En Trieste, el presidente de la República inauguró la 50ª edición de las Semanas Sociales de los católicos en Italia con un enérgico llamamiento “a perseguir el bien, no en interés de la mayoría, sino de todos y cada uno”. Antes que él, el cardenal Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), subrayó la importancia de la contribución de los católicos como constructores del bien común y de la Iglesia a la polis: “No hay democracia sin un nosotros”. En espera del Papa Francisco.
Trieste (Italia), 4 de julio 2024.- “La democracia implica el principio de igualdad porque reconoce que las personas tienen la misma dignidad. La democracia es un instrumento para afirmar los ideales de libertad”.
Así se expresó ayer por la esta tarde el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, en la ceremonia de apertura de la 50ª Semana Social de los católicos en Italia, que se celebra en Trieste hasta el domingo, cuando el Papa Francisco concluirá los actos en el Centro de Convenciones Generales y celebrará la Santa Misa en la Plaza de la Unidad de Italia.
El jefe del Estado fue recibido con gran afecto por los novecientos delegados llegados de toda Italia, expresión de las diócesis, de los movimientos eclesiales, de las agregaciones laicales, de las familias religiosas y de la experiencia de las buenas prácticas que se han desarrollado al hilo del camino sinodal de la Iglesia hasta esta cita en la capital juliana.
Mattarella: “Proteger los derechos de todos”
El presidente Mattarella pronunció una lectio magistralis durante treinta y dos minutos, interrumpida repetidamente por los estruendosos aplausos del público. “La democracia es un valor. Los hombres libres han hecho de ella una bandera. Es, al mismo tiempo, un logro y una esperanza», comenzó diciendo y luego citó a su predecesor, Giorgio Napolitano, quien en 2009 en Turín, dijo, “dirigió su mirada a la construcción de nuestra democracia republicana, con la adquisición de los principios que han situado a nuestro país, desde entonces, en el surco del pensamiento liberal-democrático occidental”.
“Tras la obsesiva ‘coacción’ del régimen fascista, sopló el ‘aliento de la libertad’, con la Constitución como marco y garantía de los derechos de los ciudadanos», añadió.
El presidente Mattarella también recordó las palabras de Norberto Bobbio para recordar que la democracia no es sólo mayoría y que el Parlamento tiene un papel indispensable:
“La democracia no se agota en sus reglas de funcionamiento, sin perjuicio dl carácter ineludible de definir y respetar las ‘reglas del juego’. Porque las condiciones mínimas de la democracia son exigentes: la generalidad y la igualdad del derecho de voto, su libertad, las propuestas alternativas, el papel irreprimible de las asambleas electivas y, por último, pero no por ello menos importante, los límites a las decisiones mayoritarias, en el sentido de que no pueden violar los derechos de las minorías e impedir que éstas puedan convertirse, a su vez, en mayorías”
Democracia sustancial y bien común
Sergio Mattarella expresó su preocupación por el abstencionismo en las elecciones:
¿Puede existir una democracia sin el ejercicio coherente del papel de los votantes? Teniendo en cuenta la deserción / abstención / renuncia de los ciudadanos en las últimas elecciones, hay que tener cuidado para no cometer el error de confundir partidismo con participación.
“Más bien hay que realizar esfuerzos concretos para garantizar que todos los ciudadanos estén en condiciones de participar plenamente en la vida de la República. Los derechos se realizan a través del ejercicio democrático. Si éste se debilita, se reduce la garantía de su aplicación efectiva. Las democracias imperfectas vulneran las libertades: donde se manifiesta una modesta participación electoral”
Por ello, el presidente subrayó que “en el corazón de la democracia están las personas, las relaciones y las comunidades a las que dan vida, las expresiones civiles, sociales, económicas que son fruto de su libertad, de sus aspiraciones, de su humanidad: ésta es la piedra angular de nuestra Constitución”. Y añadió:
“Con el paso del tiempo, se ha planteado la pregunta ‘¿para qué sirve la democracia?’. La respuesta es sencilla: para reconocer – como indica el artículo 2 de nuestra Constitución – y hacer efectivas las libertades de los individuos y las comunidades”
Citando a Giuseppe Dossetti, quien planteó el problema del “verdadero acceso del pueblo y de todo el pueblo al poder y a todo el poder, no sólo político, sino también económico y social”, con la definición de “democracia sustancial”, el presidente Mattarella reiteró que “tender al bien común” no es el “bien público” del interés de la mayoría, sino el bien de todos y de cada uno al mismo tiempo, según lo que ya quiso indicar la Semana Social de 1945”.
