: no es una persona que no es que esté en el activismo porque cuando ves que antes de celebrar la Misa a las 7 de la mañana hace dos o tres horas de oración, pues no es un activista que dice “Vamos a lanzarnos”. Lo que sí es verdad es que está diciendo: Todo esto que tenemos y que es tan bueno y que hemos recibido de Benedicto XVI, de Juan Pablo II, de Juan Pablo I, de Pablo VI, de Juan XXIII, de Pío XII, etc. Ahora es un momento donde nos jugamos tanto que tenemos que ponerlo en práctica porque si no todo se queda en agua de borrajas. Y además porque de ese modo, como él dice, no somos autorreferenciales y lo ponemos al servicio de los demás. Y a ver todos los temas desde todos los ángulos sin dejar el rigor doctrinal pero hay ese otro aspecto en el que quizá estábamos un poco más dormidos.
Además, como también había hecho Juan Pablo II al decir que no tenemos que tener ningún complejo; el Papa Francisco nos está diciendo a los católicos que tenemos algo que ofrecer y no tenemos que tener ningún complejo. Y por eso podemos decir que él se embarca en realidades que nos sorprenden para los años que tiene y que no nos sorprende porque es un hombre del Espíritu del que se deja llevar y eso no dejar de ser un ejemplo para los demás Pastores.
.- Unomasdoce: ¿Qué mensaje envía sobre el papel que tiene la familia y en referencia con la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”?
Nuestra sociedad es de contrastes que se mueve muchas veces en contradicciones porque, por un lado, la gente anhela tener una familia, tener una casa, estar con los amigos, con los cercanos, tener una paz, una tranquilidad y un hogar; pero por otro lado, adolece tantas veces en romper vínculos; en el fondo es estar nerviosos y pensar que todo vale en esta realidad.
Construir una familia es algo importantísimo para la sociedad y los políticos no están a esa altura; ninguno. Hablan mucho de la importancia de la familia pero no le dan ninguna importancia porque, si se la dieran, el artículo 27 de la Constitución lo apoyarían todos los partidos de una manera diferente.
Creo que en ese campo, nosotros, como cristianos resulta que lo que llamamos como matrimonio canónico está dentro de esa realidad humana y natural que es la familia. Y, por tanto, con una fuerza que nos viene desde dentro y con una capacidad de hacer frente a los embates que nos vienen de desunión, de divorcio, de separaciones, de lo que está haciendo que la familia sea inestable y que no pueda ser el sitio donde los padres no puedan llevar a cabo sus convicciones con sus hijos porque, muchas veces, el Estado o los gobiernos se introducen en sitios donde no debieran introducirse.
Es un reto muy grande porque estamos en una sociedad donde hace sus efectos la revolución sexual y donde está una cosa que es muy seria: la ideología de género que está, muchas veces, minando no sólo a los matrimonios católicos sino también a la familia como una realidad natural. Y en eso yo creo que hemos avanzado mucho pero tenemos que hacer cada vez más cosas y, por tanto, estoy contento pero nunca estaré del todo contento porque me parece que la tasa de divorcios sigue siendo muy grande al igual que la tasa de abortos y de los desajustes que significan las separaciones conyugales y todo lo que lleva consigo lo que es la poca iluminación de lo que es el matrimonio. Y por supuesto con la ley aquella que dice que la relación íntima de personas del mismo sexo se equipara al matrimonio. A mí me parece que es una situación peligrosísima y que creo que no ha hecho, para nada, ningún bien; ni a las personas del mismo sexo que tienen una relación afectiva ni a lo que se llama matrimonio que no tiene por qué ser sólo matrimonio canónico.
.- Unomasdoce: El tema de los refugiados está generando polémica social. El Papa ha estado en Lesbos enviando un claro mensaje a Europa sobre esta situación. ¿Cómo cree que tenemos que afrontar este problema?
Se trata de un gesto típico del Papa Francisco. Va donde está el problema y no es que lo vaya a solucionar pero ofrece una iluminación. El Papa nos está indicando que hay que solucionar el problema y que atendamos bien a los refugiados.
El hecho de tantos refugiados que se embarcan desde Turquía hacia la isla de Lesbos de esa manera tan peligrosa y que ha dado lugar a tantas muertes es un aldabonazo en la conciencia de los pueblos y curiosamente mucha gente de Europa y de España no podemos acoger refugiados porque no vienen, porque no están aquí.
Podríamos paliar algo de ese sufrimiento pero lo que habría que solucionar es el tema de Siria, el tema de Iraq, etc.
El Papa es muy lúcido y ya dijo desde el inicio que hay una especie de III Guerra Mundial que no es la misma que las dos anteriores donde había trincheras. Él hace lo que puede y es admirable.
.- Unomasdoce: Algunos apuestan por revisar los Acuerdos Iglesia-Estado. ¿Qué opina el arzobispo de Toledo al respecto?
