La Fundación Universitaria CEU San Pablo entrega los XXIII Premios CEU Ángel Herrera. Con estos galardones, «que hacen especial hincapié en la difusión de la cultura cristiana», los responsables de la fundación confían en impulsar el compromiso de artistas que dan testimonio de su fe, así como proyectos éticos y solidarios.
«A veces parece que los católicos no existen en el mundo contemporáneo», lamenta Alfonso Bullón, presidente de la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Por ese motivo, está convencido de que «hay que hacer ver que el catolicismo tiene una gran fuerza en España y en estos tiempos es muy bueno decir que estamos aquí». Para demostrarlo, su universidad concede este jueves los XXIII Premios CEU Ángel Herrera.
A través de estos premios, Bullón confía en que los ganadores perciban «que sabemos lo que están haciendo y nos parece magnífico». La lista de galardonados es larga. Por un lado, el periodista Carlos Franganillo y la gimnasta Alejandra Quereda han recibido el Premio CEU Ángel Herrera ALUMNI, un reconocimiento especial para sus antiguos alumnos. También Santander Universidades, una institución creada bajo el amparo del Banco Santander, ha recibido el premio Ángel Herrera a la colaboración empresarial en el ámbito educativo. Y tanto Microsoft Ibérica como Amazon Web Services han recibido el Premio CEU Ángel Herrera a la innovación educativa en el sector tecnológico.
No obstante, y sin desmerecer a los anteriores, Alfonso Bullón insiste en la importancia que tienen los premios que «hacen especial hincapié en la difusión de la cultura católica». Una categoría en la que los directores de orquesta Inma Shara, primera mujer en dirigir un concierto en el Vaticano, y el obispo Marco Frisina, rector de la basílica de Santa Cecilia en Trastévere, comparten galardón. «Este año hemos querido ser originales y reconocer la música», explica Alfonso Bullón. «La cultura no son solo las obras filosóficas en papel», añade.
Coincide con él Inma Shara, quien considera que «tanto la música como la religión son caminos de excelencia que nos llevan a la utopía». A su juicio, la fe y el arte son dos elementos indispensables «para construir una sociedad con conceptos de superación, bonhomía, valores, humanidad y honestidad». «Son códigos de circulación éticos», resume. Por eso, confiesa que el Premio CEU Ángel Herrera a la difusión de la cultura católica «es uno de los reconocimientos que más me ha emocionado porque pone en valor todo aquello en lo que creo, lo que siento y por lo que me comprometo dentro del orden social cristiano».
El otro ganador de este reconocimiento, monseñor Frisina reivindica el «poder extraordinario» que la música tiene sobre el hombre. «Es directa y envolvente, golpea los sentimientos y está ligada a los recuerdos y las experiencias vividas de manera verdaderamente significativa». A su juicio, cada arte tiene su propio lenguaje y capacidad de evocación, y en el campo que le ocupa, «la música mueve los recuerdos y las emociones más profundas». Afectado por estos sentimientos, confiesa recibir con «un gran honor y alegría» el premio «porque me hace comprender que la cultura acerca a las personas y las confraterniza, sobre todo al compartir los mismos ideales culturales cristianos».
Por otro lado, como comenta Alfonso Bullón, los responsables de la Fundación Universitaria San Pablo CEU también «queremos premiar a la gente que realiza una labor solidaria, de ética y valores». Así, la Fundación Recover, que promueve el desarrollo de hospitales en África, ha sido reconocida con Premio CEU Ángel Herrera a la solidaridad, cooperación al desarrollo y emprendimiento social.
«Para nosotras, el premio es superimportante. Supone un reconocimiento al esfuerzo y al trabajo que hacemos cada día y eso te llena de orgullo», presume María Jesús de la Fuente, directora de la fundación. Además, hace balance del trabajo realizado hasta ahora. «Empezamos a caminar en 2007 y llevamos doce años de trabajo en África centrados en Camerún, que es donde empezamos». Poco a poco, Fundación Recover se ha extendido a otros países cercanos como Benín, Costa de Marfil, Chad y República Democrática del Congo.
«Nuestro objetivo fundamental es fortalecer los centros médicos para que sean sostenibles y no necesiten de la cooperación», explica De la Fuente. «Para lograr esta sostenibilidad, es clave la formación y capacitación de los profesionales, ya sean sanitarios de mantenimiento o administrativos», añade. Una estabilidad que, como reconoce la directora de Fundación Recover, solo encuentran en la Iglesia católica. «El trabajo que realizamos es en la mayoría de los casos con congregaciones religiosas, que son quienes nos aseguran que no tienen ánimo de lucro, se van a quedar en el proyecto, tienen el ojo puesto en el paciente y luchan contra la corrupción».
Por último, el Premio CEU Ángel Herrera Ética y Valores ha recaído en la Fundación Aladina y su presidente, Paco Arango, quien lleva 15 años acompañando a niños enfermos de cáncer. «Somos una de las mayores pesadillas para el cáncer infantil, trabajamos, vivimos y luchamos para que ningún niño pierda la sonrisa».
Desde 2005, la fundación que Arango preside ha colaborado con 17 hospitales por toda España. A través de la recaudación de películas como Maktub o Lo que de verdad importa, «hemos conseguido mejoras muy importantes», celebra. Entre los logros de la Fundación Aladina, destaca la inauguración en 2013 del centro Maktub, pionero en trasplantes de médula ósea; la reforma en 2016 de la UCI Infantil del Hospital Niño Jesús, una obra que necesitó un millón y medio de euros; o la equipación en 2018 de la Unidad de Adolescentes Oncológicos del Hospital Gregorio Marañón.
