Ciudad del Vaticano, (VIS).-»No os olvidéis de los pobres», escribe el Papa Francisco al fundador y Presidente ejecutivo del World Economic Forum, Klaus Schwab, en el mensaje que ha enviado al encuentro anual de ese foro abierto el 20 de enero en Davos-Klosters (Suiza) y cuyo tema es »El Dominio de la Cuarta Revolución Industrial». En el texto, del que fue portador el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el pontífice subraya que esa »revolución» se ha visto acompañada por un desempleo que afecta a millones de personas y auspicia que el desarrollo de tecnologías avanzadas redunde en la creación de trabajo digno para todos, en la consolidación de los derechos sociales y en la defensa del ambiente.
El Santo Padre recuerda también el peligro de que la cultura del bienestar anestesie a las personas volviéndolas insensibles a los problemas de los demás y reitera que la actividad empresarial es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos cuando se entiende como servicio al bien común y concluye manifestando el deseo de que el Foro Económico Mundial sea una plataforma para la defensa y protección de la creación, como también para la consecución de »un progreso más sano, más humano, más social, más integral».
Francisco comienza haciendo presente a Klaus Schwab sus mejores deseos »por la fecundidad de este encuentro, que busca incentivar la continuidad social y la responsabilidad ambiental, por medio de un diálogo constructivo entre el gobierno, líderes empresariales y cívicos, así como también con distinguidos representantes de los sectores políticos, financieros y culturales».
»Los albores de la así llamada »cuarta revolución industrial» han sido acompañados por una creciente sensación de la inevitabilidad de una drástica reducción del número de puestos de trabajo -prosigue el Papa- Los últimos estudios conducidos por la Organización Internacional del Trabajo indican que, en la actualidad, el desempleo afecta a cientos de millones de personas. La »financialización» y la »tecnologización» de las economías globales y nacionales, han producido cambios de gran envergadura en el campo del trabajo. Menos oportunidades para un empleo satisfactorio y digno, conjugado con la reducción de la seguridad social, están causando un inquietante aumento de desigualdad y pobreza en diferentes países. Hay una clara necesidad de crear nuevas formas de actividad empresarial que, mientras fomentan el desarrollo de tecnologías avanzadas, sean también capaces de utilizarlas para crear trabajo digno para todos, sostener y consolidar los derechos sociales y proteger el medioambiente. Es el hombre quien debe guiar el desarrollo tecnológico, sin dejarse dominar por él.
»A todos ustedes me dirijo una vez más: ¡No se olviden de los pobres! -exclama el Pontífice- Este es el principal desafío que tienen ustedes, como líderes en el mundo de los negocios. »Quien tiene los medios para vivir una vida digna, en lugar de preocuparse por sus privilegios, debe tratar de ayudar a los más pobres para que puedan acceder también a una condición de vida acorde con la dignidad humana, mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y social». Nunca debemos permitir que »la cultura del bienestar nos anestesie», volviéndonos incapaces de »compadecernos ante los clamores de los otros, de no llorar ante el drama de los demás ni de interesarnos de cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe». Llorar por la miseria de los demás no significa sólo compartir sus sufrimientos, sino también y sobre todo, tomar conciencia que nuestras propias acciones son una de las causas de la injusticia y la desigualdad. »Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo».
Una vez que tomamos conciencia de esto, »llegamos a ser humanos más plenos, pues nuestra responsabilidad para con nuestros hermanos y hermanas es una parte esencial de nuestra humanidad común. No tengan miedo de abrir su mente y su corazón a los pobres. De este modo, ustedes podrán dar rienda suelta a sus talentos económicos y técnicos, y descubrir la felicidad de una vida plena, que no les puede proporcionar el solo consumismo. Frente a los profundos cambios que marcan época, los líderes mundiales se enfrentan al reto de garantizar que la futura »cuarta revolución industrial», resultado de la robótica y de las innovaciones científicas y tecnológicas, no conduzca a la destrucción de la persona humana —remplazada por una máquina sin alma—, o a la transformación de nuestro planeta en un jardín vacío para el disfrute de unos pocos elegidos.Por el contrario, el momento actual proporciona una valiosa oportunidad para guiar y gobernar el proceso ahora en curso, y construir sociedades inclusivas basadas en el respeto por la dignidad humana, la tolerancia, la compasión y la misericordia. Les insto, pues, a afrontar de nuevo el diálogo sobre cómo construir el futuro del planeta, »nuestra casa común», y exhorto a ustedes a hacer un esfuerzo unido para lograr un desarrollo sostenible e integral».
»Como he señalado muchas veces, y lo reitero ahora con mucho gusto, la actividad empresarial es »una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos», especialmente »si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común». Como tal, tiene la responsabilidad de ayudar a superar la compleja crisis de la sociedad y del medio ambiente, y luchar contra la pobreza. Esto hará que sea posible mejorar la precaria condición de vida de millones de personas y cerrar la brecha que da lugar a numerosas injusticias, que erosiona los valores fundamentales de la sociedad, como la igualdad, la justicia y la solidaridad».
»De este modo, a través del recurso privilegiado al diálogo -finaliza el Santo Padre- el Foro Económico Mundial puede convertirse en una plataforma para la defensa y protección de la creación, como también para la consecución de »un progreso más sano, más humano, más social, más integral», teniendo además debidamente en cuenta los objetivos ambientales y la necesidad de maximizar los esfuerzos para erradicar la pobreza, como se establece en el Programa para el Desarrollo Sostenible de 2030 y en el Acuerdo de París establecido en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático».