De otro lado del 18 al 20 de septiembrese realizó un curso coorganizado con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo-Valencia.
“La esencia de la mística es el amor, que potencia al ser humano y le inmuniza contra lo seudorreligioso y las patologías sicológicas y espirituales”, fueron palabras de apertura del curso Mística y Psiquiatría de Jesús Fernández Hernández, Presidente de la Fundación Fernando Rielo.
Fernando de Saavedra, Jefe del gabinete del Rector de la UIMP, agradeció en la clausura la labor de la FFR, y Vicente Botella, Decano de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer expresó su deseo de seguir colaborando y apoyando la iniciativa.
En suma, el seminario ha ahondado en cómo la experiencia mística potencia a la persona humana en todos sus ámbitos: dimensión trascendente, relacional, en la educación, en la cultura, en el arte, en las relaciones sociales, en su compromiso social y ecológico. Además, se ha demostrado que la mística promueve la salud integral y no tiene nada que ver con trastornos síquicos o enfermedades psiquiátricas, como a veces se ha afirmado.
La Directora del Aula de Pensamiento de la FFR, Juana Sánchez-Gey, abrió el curso presentando la sicoética de Fernando Rielo como nueva ciencia que aúna las dimensiones psicológicas y morales de la persona, totalmente imbricadas. La sicoética se fundamenta en la apertura del hombre al Absoluto, que le constituye, y sostiene que la plenitud humana se basa en vivir esta relación, clave para la comunicación con los demás y con la naturaleza.
El mindfulness y su confusión con la oración contemplativa fue el tema tratado por la psiquiatra Mar Álvarez, profesora de la U. Abat Oliba CEU. Habló de la agnosia de la vida interior y que vivimos en la era del narcisismo, donde el hombre es un desconocido para sí mismo.
Por su parte, Jesús Fernández, presidente de la FFR, intervino con un seminario sobre lectura y análisis de textos y expresó que “la negación de la religiosidad o de la mística como constitutividad de la persona humana lleva directamente a la actitud idolátrica”. Se refirió también a trastornos o enfermedades espirituales como la egolatría y la egofrenia, que hacen de la persona humana una máscara o caricatura de su propio yo en cuanto yo.
Martín F. Echavarría, Director del Dpto. de Psicología de la U. Abat Oliba CEU, expuso la relación entre “Acidia, melancolía, San Juan de la Cruz y psicopatología”, y afirmó que la vida mística es el desarrollo de la vida cristiana en profundidad, y que progresar en el amor produce el crecimiento de la relación espiritual.
En la mesa redonda sobre “Terapias del espíritu” se trató de la mística como el arte de vivir con plenitud, en palabras de la psicopedagoga Marián Alegre, así como de la necesidad de contemplación frente a la dimensión centrífuga que impulsa la sociedad actual, por parte de Alfredo Esteve, profesor de la Universidad Católica de Valencia (UCV).
Vicente Botella Cubells, por su parte, se centró en la libertad humana para el encuentro con Dios y cómo se ha ‘entrenado’ culturalmente al hombre para percibir unas cosas y otras no, como las solicitaciones divinas.
José María López, presidente de la Escuela Idente, cerró el curso con su conferencia “Consciencia y neurosis” en la que, desarrollando el pensamiento de Rielo, explicó el carácter místico de la consciencia en virtud de la divina presencia constitutiva del Absoluto en el espíritu humano, definiéndole como persona o ser de máxima dignidad, a imagen y semejanza de Dios. Afirmó que la mística es experiencia de amor, un amor finito abierto al infinito, y que no se puede reducir la mística a solo fenómenos extraordinarios. Lo místico es todo lo positivo que, de espiritual y humano, sucede en la persona; es, en definitiva, cerrar los ojos o el corazón al egoísmo para abrirlos al amor. Además, por el carácter integral de la persona, hay que distinguir entre terapias físicas, sicológicas y espirituales, con sus objetos y objetivos propios. Habló asimismo de los síndromes, síntomas y signos de la neurosis, tal como la entiende Rielo, y de los traumas que aquella presenta en el espíritu y su proyección en lo sicosomático. Finalizó afirmando que la “terapia de la consciencia” o syneidoterapia, lejos del reduccionismo, es la que proporciona unidad, dirección y sentido a todas las demás terapias.