Discurso a las autoridades.
(ZENIT).- El Papa Francisco, segundo pontífice que visita Mauricio, ha alentado a las autoridades a “promover una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral de los más pobres”.
El Santo Padre ha visitado esta tarde, en su último día de viaje a África (Mozambique y Madagascar), 9 de septiembre de 2019, a las autoridades políticas, miembros de la sociedad civil y del cuerpo diplomático de Isla Mauricio.
A las 17:40 horas (15:40 horas en Roma), después de reunirse con el presidente de la República, Barlen Vyapoory, y con el primer ministro del Gobierno, Pravind Kumar Jugnauth, el Papa ha entrado al salón de actos del Palacio Presidencial para encontrarse con las autoridades.
En Islas Mauricio, –ubicado al sur del continente africano, en medio del Océano Índico– país donde la corrupción política y social está a la orden del día, conocido como un “paraíso fiscal”, el Papa ha animado a los políticos locales a “no sucumbir a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad”.
Oasis de paz
Asimismo, el Pontífice ha valorado cómo en estas islas, “las diferentes religiones, con sus respectivas identidades, trabajan mancomunadamente para contribuir a la paz social y recordar el valor trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo”.
Francisco ha valorado la tradición democrática que contribuye a hacer de la isla Mauricio un “oasis de paz”: “Espero que este estilo de vida democrático pueda ser cultivado y desarrollado, especialmente luchando contra todas las formas de discriminación”.
Asimismo, el Papa ha invitado a las autoridades del país a “dar la bienvenida y proteger” a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo, en “fidelidad a sus raíces”, dado que el “ADN” de este pueblo “guarda la memoria de estos movimientos migratorios” que condujeron a sus antepasados a la isla y que también “los llevaron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas por el bien de todos”, ha recordado.
Ecología integral
Luego ha salido al patio del palacio presidencial para bendecir las plantas que luego serán plantadas por todo el país, en la isla de Mauricio y las islas aledañas, una iniciativa con la que los mauricianos han querido conmemorar la visita apostólica de Francisco. En esta ceremonia han estado presentes los líderes musulmanes, hinduista y de otras religiones cristianas, comunidades muy activas en las Islas Mauricio.
Como ha explicado el cardenal Piat, arzobispo de Port Louis, al final de la Misa celebrada esta mañana, la Comisión Diocesana de Justicia y Paz, han invitado a los fieles a plantar 100.000 plantas, adhiriéndose al llamado de Francisco a una ecología integral. “Estas plantas serán para nosotros un recordatorio de su invitación constante a escuchar el grito de los pobres y de la naturaleza”, ha dicho al Santo Padre.
ROSA DIE ALCOLEA
Discurso del Papa Francisco
Señor Presidente,
Señor Primer Ministro,
Distinguidos miembros del Gobierno,
Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático,
Señoras y señores, representantes de la sociedad civil,
Representantes de las diversas confesiones religiosas,
Señoras y señores:
Saludo cordialmente a las Autoridades del Estado de Mauricio y les agradezco la invitación a visitar vuestra República. Agradezco al Primer Ministro las amables palabras que me acaba de dirigir, así como su bienvenida y la del señor Presidente. Saludo a los miembros del Gobierno, de la sociedad civil y del Cuerpo Diplomático. Quiero también saludar y agradecer fraternalmente la presencia hoy aquí de los representantes de otras denominaciones cristianas y de las diferentes religiones presentes en la isla Mauricio.
Estoy contento, gracias a esta breve visita, de poder conocer vuestro pueblo, caracterizado por poseer, no sólo un rostro multicultural, étnico y religioso sino, sobre todo, la belleza que proviene de vuestra capacidad de reconocer, respetar y armonizar las diferencias existentes en función de un proyecto común. Así es toda la historia de vuestro pueblo que nació con la llegada de migrantes de diferentes horizontes y continentes, portadores de sus tradiciones, su cultura y su religión, y que aprendieron, poco a poco, a enriquecerse con la diferencia de los demás y a encontrar los medios para vivir juntos, buscando construir una hermandad preocupada por el bien común.
