La guerra de Bosnia finalizó oficialmente con el Tratado de Dayton, firmado en 1995, pero las heridas siguen abiertas e inciden sobre la vida de las personas todavía hoy, 23 años después del fin de la guerra. Del más de medio millón de católicos que vivían en el país, «más de la mitad fueron expulsados como consecuencia de la guerra y no hubo apoyo después para que regresaran», afirma el cardenal Puljic, arzobispo de Sarajevo, en entrevista con la organización internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada. A día de hoy, muchos católicos, la mayoría de origen croata, siguen marchándose del país por el trato desigual frente a otras confesiones
¿Cuál es la situación actual de los católicos en Bosnia y Herzegovina?
La mayoría de los católicos fueron expulsados de sus casas como consecuencia de la guerra y de los sucesos de la posguerra; hubo muchas destrucciones y saqueos. Después del conflicto no hubo apoyo político ni económico para que los expulsados regresaran de modo permanente. El Acuerdo de Dayton no se llevó a la práctica. Los que más sufrieron fueron la minoría de los croatas católicos. Para ellos ha sido y es más difícil conseguir sus derechos. Esta inseguridad sigue apreciándose en la gente. Por eso, hay quien sigue abandonando el país, porque se preocupan por el futuro de sus hijos.
Cardenal Puljic, arzobispo de Vrhbosna
¿Qué es lo que más le preocupa?
No hay trato de igualdad en las regiones en las que una minoría de católicos se ve rodeada por la mayoría de otras confesiones. Esa falta de igualdad se exterioriza en lo político y administrativo y, sobre todo, cuando se trata de puestos de trabajo. La Iglesia católica en Bosnia y Herzegovina se plantea la seria cuestión de su futuro. Cuando no haya más croatas, no habrá ya católicos, puesto que la mayoría de los católicos del país son croatas. También por esta razón es importante conseguir un trato de igualdad.
¿Dónde ve síntomas positivos?
En nuestro país, la Iglesia intenta vivir y actuar como si todo fuera normal; de ese modo, intentamos trasmitir una conciencia particular y la esperanza en el futuro. Así sucede en la labor pastoral y caritativa, y en la educación. Aquí hemos de ser «la sal de la tierra» y esforzarnos en pro de la esperanza, de la dignidad humana y de los derechos humanos.
¿Cómo contribuyen los cristianos a superar los acontecimientos de la guerra y sus consecuencias en Bosnia y Herzegovina?
Es una gran gracia vivir con fe. La esperanza y la fuerza la obtenemos en la oración personal y comunitaria. Un apoyo importante son las Misas dominicales y nuestras peregrinaciones.
Con ocasión del centenario de las apariciones en Fátima, hemos consagrado cada una de las parroquias y toda la archidiócesis a la Virgen María.
Jesús se hizo hombre y vino a nuestra realidad. Del mismo modo que Dios se ha hecho cercano a los hombres como Emmanuel, como «Dios con nosotros», también nosotros hemos de hacernos cercanos unos a otros y a Dios. Se trata de curar las heridas perdonándose los unos a los otros y confiándose con alegría al amor de Dios.
ACN España/Alfa y Omega
Imagen: Encuentro del Papa con religiosos y seminaristas en Sarajevo