Es el país más joven del mundo, pero desde que se formó, solo conoce la guerra, las luchas de poder. Se trata de Sudán del Sur. Sin embargo, recientemente las distintas facciones enfrentadas han firmado la paz. Es la enésima vez que se llega a un acuerdo. La pregunta es si esta paz será duradera o, incluso, la definitiva. Responde en Vatican Insider monseñor Hiiboro Kussala, obispo de Tombura-Yambio y presidente de la Conferencia Episcopal de Sudán del Sur, que estuvo en Roma en visita “ad limina” al Papa.
Precisamente, el Santo Padre tenía pensado, e incluso organizado, un viaje al país africano junto con el líder anglicano Justin Welby, pero tuvo que ser aplazado indefinidamente por culpa de la inseguridad y la violencia.
Excelencia, ¿se puede tener confianza en este acuerdo?
Se ha firmado el acuerdo, pero el proceso no ha concluido. Ahora vendrá el trabajo de las diferentes comisiones. Se puede decir, sin duda, que no es perfecto, pero es bastante bueno y suficientemente capaz como para detener la guerra e impulsar la esperanza de que la paz puede resistir, no solo algunas semanas o algunos meses. Todo lo que se mueve en dirección de la paz y de la reconciliación es positivo, y nosotros, como Iglesia, sostenemos cualquier iniciativa. Uno de los mejores aspectos de este proceso es que ha sido incluyente. Efectivamente ha involucrado a un gran número de partidos de oposición, mientras diferentes países vecinos, como Uganda, Kenya, Etiopía y Egipto, junto con la Unión Africana, han demostrado el propio apoyo. Además, hay que subrayar que el acuerdo fue firmado en Khartoum y que Sudán favoreció el diálogo, se planteó como facilitador y no creó ningún obstáculo. Creo que el papel de Sudán, por una parte, y de Uganda, por otra, países involucrados de diferentes maneras en el conflicto, ha sido fundamental. Se siente mucho su influencia en el acuerdo. Claro, hay que tener cuidado ahora, para que no se adjudiquen solo ellos el éxito de las negociaciones, reivindicando ventajas y poder.
¿Cuáles son los puntos débiles?
Para satisfacer a todos los grupos y convencerlos de que abandonaran las armas, se creó una estructura gubernamental paquidérmica. Un presidente, 5 vicepresidentes, más de 40 ministros que, a su vez, tienen viceministros y subsecretarios: estamos por dar a luz al ejecutivo más grande del mundo. Sin hablar de los mini gobiernos y parlamentitos que nacerán en las 32 provincias. Además de hacer muy difícil el trabajo del gobierno, esta estructura política implicará un enorme gasto de dinero. No tenemos calles, agua potable, escuelas u hospitales. ¿Cómo se justificará el uso del dinero para financiar la política? Habrían debido pensar en estructuras más ágiles. Nosotros, en la sede de las negociaciones, lo hicimos presente mediante el representante del Consejo de las Iglesias, un protestante. Pero no fuimos escuchados. Desgraciadamente, las negociaciones no serán tanto sobre la política, sobre las ideologías o visiones, sino sobre las estrategias para mantener los equilibrios y satisfacer a todos. En este sentido, debo admitir que estoy preocupado y creo que es importante que la comunidad internacional esté alerta e intervenga para proteger el acuerdo. Para superar los puntos críticos, es fundamental que todos, incluidas la UE, China, Rusia, las ong y la Santa Sede, sigan paso a paso el proceso. Otro de los puntos importantes sobre cómo insistir es la conversión de muchos grupos armados: hay un número increíble de armas en Sudán del Sur. Será decisivo que sean incluidos gradualmente dentro de las estructuras para la seguridad gubernamental.
El Papa ha llamado la atención sobre la situación de Sudán del Sur. ¿Ha ayudado al proceso de paz?
El Santo Padre ha sido fundamental, nunca pierde la ocasión para animarnos. Además de todas las iniciativas de oración o los llamados, convocó hace ocho meses a un encuentro interreligioso en Roma para favorecer la paz y se mantiene en contacto constante y directo. Ha expresado el deseo de venir a visitarnos y esperemos que pueda realizarse. Además del Papa, hay que subrayar el aporte de la Santa Sede. El cardenal Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, vino a Yuba y escribió una carta a los políticos, mientras la Secretaría de Estado siempre ha estado muy activa en la región haciendo sentir su presencia. Ahora que se ha firmado el acuerdo, además, la Santa Sede puede ser decisiva en el apoyo. Vea usted, cinco años de guerra nos han postrado. Han provocado odio y desconfianza en el pueblo, han dividido al país en tribus, han creado enormes sufrimientos a la economía, que ya estaba de rodillas, y ha obligado a la fuga a cientos de miles de personas. Solamente en mi diócesis tengo 7 iglesias que alojan a decenas de miles de desplazados. Y después están los millones de sudaneses del sur que se encuentran en Uganda, en Kenya, en Sudán, en Etiopía. Incluso algunos miles han encontrado refugio en países en guerra como el Congo o la República Centroafricana. Sentir la cercanía del Papa y de la Iglesia universal es vital para nosotros.
¿Qué tal el encuentro con el Papa?
Este lunes fuimos recibidos por el Papa Francisco, que para nosotros se ha convertido en un verdadero padre. Nos dijo que siguiéramos teniendo confianza y animando a los demás: La guerra, dijo, «no es la última palabra en Sudán del Sur», y nosotros sabemos bien que sus palabras pueden cambiar el curso de los eventos. Si el mundo olvida a Sudán del Sur, nosotros podemos estar seguros: el Papa Francisco nunca se olvidará de nosotros.
Alfa y Omega
Imagen: Los obispos de Sudán del Sur asistiendo
a la Misa del Papa en Santa Marta
(Foto: CNS)