En este sentido, vosotros poseéis una voz autorizada —porque se hizo vida— capaz de recordar que es posible alcanzar una paz estable desde la convicción de que «la diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de pacto cultural que haga emerger una “diversidad reconciliada”» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 230). Esta es base y oportunidad para la construcción de una real comunión dentro de la gran familia humana, sin necesidad de marginar, excluir o rechazar.
El ADN de vuestro pueblo guarda la memoria de estos movimientos migratorios que condujeron a vuestros antepasados a esta isla y que también los llevaron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas por el bien de todos. Es por eso que os aliento, en fidelidad a vuestras raíces, a asumir el desafío de dar la bienvenida y proteger a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo y, para muchos de ellos, mejores condiciones de vida para sus familias. Preocuparos de darles la bienvenida como vuestros antepasados supieron acogerse recíprocamente; como protagonistas y defensores de una verdadera cultura del encuentro que permita a los migrantes —y a todos— ser reconocidos en su dignidad y derechos.
En la historia reciente de vuestro pueblo, quisiera recordar la tradición democrática instaurada después de la independencia y que contribuye a hacer de la isla Mauricio un oasis de paz. Espero que este estilo de vida democrático pueda ser cultivado y desarrollado, especialmente luchando contra todas las formas de discriminación. Porque «la auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales» (Mensaje para la 52 Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2019).
Que vosotros, que estáis comprometidos en la vida política de la República de Mauricio, podáis ser un ejemplo para quienes confían en vosotros, especialmente para los jóvenes. Por vuestra actitud y disposición para luchar contra todas las formas de corrupción, que podáis manifestar la grandeza de vuestro compromiso al servicio del bien común y ser siempre dignos de la confianza que os dan vuestros conciudadanos.
Desde su independencia, vuestro país experimentó un fuerte desarrollo económico del cual, sin duda, debemos alegrarnos, a la vez que estar atentos. En el contexto actual, a menudo parece que el crecimiento económico no siempre beneficia a todos y que incluso deja a un costado —por ciertas estrategias de su dinámica— a un cierto número de personas, especialmente a los jóvenes. Por eso me gustaría animaros a promover una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral de los más pobres (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 204). Animaos a no sucumbir a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad, que sólo toma en cuenta el beneficio inmediato en detrimento de la protección de los más pobres, de nuestro medio ambiente y sus recursos.
Se trata de avanzar con esa actitud constructiva que, como escribió el cardenal Piat con ocasión del 50 aniversario de la independencia de Mauricio, impulsa a implementar una conversión ecológica integral. Dicha conversión mira no sólo a evitar terribles fenómenos climáticos o grandes desastres naturales, sino que también busca promover un cambio en los estilos de vida para que el crecimiento económico realmente pueda beneficiar a todos, sin correr el riesgo de causar catástrofes ecológicas ni graves crisis sociales.
Señoras y señores: Deseo expresar mi agradecimiento por cómo en Mauricio las diferentes religiones, con sus respectivas identidades, trabajan mancomunadamente para contribuir a la paz social y recordar el valor trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo. Y reitero la disposición de los católicos en Mauricio de continuar participando en este diálogo fecundo que ha marcado con tanta fuerza la historia de vuestro pueblo. Gracias por vuestro testimonio.
Nuevamente gracias por vuestra cálida bienvenida. Es mi deseo que Dios bendiga a vuestro pueblo y todos los esfuerzos que realizan para fomentar el encuentro entre diferentes culturas, civilizaciones y tradiciones religiosas en la promoción de una sociedad justa, que no se olvida de sus hijos, especialmente de aquellos más necesitados. ¡Que su amor y misericordia continúen acompañándoos y protegiéndoos!
© Librería Editorial Vaticana
IMAGEN DE PORTADA:
El Papa se dirige a las autoridades de Islas Mauricio
(Fotos: © Vatican Media)