Los prelados advierten contra «la aparición de intensas relaciones digitales que hacen languidecer o incluso desaparecer otras relaciones en las que sus protagonistas están cara a cara» y de la «manipulación» y la dificultad para distinguir «la verdad de los bulos» en internet.
Los obispos españoles comienzan su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales advirtiendo contra «la aparición de intensas relaciones digitales que hacen languidecer o incluso desaparecer otras relaciones en las que sus protagonistas están cara a cara». Los prelados entienden que el encuentro personal permite establecer «una comunicación más completa».
Esta degradación en las comunicaciones afecta principalmente a los jóvenes y detrás de ella se encuentran las grandes compañías tecnológicas que, además ofrecen sus servicios de forma gratuita pero a cambio de recoger masivamente información personal de los usuarios. «De este modo, mientras las leyes limitan la difusión de contenido personal, las grandes compañías conocen quiénes somos, qué hacemos, dónde y cómo lo hacemos, a cambio de servicios de calidad y gratuitos. La moneda de pago de esos servicios es la propia intimidad ofrecida después por esas compañías en el mercado de la información».
Los efectos de esta práctica, clama la jerarquía, «se hacen visibles rápidamente con el debilitamiento de las relaciones personales, la manipulación de las opciones sociales y el bien común, o la dificultad creciente para acceder a la verdad que ya anuncia nuevas modalidades».
Debilitamiento de las relaciones personales
Contra el primer efecto, los obispos proponen someter al test de la relación presencial todas aquellas novedades que se han generado en un entorno digital porque «si la persona quiere obtener relaciones personales de calidad, y no se puede olvidar que eso es el amor, siempre será necesario un quién con el que conversar, un quién completo, con una presencia completa, no meramente digital».
Manipulación de las opciones sociales
A las relaciones digitales, la CEE le achaca también la modificación de las percepciones y las decisiones libres en aquellos contextos en los que son los ciudadanos los que tienen la capacidad de tomar decisiones de largo alcance. Por ejemplo, en unas elecciones. «Es entonces cuando los intereses particulares y ocultos de unos movilizan los recursos digitales suficientes para transformar las percepciones de quienes tienen que elegir y modificar sus decisiones».
Contra esta práctica, «la única alternativa consiste en redoblar la formación social de los ciudadanos, haciéndoles conscientes de la responsabilidad que tienen sobre el bien común, no solo con sus opciones y decisiones sobre el gobierno de lo público sino también con sus acciones positivas en favor de los otros».
Dificultad para acceder a la verdad
Por último, los prelados alertan de la dificultad creciente que el contexto digital impone para acceder a la verdad. «El problema no es que el mundo de internet, desde la web hasta las redes sociales, se haya convertido en el espacio de los bulos, las calumnias, las insidias o las falacias; sino que, conviviendo éstos con la verdad, el rigor, la objetividad o la exactitud, no existen las herramientas para discernir lo uno de lo otro». De esta forma, «la verdad se ha hecho, de tan costosa, casi inaccesible».
Volver a las relaciones personales
Sin embargo, los obispos españoles concluyen su mensaje con esperanza. Hay solución. Esta pasa por humanizar el mundo digital «desde la convicción de la importancia personal del otro que debe ser atendido y amado, desde el aprecio de la importancia del bien común que debe ser comunitariamente alcanzado y desde la verdad que irradia su luz sobre las realidades creadas».
En este sentido, «la red debe ser poblada de nuevas comunidades cristianas con los mismos rasgos de aquellas primeras comunidades que impresionaron y transformaron su tiempo: lugares de comunión y celebración de la Palabra, espacios para el aliento y la compañía ante las dificultades, ambientes en los que se organiza y se prepara la misión, como anuncio del verbo de Dios encarnado».
J. C. de A.
(Foto: REUTERS/Mike Segar)