Igual que en el Reino Unido, prevalecerá el derecho de los hijos a conocer la identidad de sus padres, si bien esto no comportará para ellos obligaciones legales
En Alemania hay catorce bancos de esperma y alrededor de 100.000 personas que han nacido gracias a una donación, a las que hasta ahora les estaba impedido el acceso a la identidad de su padre biológico. El Parlamento alemán ha reaccionado, sin embargo, a una sentencia dictada por el Tribunal Constitucional alemán en febrero de 2013 a favor de Sarah P., una joven de 22 años a la que concedió el derecho de ser informada acerca de la identidad de su padre por parte de la clínica de la ciudad de Essen donde fue concebida a través de una donación de esperma en 1990.
Sarah será la primera de todos aquellos hijos nacidos por inseminación artificial que a partir de ahora deseen tener conocimiento de la identidad del donante en su propio caso, gracias a la creación de un registro nacional de donantes de semen en el que deben constar los datos de todos los donantes. Los hijos podrán acceder a los datos a partir del momento en el que hayan cumplido los 16 años de edad. El personal médico, técnico o burocrático que haya participado en el proceso podría enfrentarse a partir de ahora a una multa o pena de cárcel en caso de negarse a facilitar la identidad del donante.
«Con esta medida se garantiza una alta protección de los datos personales guardados», señaló el ministro de Sanidad de Alemania, el cristianodemócrata Hermann Gröhe. Cada donante quedará registrado en el banco de datos oficial con nombre, apellido, fecha y lugar de nacimiento, nacionalidad y dirección, una información que se almacenará durante 110 años.
El derecho de los ciudadanos nacidos por inseminación artificial a conocer sus propios y verdaderos orígenes queda además garantizado por ley. La posibilidad de conocer la identidad del progenitor no llevará aparejado, sin embargo, ningún derecho de reconocimiento de paternidad ni tendrá validez a la hora de emprender reclamaciones legales. Con todo esto se pretende evitar que se reduzca el número de hombres dispuestos a convertirse en donantes.
La nueva ley recoge el principio establecido por la jurisprudencia sentada por el Tribunal Constitucional, según la cual el derecho de una persona a conocer su origen es más importante que el derecho del médico a asegurar el anonimato a un donante. «Actualmente, esa información está en manos de los médicos que llevan a cabo el tratamiento», explica Andreas Hammel, ginecólogo y director de un banco de donantes en Erlangen.
Desde 2007, las clínicas tienen la obligación de archivar los nombres de los donantes durante 30 años, pero esos datos solo llegaban a la progenie con el permiso anticipado de sus padres legales o tutores. La nueva normativa contempla, por el contrario, que solo el hijo biológico, y no sus responsables legales, podrá solicitar el derecho a conocer la identidad del donante. Una vez lo haga, tanto él como su padre biológico recibirán información sobre el proceso y, si están conformes, podrán establecer el contacto.
Algunos ginecólogos han advertido que habrá clientes de bancos de semen que acudan a otros países a buscar una donación porque desean expresamente que sea un donación anónima y que lo siga siendo en el futuro. En Europa, la legislación sobre este tipo de donaciones varía según el país. En Reino Unido se documentan los nombres de todos los donantes, y todos los niños que hayan cumplido 18 años tienen derecho a conocer el nombre de su padre biológico. En Dinamarca, por el contrario, los donantes tienen la posibilidad de permanecer en el anonimato. En los Países Bajos se mantiene en todos los casos en secreto la identidad de los donantes.
Igual sucede en España, donde la donación tanto de semen como de óvulos es anónima y la ley exige custodiar los datos de identidad del donante en el más estricto secreto. Para los donantes, el problema estriba en la posibilidad de que en el futuro los hijos hagan valer sus derechos económicos. En EE. UU., que legisló el derecho a conocer la identidad del padre donante de semen, se han dado ya casos en los que hijos nacidos a través de una donación de esperma han podido hacer valer incluso su derecho a recibir el pago de alimentos por parte de su padre biológico. En este caso, la donación se hizo en forma privada y no a través de un banco de esperma, ya que los donantes en hospitales estadounidenses están protegidos legalmente contra juicios por manutención.
Andreas Hammel recuerda la gran utilidad que esa información puede tener para un hijo en casos de enfermedad o tendencias genéticas y considera que la normativa alemana protege convenientemente a los donantes de esa reivindicación. Añade además que la ley debería dar la misma a los niños adoptados:«Los hijos adoptivos no tienen posibilidad alguna de exigir conocer la identidad de sus padres y también podría crearse un banco de datos para ellos», sugiere.
Rosalía Sánchez/ABC. Berlín