Una de las constantes en la obra del pintor mexicano del siglo XVII Cristóbal de Villalpando, es la presencia de los siete arcángeles. De pronto los coloca en función de caravana de gozo en la ascensión de la Virgen María a la casa de Padre; de pronto los integra en función de arropamiento de la Madre de Jesús en su fresco “El dulcísimo nombre de María”. Y de pronto aparecen, ahora en función de consuelo, rodeando a la Dolorosa. Figura fundamental de la pintura barroca mexicana, los lienzos de Villalpando impulsaron la tarea evangelizadora del siglo XVII, merced a la belleza, pulcritud y sensación de movimiento de personajes bíblicos y pasajes del evangelio.