Millones de mujeres no podrán reclamar sus derechos ni el 8 de marzo ni ningún día del año. Millones de mujeres, en pleno siglo XXI, no serán, ni siquiera, conscientes de la existencia de esos derechos que las amparan.
Las mujeres menos formadas tienen muchas más posibilidades de pasar a engrosar las estadísticas de la pobreza y serán más vulnerables ante todo tipo de violencia, por desconocer, incluso, su derecho a denunciar y a pedir ayuda.
El trabajo con las mujeres es un eje transversal en todas las iniciativas que lleva a cabo Manos Unidas en los países en los que está presente. En 2018 Manos Unidas apoyó, directamente, a unas 800.000 mujeres.
En Senegal, Manos Unidas apoya a las mujeres rurales con escaso nivel de formación, con programas de desarrollo integral tendentes a favorecer su desempeño tanto en el seno de la familia como en las comunidades.
El viernes 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer; una fecha instituida formalmente por Naciones Unidas en 1975 y que “hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre”]. Por tercer año consecutivo, las movilizaciones, protestas y reivindicaciones de las mujeres llenan las calles copan los titulares de los principales medios de comunicación en un movimiento mundial que ya parece imparable.
Pero habrá muchas, millones de mujeres, que no podrán reclamar sus derechos ni el 8 de marzo ni ningún día del año. Millones de mujeres que, en pleno siglo XXI, no serán, ni siquiera, conscientes de la existencia de esos derechos que las amparan y que les deberían garantizar, de manera efectiva, la independencia, la seguridad y la posibilidad de tener un papel relevante en sus familias y comunidades.
Manos Unidas, Organización fundada hace 60 años por mujeres y en la que las mujeres tienen un papel ejecutivo y de gestión fundamental, quiere aprovechar esta jornada para denunciar que la pobreza, que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, es la mayor causa de vulneración de derechos de la mujer. “Una vulneración que comienza casi desde el momento del nacimiento y que se acrecienta ya desde la escuela”, asegura María José Hernando, del departamento de Estudios y de Manos Unidas. “A partir de ahí, las mujeres comienzan a quedarse atrás en el camino del desarrollo, con las consecuencias de marginación y exclusión que la falta de educación y formación conllevan”, explica Hernando.
Una igualdad aún lejana
“Las mujeres menos formadas tienen muchas más posibilidades de pasar a engrosar las estadísticas de la pobreza y serán más vulnerables ante todo tipo de violencia, por desconocer, incluso su derecho a denunciar y a pedir ayuda”, afirma Hernando.
“En Manos Unidas somos testigos de la discriminación que las mujeres sufren en todos los órdenes de la vida. Con frecuencia, las leyes y políticas, creadas por hombres y ratificadas por gobiernos mayoritariamente masculinos, les impiden acceder a la educación, a la salud, a las tierras, a la herencia o la vivienda en términos de igualdad con los hombres”, expone Hernando. “Y si a eso sumamos tradiciones ancestrales, como el matrimonio forzado, la dote o el matrimonio infantil, que, aunque legalmente abolidos se siguen practicando en numerosos países y que someten a la mujer ante el hombre, nos encontramos con un panorama que aleja bastante a las mujeres de una igualdad que, en muchos países, ni siquiera se atisba en el horizonte”, lamenta María José Hernando.
A lo largo de seis décadas de trabajo, Manos Unidas ha sido testigo de los importantes avances que se han producido en cuestiones de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en muchas comunidades y países del mundo en los que trabaja. “Pero, el camino por recorrer todavía es muy largo porque, la desigualdad lleva a las mujeres a ser víctimas del hambre, el analfabetismo, la trata, el desempleo, el trabajo esclavo y la exclusión de la vida pública y del ejercicio del poder”, asegura Hernando.
Por ello, “aunque corresponde a los Estados la obligación de desarrollar leyes y políticas que, teniendo en cuenta la vulnerabilidad de las mujeres, garanticen sus derechos, las organizaciones de desarrollo como Manos Unidas, trabajamos para dar a conocer y denunciar estas situaciones y promovemos proyectos e iniciativas que permitan a las mujeres desarrollar su potencial en igualdad con los hombres”, continúa María José Hernando.
