La caída del Muro de Berlín en 1989 «no es solo un acontecimiento del pasado que se celebra, sino que posee una dimensión profética. Nos ha enseñado que construir muros entre las personas nunca es la solución».
30 años después de la caída del Muro de Berlín, los obispos europeos exhortan a los europeos a trabajar «juntos hacia una Europa libre y unida a través de un proceso renovado de diálogo entre mentalidades y culturas diversas, respetando nuestras diferentes experiencias históricas y compartiendo nuestras esperanzas y expectativas para un futuro pacífico común».
En un comunicado hecho público el miércoles, la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) recuerda ese 9 de noviembre de 1989 como «un momento lleno de emoción. Después de haber estado separados por un muro de hormigón durante más de 28 años, las personas que vivían en la misma ciudad pudieron encontrarse, celebrar y expresar su alegría y sus esperanzas».
Fue la culminación de una serie de acontecimientos que se habían ido sucediendo durante todo 1989: los cambios en Hungría, el colapso del telón de acero en abril y las primeras elecciones libres en Polonia en junio. Y así se convirtió en «uno de los acontecimientos más importantes en la historia europea de las últimas décadas».
Con el Muro, cayó «un símbolo de la división ideológica de Europa y del mundo», aseguran los obispos de COMECE. Y se «abrió el camino para recuperar la libertad después de más de 40 años de regímenes opresivos en países de Europa Central y del Este».
Con todo, este acontecimiento «no es solo un acontecimiento del pasado que se celebra, sino que posee una dimensión profética. Nos ha enseñado que construir muros entre las personas nunca es la solución».
«No se cumplieron todas las expectativas»
El 30º aniversario de la caída del Muro es, además, «una llamada a trabajar por una Europa mejor y más integrada», que respire –en palabras de Juan Pablo II– con sus dos pulmones, el occidental y el oriental. Todo ello, a pesar de que –como reconoce el documento– «no se han cumplido todas las expectativas» y las ideologías «que estaban detrás de la construcción no han desaparecido completamente de Europa».
Los obispos, entre los que se encuentra el español Adolfo González Montes, obispo de Almería, apuntan también que «el proceso de curación y reconciliación es delicado y difícil» todavía 30 años después, y que «está lejos de completarse» para algunas de las «víctimas de los regímenes opresivos del pasado»; personas cuya «determinación, compromiso y sufrimiento fueron decisivos para la libertad que Europa disfruta hoy».
Con todo, el conjunto de los obispos europeos opta por «revivir y fomentar esos signos de esperanza, esas expectativas para un futuro mejor en Europa y para todos los europeos» que tan extendidos estaban en 1989.
Alfa y Omega
Foto: REUTERS/David Brauchli