La responsabilidad de “alfabetizar” en la democracia
El jefe del Estado italiano prosiguió diciendo: “Compartir en torno a los valores supremos de libertad y democracia es el aglutinante inalienable de nuestra comunidad nacional. Hoy, en el mismo continente que fue su cuna, es necesario construir una soberanía europea sólida que integre y de sustancia concreta y no ilusoria a la de los Estados miembros. Y que permita y refuerce la soberanía del pueblo diseñada por nuestras Constituciones y expresada, a nivel de las instituciones comunitarias, en el Parlamento Europeo».
Por último, Sergio Mattarella concluyó afirmando: “La República ha recorrido un largo camino, pero la tarea de hacer que todos participen en la vida de su sociedad y de sus instituciones no termina nunca. Cada generación, cada época, espera la prueba de la ‘alfabetización’, de la inversión de la vida de la democracia. Una prueba, hoy, más compleja que nunca en la sociedad tecnológica actual”.
“Pues bien, luchar para que no haya ‘analfabetos de la democracia’ es una causa primera, noble, que nos concierne a todos. No sólo a quienes ostentan responsabilidades o ejercen el poder”
Por definición, la democracia es un ejercicio de abajo arriba, vinculado a la vida comunitaria, porque la democracia es caminar juntos. Les deseo, espero, que muchas personas se unan a este camino.
Cardenal Zuppi: “El compromiso del catolicismo con el pueblo italiano”
Antes del presidente de la República intervino el cardenal Matteo Maria Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Partiendo de la primera Semana Social de los católicos en Italia, celebrada en 1907 en Pistoia, dijo: “Desde entonces, el catolicismo italiano no se ha quedado de brazos cruzados, no se ha encerrado en la sacristía, no se ha dejado reducir a un intimismo individualista o al culto del bienestar individual, sino que ha sentido como propias las cuestiones sociales, se ha dejado herir por ellas para progresar hacia un orden social y político cuya alma es la caridad social. Ha pensado y actuado no para sí mismo, sino para el bien común del pueblo italiano».
El cardenal Zuppi añadió: “Estamos orgullosos de esta historia y nos alegramos de vivir estos días en Trieste, en una tierra de frontera, marcada por el diálogo intercultural, ecuménico e interreligioso, por tanta sabiduría antigua y reciente. Una puerta que une Oriente y Occidente, Norte y Sur, pero también una tierra marcada por profundas heridas que aún no han cicatrizado del todo. Las demasiadas muertes nos advierten que no debemos aceptar las antiguas y nuevas semillas del odio y del prejuicio”.
No queremos que las fronteras sean muros o, peor aún, trincheras, sino bisagras y puentes. Lo queremos porque es el testamento de quienes han perdido la vida en las fronteras. Lo queremos para quienes, al precio de terribles sufrimientos, se han hecho migrantes y piden que se les considere lo que son: ¡personas!
“El Evangelio nos ayuda a comprender que estamos hechos los unos para los otros y, por tanto, los unos con los otros. Nuestra casa común requiere un corazón humano y espiritualmente universal”
Amor político y papel de los cristianos
El cardenal Zuppi citó a Alcide De Gasperi y a los padres fundadores de la Unión Europea y recordó que entonces San Juan Pablo II, que en 1994 “escribió a los obispos italianos exhortándoles a dar testimonio de ‘esa herencia de valores humanos y cristianos que representa el patrimonio más precioso del pueblo italiano’ y que él declinó como ‘herencia de fe’, ‘herencia de cultura’ y ‘herencia de unidad’”.
