Cada año se producen más de 20.000 y aumenta el número de personas afectadas por artefactos explosivos, que siguen siendo peligrosos incluso décadas después. El 90% son civiles y casi la mitad niños. Giuseppe Schiavello, director de la Campaña Italiana contra las Minas Antipersona: «El conflicto dejará un legado muy pesado».
Ciudad del Vaticano, 5 de abril 2023.- «Incluso una vez finalizados los combates, los conflictos suelen dejar tras de sí un legado aterrador: minas terrestres y artefactos explosivos que asolan a las comunidades. La paz no aporta ninguna garantía de seguridad cuando las carreteras y los campos están minados, cuando las municiones sin explotar amenazan el regreso de las poblaciones desplazadas y cuando los niños encuentran y juegan con objetos brillantes que explotan». Así lo afirmó el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, en un mensaje difundido con motivo del Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas, que se conmemoró este 4 de abril.
Un fenómeno agravado por los conflictos en curso
Hay 60 países contaminados por minas antipersona, 29 de ellos con presencia de bombas de racimo, en una situación agravada por los 31 conflictos en curso en el planeta, entre ellos el de Ucrania. Se trata de artefactos que permanecen activos durante más de 70-80 años tras el final de un conflicto – explica Giuseppe Schiavello, director de la Campaña Italiana contra las Minas Terrestres- lo que significa que guerra dejará un legado muy pesado. Es evidente que en Ucrania nos encontraremos con un desastre, tan pronto como sea posible actuar para proteger a la población civil».
Aumenta el número de víctimas
Los países con mayor número de la bombas son Camboya, Afganistán, Colombia e Iraq. Hasta hace unos años, el número de personas afectadas por minas sin explotar era de unas 20.000 al año, el 90% civiles y la mitad niños. La cifra había descendido y luego aumentado desde 2017. «Se trata de artefactos que permanecen enterrados en el suelo o escondidos entre la vegetación. Muchas veces también se utilizan de forma terrorista, metiéndolos dentro de las casas, en pozos o cerca de infraestructuras, en escuelas o debajo de un juguete», aclara Schiavello. «Muchas veces la gente pierde la vista, y luego está el impacto económico, que es el de no permitir que estos países, en su mayoría con vocación agrícola y dedicados al pastoreo, tengan acceso a la tierra y a los medios de vida. Es un desastre mundial porque son armas crueles que golpean indiscriminadamente y por eso están prohibidas».
Prohibición del comercio, no de la producción
El comercio legal de minas antipersona está prohibido internacionalmente y formalmente interrumpido, aunque algunos países como Pakistán, Singapur y Rusia siguen produciéndolas, señala Schiavello. En algunos países, como Libia, los arsenales han sido saqueados por milicias irregulares o yihadistas y luego se han encontrado en Siria, mientras que otros países como Ucrania -donde aún había 3,5 millones de minas almacenadas al comienzo de la guerra- no las han destruido como exigen las convenciones internacionales debido a los enormes costes que supone su desmantelamiento.
El compromiso de la ONU y de la Santa Sede
Naciones Unidas está firmemente comprometida en la lucha contra este fenómeno y ha creado una agencia especializada en ello, UNIMAS, además de promover la Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersonales, abierta en 1997 y a la que se han adherido 164 países, y en 2008 la Convención sobre Municiones en Racimo, firmada por 18 estados. Sin embargo, esta actividad depende de las donaciones internacionales anuales. En un 97% proceden de sólo 15 países, entre ellos Noruega, Alemania, Japón y Estados Unidos, que destinan más de 500 millones de dólares al año, pero que sin embargo están reduciendo su compromiso económico en los últimos años (-7% en 2022), en parte por la pandemia. «El Papa Francisco ha llamado repetidamente la atención sobre este problema y la Santa Sede a lo largo de los años siempre ha dado una contribución muy importante en relación con estos convenios, apoyando su camino hasta su aprobación y también después con recordatorios específicos para llamar la atención sobre las víctimas inocentes de estos dispositivos» concluye Giuseppe Schiavello.
MICHELE RAVIART
Vatican News
Imagen: Zapadores del Servicio Estatal de Emergencias inspeccionan una zona en busca de minas
y proyectiles sin detonar en la región de Járkiv.