El Colegio Mayor Mendel acogió el tradicional encuentro del arzobispo de Madrid con profesores universitarios, este año en clave de esperanza.
6 de junio 2024.- Más de 15 años lleva Jesús Manso, decano de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, acudiendo a los encuentros convocados por el arzobispo de Madrid, a final de curso, con profesores y personal universitario de la diócesis. Empezó con el cardenal Rouco, después con Carlos Osoro y este ha sido el primer año en el que la convocatoria ha venido de la mano de José Cobo. Siempre cumplen el objetivo de ser un espacio «para juntarnos y compartir», este año con una nota especial: en un momento en el que «cada vez las cosas están más difíciles en general, se destacó la esperanza como valor a defender y vivir». En este sentido, la universidad como espacio de diálogo, de intercambio de ideas y profundización en un mundo polarizado, «puede ser el medio» para llegar este objetivo. Es cierto, reconoce el decano, que «hay margen de mejora» para «preservar las distintas ideas y poder respetarlas», pero la universidad en sí ya es un lugar de «reconocimiento de la diversidad». Y «la diversidad es buena», como dijo Cobo. Manso observa, no obstante, que cada vez más «se respetan las distintas ideas pero, a su vez, no se llega al fondo: hay más indiferencia ante lo distinto». Y se pregunta qué sería mejor, si más beligerancia, que quizá «demuestra más compromiso con el otro», o indiferencia. «No sé qué permite más apertura al otro», afirma. Habla también de indiferencia en cuanto al hecho religioso por falta de cercanía, «incluso desde un punto de vista cultural». Ante esto, Cobo indicó que «el gran reto es ayudar y afrontar juntos el ocultamiento de Dios en la sociedad», que «se desenmascara con la presencia de testigos sólidos, coherentes y alegres».
El «sentimiento de acogida y de comunidad entre todos» del que habla Manso gracias a estos encuentros es también percibido por el profesor —ya emérito, aunque «yo por mí no me hubiera jubilado», dice— Carlos de San Antonio. Más de 30 años ha estado dando clase en la Escuela de Ingenieros Agrónomos, de la Universidad Politécnica, acompañando a los alumnos en un viaje no solo académico, también humano y espiritual. «Siempre he colaborado con la capilla» y nunca, confirma, se ha perdido ninguno de los encuentros con el arzobispo de Madrid, ya desde la época, también, del cardenal Rouco. Lo bueno es que en este espacio «siempre se aprende de la experiencia de los demás». Reconforta, sostiene, «ver que hay chicos que a través de las capellanías se acercan a la fe». Este profesor lo ha experimentado de primera mano. Ha preparado a alumnos para recibir el sacramento de la Confirmación y ha organizado sesiones de formación cristiana. Con muchos mantiene el contacto, tanto que «he ido a unas cuantas bodas». Coincide con Manso en que «la universidad es el sitio ideal donde puedes contactar con personas que no piensan como tú; esto favorece el diálogo y es una riqueza». Como les dijo el cardenal Cobo, «en la universidad está el mejor espacio para el diálogo verdadero». «No se trata de decir lo que dice la mayoría», sostuvo el arzobispo, y aunque «es verdad que hay líneas rojas que no debemos traspasar», sí podemos «escucharnos para no estar cada vez más lejos». Lo importante, aseguró, es hablar «desde los argumentos, aprendiendo a darlos e incluso a cambiar de opinión». «La Iglesia —concluyó— es experta en “poner la mesa” para el diálogo».
BEGOÑA ARAGONESES
Alfa y Omega