“Ciertamente hoy es necesaria ‘una profunda renovación social y política, añadía entonces el Papa, y por ello ‘los laicos cristianos no pueden […] eludir sus responsabilidades’”
La paz y el desarrollo no son bienes conquistados de una vez por todas. Requieren un ‘amor político’ que debe asumir la unidad como un objetivo que hay que perseguir, defender y hacer crecer, ¡porque la unidad nunca es estática, sino siempre dinámica!
El presidente de la Conferencia Episcopal Italiana dirigió su agradecimiento a los que siguen participando a pesar de la crisis del “nosotros”, porque la Iglesia es un lugar donde uno se apasiona por el prójimo y, por tanto, por el diálogo, como sucedió en las asambleas, en las conferencias, en los encuentros, en el camino sinodal, precisamente por su carácter eminentemente social y no egocéntrico o de masas.
Gracias a todos los que fomentan tenazmente las experiencias participativas. Gracias a los administradores que, aun en medio de sacrificios, se dedican al bien común y a quienes desempeñan funciones públicas y las cumplen con disciplina y honor (Constitución, art. 54). Gracias a quienes humildemente desempeñan, según sus posibilidades y opciones, ‘una actividad o función que contribuya al progreso material o espiritual de la sociedad’ (Constitución, art. 4). Así se construye la inclusión y la convivencia, se vence el pesimismo y se derrota la astucia que doblega el bien público al interés privado.
La Iglesia ante los retos de la sociedad moderna
Asimismo se refirió a Romano Guardini, quien escribió que la democracia no es sólo un sistema que nace de la responsabilidad de los individuos, sino que también se refiere al hecho de que “cada uno de estos individuos puede confiar en los demás, porque sabe que todos quieren el bien común; lo quieren realmente y no sólo dicen que lo quieren. La democracia es tanto más real cuanto más operativa es esta actitud».
Sobre la contribución que la Iglesia puede ofrecer a Italia en esta estación histórica, el cardenal Zuppi subrayó: “Nos sentimos parte de un país que afronta pasajes difíciles y crisis epocales: baste pensar en el invierno demográfico, el crecimiento de las desigualdades, el abandono escolar, el abstencionismo y la creciente desafección a la participación democrática, la vida descartada que se vuelve insignificante por la omnipotencia que se convierte en nihilismo autodestructivo”.
“Sentimos el reto de la acogida de inmigrantes, de la transición ecológica, de la soledad que envuelve a muchas personas, de la dificultad de encontrar espacios para los jóvenes, del aumento de la conflictividad en las relaciones sociales y entre los pueblos y, por último, de la guerra que domina el escenario internacional y proyecta sus sombras sobre todo esto”
No hay democracia sin un nosotros
El cardenal prosiguió diciendo que “las pandemias nos han hecho comprender el sentido de pertenencia común, de comunidad de destino, de participación en un asunto colectivo. No hay democracia sin un nosotros. No hay persona sin el otro. La democracia no sólo afirma la libertad, sino que también promueve la igualdad, no proclama los derechos en abstracto, sino que defiende concretamente la dignidad humana, especialmente allí donde es más gravemente violada”.
“Por eso, democracia no significa sólo instituciones, leyes y procedimientos, derechos y deberes, sino también inclusión del otro, del frágil, del marginado. Significa combatir la cultura del descarte, las adicciones con sus dramáticas consecuencias en tanta violencia, las indignas condiciones de las cárceles, los numerosos heridos de enfermedades psiquiátricas», en el centenario de Franco Basaglia, el médico que liberó a los locos precisamente de Trieste.
En conclusión, el cardenal dijo que “los católicos en Italia desean ser protagonistas en la construcción de una democracia inclusiva, donde nadie sea descartado o dejado atrás. También para esto debemos ser más alegre y simplemente cristianos, desarmados porque la única fuerza es la del amor. La encíclica Fratelli tutti nos ofrece un horizonte concreto, posible, atractivo, compartido. Un solo pueblo». Y concluyó diciendo:
“Es bonito para nosotros empezar la Semana Social en esta ciudad fronteriza. Queremos encarnar un estilo incluyente, de unidad en las diferencias. Sobre todo, queremos expresar todo el amor de que somos capaces por nuestro país. Amamos a Italia y, por ello, nos hacemos artesanos de la democracia, servidores del bien común”
ALVISE SPERANDIO
Enviado a Trieste