Lo hemos dicho muchas veces en la Conferencia Episcopal y es que entendemos, como un país normal, que si hay unos acuerdos internacionales pueda haber compensaciones; pero lo que no se puede pensar es que un país pueda decir, como hay otros muchos que tienen acuerdos con la Sta. Sede (teniendo en cuenta el número de católicos españoles), que no sólo no hay que aceptarlos sino que hay que borrarlos del mapa.
En el fondo en muchos gobiernos autonómicos y en muchos gobiernos locales no han tenido nunca en cuenta estos acuerdos internacionales porque piensan que solo le compete al presidente del Gobierno. Y eso no es verdad.
No se puede decir que hay que borrar los acuerdos Iglesia-Estado; habría que decir que pueden ser cambiados pero habría que preguntarles a esas personas qué es la Iglesia, si tiene alguna realidad social, si les afecta que tenga algún papel para bien y para mal. Por tanto, si negamos la posibilidad de la cantidad de millones de católicos que hay en España es, en alguna manera, lo que sucedía con el Estado de Israel y la Autoridad Palestina que no les daban carta de ciudadanía. Y eso es una cosa peligrosa.
Fueron un gran avance esos acuerdos respecto al Concordato anterior y habrá muchos aspectos que tendríamos que profundizar; pero no se puede soltar una coz dialéctica diciendo que desaparezcan y además llamándolos Concordato. Y eso no puede ser.
.- Unomasdoce: En el contexto del Jubileo de la Misericordia ha nacido el Proyecto Mater. ¿Qué espera de este proyecto pastoral y qué le diría a la sociedad respecto al tema del aborto?
Es un proyecto que es típico de decir que los católicos rechazamos el aborto de plano pero si sólo nos quedamos en ese aspecto y no avanzamos más y no vamos a las personas concretas falta algo. De alguna manera ese es el tono de la exhortación apostólica “Amoris Laetitia”. Reconocemos esto pero ahora vamos a hacer algo más: acercarnos a esas personas y ver qué es lo que les sucede y ver en qué podemos ayudarles. Eso es en el fondo lo que es el Proyecto Mater. Y como este proyecto: también otros temas que podían ser tratados de la misma manera como lo está haciendo, hace ya muchos años, Cáritas diocesana u otras asociaciones eclesiales de ese tipo como Manos Unidas, etc.
En cuanto esto se ha presentado a los laicos encontramos que hay ayudas y deseos de colaborar de manera impresionante porque es un problema real. No basta decir que el aborto es malísimo puesto que ya lo sabemos sino que luego hay que llegar a las personas para ver qué les lleva a abortar y, sobre todo, saber qué ayuda tienen para que no aborten.
.- Unomasdoce: ¿Cuál ha sido su impresión en sus continuas visitas a la zona extremeña de la diócesis de Toledo donde se enclava Guadalupe? ¿Cree que debería pasar a depender eclesiásticamente de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz?
He visitado muchas veces, no sólo, Guadalupe, sino todas las parroquias toledanas que se encuentran en el territorio de la comunidad autónoma de Extremadura y no he tenido nunca ninguna controversia con los fieles de esas parroquias en cuanto a la pertenencia a la diócesis de Toledo y ni siquiera ha aparecido el tema; si ha aparecido alguna vez es para decir: “Nosotros somos de Toledo”.
Entiendo que para el pueblo extremeño existe un amor a la Virgen y todo lo que signifique Guadalupe para ellos es parte de su seña de identidad pero podían ver a esos católicos de esas parroquias que están en la diócesis de Toledo que no tienen ningún problema para aceptarlo. Veo que es un problema un poco ficticio que tiene relación con una manera de organizar el territorio de España que lógicamente tiene una relación más directa con lo local. Yo eso lo entiendo pero nunca he entendido que se llevara a la Asamblea de Extremadura una moción donde se decía que pedían a la Iglesia respetuosamente que Guadalupe pasara a Extremadura y creo que se trata de cuestiones de tipo político.
La relación con los hermanos obispos de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz es buena y ellos han hablado, en ocasiones, que podría hacerse de Guadalupe un sitio especial.
Y luego están algunas reivindicaciones que son un poco nacionalistas entre las que se encuentran una asociación llamada “Guadalupex” que, aparte de no centrarse en el tema profundo de decir qué es lo que necesitan esas parroquias y esos parroquianos, además deriva en su actividad en una compresión de la historia un poco errónea.
Por tanto, si la Sta. Sede creyera conveniente que eso pastoralmente fuera atendido por las diócesis que fueran de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz yo no tendría nada que decir. Pero no veo, desde ese punto de vista, que solucionara el problema pastoral que puedan tener.
Por otro lado, rechazo absolutamente de todo plano, como a veces he sido yo criticado u otros arzobispos, como si fuera un deseo de ansia imperialista o como si sacáramos mucho dinero. Y eso no responde a un análisis serio para nada. Y mucha gente se va convenciendo y lo va viendo.
