Entrevista con don Lush Gjergji, sacerdote y biógrafo de Madre Teresa
(ZENIT – Roma).- La Madre Teresa fue canonizada el domingo 4 de septiembre en la plaza de San Pedro en Roma. Precisamente en el Año que la Iglesia celebra el Jubileo de la Misericordia, sube a los altares esta mujer de origen albanés conocida en todo el mundo, que vivió una vida en la que con sus gestos, palabras y oración transmitió la misericordia de Dios, de forma especial, en su opción preferencial por los pobres. Para conocer más de cerca cómo fue su vida y espiritualidad ZENIT ha entrevistado a su biógrafo, don Lush Gjergji, actual vicario general de la diócesis del Kosovo.
¿Cómo fue su primer encuentro con Madre Teresa?
— Don Lush Gjergji: Mi primer encuentro personal fue en 1969, en Roma, y desde entonces ya no me “separé” de ella. Enseguida tuve la sensación de encontrarme delante de una santa viva y decidí dedicar una buena parte de mi vida para conocerla de cerca: quién era Gonxhe Bojaxhiu, su infancia, vida familiar y en la comunidad parroquial; por qué decidió hacerse hermana misionera en India en Calcuta, cómo hacía para ser tan santa y tan grande. Todo esto lo he contado y publicado en 15 volúmenes, libros dedicados a la vida, obra y espiritualidad de Madre Teresa. Y así dar gracias a Dios y a Madre Teresa por esta gran y bella presencia a dimensión mundial.
¿Cuál es el recuerdo más importante que tiene con ella?
— Don Lush Gjergji: Las 5 visitas hechas al Kosovo y el premio Nobel de la paz, el 10 de diciembre de 1979, en Oslo, junto al hermano Lazer Boajaxhiu, la sobrina, Age nat. Boajxhiu – Guttdauro y otros. También diez días de visita en Calcuta en 1989, cuando estaba en el hospital y se temía que no saldría con vida.
¿Cómo era su relación con ella?
— Don Lush Gjergji: Muy cordial, amistosa, materna, abierta y sincera. Me llamaba: “mi sacerdote”, después “el cocinero de Dios”… uniéndose a través de mí con la diócesis y el pueblo albanés de su origen. Sufría mucho por la falta de contacto con su madre Drane nat. Bernaj- Bojaxhiu y la hermana Age Bojaxhiu, de las que se separó en septiembre de 1928, en la estación de tren de Zagreb, antes de empezar el viaje en tren hacia Irlanda, Ratferharm. También por la persecución religiosa en Albania… Madre Teresa aceptaba y ofrecía todo al Señor.
¿Qué le impresionaba más en los años que pasó junto a Madre Teresa?
— Don Lush Gjergji: En estos años de conocimiento, amistad y colaboración tuve muchas experiencias bonitas y significativas que no olvidaré nunca. Me impresionaba mucho la profundidad de la fe en la oración, en la adoración y en las celebraciones eucarísticas, particularmente la sencillez, humildad, pero sobre todo la serenidad y la santidad que vivía y expresaba con cada gesto, palabra y paso de la vida y en las actividades diarias.
¿Qué significa para usted que sea canonizada una persona que conoció tan de cerca?
— Don Lush Gjergji: Mi “protagonista”, ya con la beatificación, todavía más con la canonización, es para mí una gratitud y alegría inmensa. A decir verdad, justo después de la muerte, y como decía Madre Teresa, “el regreso a la Casa del Padre”, recé y me encomendé a su intercesión. Ahora nuestra comunicación continúa con la fuerza de la fe y la inspiración del amor. La siento siempre cercana y viva.
Madre Teresa es muy admirada en todo el mundo por su elección por los más pobres. Y usted, ¿qué admiraba más en la futura santa?
— Don Lush Gjergji: Admiraba sobre todo el valor del sufrimiento de los pobres, abandonados, los leprosos, diciendo que la paz llegará al mundo a través de ellos. También la solidaridad, el compartir y la ayuda de los ricos, que expresaba en la función constante de la providencia y en la ayuda para la beneficencia.
Rocío Lancho García