Apuesta sin fisuras por la mujer
“En Manos Unidas tenemos comprobado que los proyectos en los que hay mujeres involucradas tienen resultados más exitosos porque las mujeres suelen mostrarse más implicadas en las tareas y comprometidas con que el proyecto dé los frutos deseados”, asegura Isabel Vogel, responsable del Área de Proyectos de la ONG. “Posiblemente por todas las responsabilidades que, desde pequeñas, se ven obligadas a asumir”, explica. “Las mujeres son agentes fundamentales del desarrollo, de creación de renta familiar y de beneficios sociales”, asegura Vogel.
Por eso, el trabajo con las mujeres es un eje transversal en todas las iniciativas que lleva a cabo Manos Unidas en los países en los que está presente, si bien la vulnerabilidad especial que padecen lleva la ONG a apoyar proyectos e iniciativas destinados específicamente a la promoción y formación en derechos de las mujeres, a la lucha contra la violencia de género, a la puesta en marcha de actividades generadoras de ingresos y al fomento de la participación social y política de las mujeres, entre otros.
En 2018 apoyamos, directamente, a más de 800.000 mujeres en los proyectos aprobados.
Desarrollo integral en Senegal: “El proyecto ha hecho milagros con nosotros”
Manos Unidas trabaja en la comunidad rural senegalesa de Ndondol desde el año 2009. En esta comunidad, compuesta por 16 pueblos repartidos en un área de 5 kilómetros, la precariedad marca el día a día de las familias de agricultores. La escasez de tierras cultivables, la degradación del terreno y las malas cosechas hacen que la producción de los cultivos, mayoritariamente de maíz y cacahuete, sea insuficiente para poder cubrir las necesidades básicas alimentarias de estas personas. Además, la falta de agua, la deficiente cobertura sanitaria y nutricional y la alta tasa de analfabetismo agravan la situación de las familias que ven en la emigración la única salida.
Hace diez años que Manos Unidas empezó su colaboración con las hermanas de Notre Dame de Missions, que trabajan en la zona desde 1984, apoyando proyectos de formación para grupos de mujeres con hijos de hasta 30 meses. Las mujeres reciben formación en asuntos relacionados con el cuidado, alimentación y prevención de enfermedades con el fin de disminuir la mortalidad infantil en la zona.
“Estos proyectos no han nacido hoy, sino que son un trabajo de reflexión con las mujeres. Hemos hecho mucho hincapié en la formación de la mujer, (…) Nuestra misión no es hacer el trabajo por ellas, sino impulsarlas y apoyarlas para que sean ellas mismas quienes lo hagan”, explica la hermana Dorothy Noronha, misionera de Notre Dame.
Manos Unidas ha apoyado, también, las actividades generadoras de ingresos a través de la financiación de un molino de mijo, un almacén para la puesta en marcha de un banco de cereales y un sistema de microcréditos para las mujeres en tres pueblos de la comunidad.
“Con el molino nos cansamos menos. En lugar de perder el tiempo pilando el mijo, vienes aquí, lo mueles y así puedes dedicar ese tiempo a otras tareas”, asegura Ben Dione, beneficiaria del proyecto.
En los últimos años, Manos Unidas ha colaborado, también, en la puesta en marcha de dos nuevas campañas en la zona: una de sensibilización en el cuidado del medioambiente y otra destinada a ampliar la cobertura sanitaria de las familias.
“El proyecto está ya dando sus frutos”, informa Philomena Dione, beneficiaria de antiguas iniciativas que ahora trabaja como animadora de grupos de mujeres. “Actualmente hay un montón de gripe. Antes los niños morían a causa de esto y ahora no, porque sus madres los llevan a la clínica, aunque esté lejos; en ese sentido el proyecto ha hecho milagros con nosotros”, afirma.
Además, se está colaborado en el refuerzo de las actividades generadoras de ingresos con la puesta en marcha de un nuevo banco de cereales en el pueblo de Ndiemane, la ampliación del sistema de microcréditos en Mbelkhaoul y la creación de 60 pequeños huertos familiares.
Manos Unidas, con su campaña “Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas” pone el foco en los millones de mujeres para quienes la pobreza es la mayor vulneración de los derechos que las amparan como seres humanos.