.- Unomasdoce: Una de las últimas decisiones del gobierno castellano-manchego ha sido retirar la ayuda económica para el servicio pastoral en los Hospitales de la región y congelar las ayudas económicas para la enseñanza concertada. ¿Qué análisis hace de esta decisión?
Eso no está claro. Ahí hay un problema concreto y es que el Presidente García-Page no podía aprobar los presupuestos sin aceptar alguna petición de los dos diputados de Podemos en las Cortes de Castilla-La Mancha. Y lo que ha dicho Podemos es que tenía que haber un texto y aprobarlo para que así se pudieran aprobar los presupuestos para 2016 en el cual se tocara el tema de la asistencia religiosa a los centros de salud y en otro apartado distinto (porque son dos argumentaciones diferentes) el que se congelara el presupuesto para la escuela concertada y que en el futuro eso fuera reduciéndose.
A mí me parece lo segundo más peligroso que lo primero y, sobre todo, porque atenta a la libertad de enseñanza.
El tema de la asistencia religiosa en hospitales lo han colocado en el sentido de por qué un gobierno regional tiene que pagar esa cantidad de dinero. Piden que lo paguen los católicos. No deja de ser una manera de entender lo público desde un ámbito muy sesgado y por tanto, para nosotros, el problema no es que no nos paguen sino si los ciudadanos pueden tener la libertad de decir: este servicio lo queremos y que lo pague nuestro gobierno.
Pero desde el punto de vista jurídico el gobierno regional no puede más que decir en una proposición no de ley al gobierno de la nación: primero que se quite y, si no, que lo pague el gobierno central. Brindis al Sol.
Lo segundo es más peligroso porque es el tema de saber qué es la enseñanza pública y qué es lo público. Este tema lo he tratado en uno de mis escritos y que lleva por título: “Reflexiones sobre lo Público”.
La realidad es que el gobierno regional de Castilla-La Mancha ha conseguido que se aprueben los presupuestos de 2016 y ahí ha quedado el texto escrito que puede dar lugar a que se entiendan las cosas mal y pensar que la Iglesia Católica está aquí como si fuera una chupóptera recibiendo dineros que se dicen públicos como si los ciudadanos católicos de las diócesis que están en el territorio de Castilla-La Mancha no pagaran sus impuestos igual que los demás.
.- Unomasdoce: Vd. ostenta el cargo de Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones ¿Qué mensaje transmitiría a la sociedad acerca del trabajo de tantos misioneros españoles repartidos por los cinco continentes?
El ser humano, aunque tiene muchas raíces egoístas, tiene también, como es lógico, muchas raíces generosas y de atender, gratuitamente, las necesidades de los demás.
No es que yo imponga la misión ad gentes o el trabajo en otras diócesis donde se necesita. Lo que sí es cierto es que llama muchísimo la atención esa manera tan generosa sin recibir mucho, desde el punto de vista humano; el ir a otros lugares para ayudar en otras condiciones porque hay otra cosa más profunda que es ser cristiano, ser discípulo del Señor Resucitado y por eso voy allí. Y eso se siente desde dentro como decía el apóstol San Pablo: “¡Ay de mí si no evangelizara! Y ese es el sentido que tiene la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación con las Iglesias: ayudar al resto de la Iglesia en España en que esto se mantenga vivo y fuerte.
Y por eso estoy contento. Falta prácticamente menos de un año para acabar mis dos trienios como Presidente de esa comisión episcopal y para mí ha sido muy bonito y muy hermoso. Y esto te da una visión de la Iglesia mucho más acorde con lo que el Señor quería: “Id a todos los pueblos y llevad el Evangelio”.
.- Unomasdoce: Para concluir esta entrevista ¿Cuál es su deseo para la Iglesia diocesana de Toledo y para la Iglesia de España?
Para la Iglesia de Toledo intentar ser cada vez más diocesana en el sentido que somos comunidades que necesitamos las unas de las otras y que es importante unir fuerzas en nuestra tarea pastoral y en las necesidades del ser cristiano y en aquellos que quieran pertenecer.
Para la Iglesia española es muy importante saber que hay una serie de cosas que debemos realizar, cada diócesis en su propio territorio, pero también con los demás territorios de las demás diócesis que componemos la Iglesia en España; que se vea que es un ámbito de comunión y que debemos ayudarnos. Y que tenemos que ser muy clarividentes a la hora de saber qué es lo fundamental: la evangelización, la iniciación cristiana, la familia, y la vivencia de la caridad que transforme nuestra mentalidad. También que seamos católicos que sepamos estar en el mundo actual sin privilegios pero también con unos derechos que tenemos como cualquier otro grupo social dentro del estado español.
Sin olvidar que una buena laicidad significa que todos los que formamos España podemos contribuir. Pienso que la Iglesia Católica no se queda atrás en absoluto sino que está en los primeros puestos, con modestia pero con absoluta verdad, a que nuestra sociedad sea mejor y que esté mejor servida en los hombres y mujeres que llamamos españoles.