«Cualquier premio es una bendición y el CEU se ha volcado con nosotros de una forma muy especial, este es el colofón a su generosidad», opina Paco Arango. «Es un abrazo cariñoso que no debería ser para mí. Siempre me llevo la gloria de lo que hacemos, pero es importante remarcar que en Aladina hay gente que me supera con creces», concluye.
«África subsahariana sufre un 24 % de la carga que suponen las enfermedades en el mundo, pero solamente maneja un 3 % de los recursos financieros y cuenta con un 1 % de los profesionales del mundo», denuncia María Jesús de la Fuente, directora de la Fundación Recover. Esta institución, ganadora del Premio Ángel Herrera a la solidaridad, cooperación al desarrollo y emprendimiento social, trabaja desde 2007 por la habilitación de centros de salud dignos en el continente negro, especialmente en Camerún y sus alrededores.
«No es una tarea fácil abordar estos problemas porque el requisito previo es tener los fondos necesarios», explica de la Fuente. «Y conseguir estos fondos es una tarea dura que hay que trabajar cada día convenciendo a los financiadores», añade. No obstante, espera impulsar el proyecto con los 6.000 euros de dotación económica con los que cuenta el premio que acaba de ganar.
Gracias al apoyo y la visibilidad que supone este premio, Fundación Recover confía en seguir formando profesionales locales en sus proyectos. También planea organizar viajes con voluntarios españoles «que se acerquen a los centros, hagan una consultoría, identifiquen sus necesidades y debilidades y pongan en marcha campañas concreta». Así, procuran poner en marcha proyectos que aseguren «la sostenibilidad económica del centro».
«Cada día creo más en la importancia de la religión», sostiene Inma Shara, ganadora del Premio CEU Ángel Herrera a la difusión de la cultura católica. «La música y la religión son alimentos necesarios para crear una sociedad mejor», opina.
La suma de estos dos elementos ayuda a la directora de orquesta «a crecer como ser humano y como artista». «Tengo el privilegio de sentir una serenidad interior que me ayuda a ver con mayor generosidad la vida», considera. Una tranquilidad que, según dice, «me ayuda a descifrar la esencia de la apariencia».
La calma que Inma Shara siente por su relación con Dios también le sirve para «saber con fuerza que no quiero una sociedad cacofónica donde prime lo cuantitativo frente a lo cualitativo», Y se niega a construir un mundo «en el que no sabemos a donde vamos pero siempre tenemos prisa».
Inma Shara considera que un director de orquesta es un transmisor de sentimientos que «refleja su compromiso social través de la forma que tiene de expresar una frase musical». Fruto de esta espiritualidad, cuando dirige a los músicos procura verlos «con otra mirada». «La belleza que mana de la religión y la música te transporta para poder comunicarte con el ser humano y encontrar la mayor riqueza en los demás», considera.
Por último, reconoce que haber sido la primera mujer en dirigir un concierto en el Vaticano, algo que hizo en 2008 frente a Benedicto XVI, «es uno de los mejores regalos que me ha concedido la vida a nivel profesional y personal».
«Tenemos que divulgar las enormes riquezas de la cultura cristiana y, sobre todo, que los jóvenes se enamoren del arte, la poesía y la música que se inspiraron sobre los grandes valores cristianos», opina Marco Frisina. Para el obispo italiano, actual maestro de capilla de la catedral de Roma y ganador del Premio CEU Ángel Herrera a la difusión de la cultura católica, «es posible y necesario evangelizar a través del arte, que es la expresión más alta del hombre, la que permite al alma exteriorizar las emociones más profundas que la agitan y la hacen feliz».
Frisina, que considera que la música es una forma de hacer oración, se muestra convencido de que esta manifestación artística «puede guiar los sentimientos humanos hacia Dios y dar las alas necesarias para elevarse con mayor fuerza en su dirección».
Empeñado en la difusión de la cultura católica, Frisina explica que esta evangelización no consiste en «imponer una visión del mundo», si no en «ofrecer una lectura más profunda y creyente de la historia».
No obstante, este testimonio no se puede dar de cualquier manera. «A veces se cree que una obra que habla de Dios debe asemejarse a ciertas representaciones barrocas, pero el arte que habla de Dios respira vida y nos muestra las grandes maravillas del corazón humano», matiza.
Por último, el rector de la basílica de Santa Cecilia en Trastévere, señala que «el arte es siempre un acto de amor». «Es el compartir generoso de lo que tenemos en el alma y que deseamos dar a nuestros hermanos y hermanas».
«Tengo el corazón roto en más de 500 pedazos», confiesa Paco Arango. No obstante, para el presidente de la Fundación Aladina, una entidad dedicada al acompañamiento de niños y adolescentes enfermos de cáncer, «cada uno que sigue con nosotros nos hace luchar con la misma fuerza». Tras recibir el Premio CEU Ángel Herrera Ética y Valores explica que, gracias a su fe, ve a estos niños «como ángeles que vienen a darnos una lección de vida y dejar su huella de amor en muy corto tiempo y de una manera muy profunda». «La gente piensa en maldecir a Dios cuando ve a un niño enfermo de cáncer, pero yo le he visto llorar por las esquinas de los hospitales», cuenta.
Arango insiste en que trabajar con los niños enfermos de cáncer no fue una idea que se le ocurriera a él. En pleno éxito de su carrera como productor, músico y director de cine, decidió hacer un parón y buscar algo que hacer por los demás porque era consciente de que «Dios me había dado mucho más que a mucha gente, había crecido en una familia simpática y no pasé hambre». «Le dije a un amigo cura que me buscara algo difícil porque quería mancharme las manos, me dijo que trabajara por los niños con cáncer, entré en un hospital y no salí de allí».
«En Fundación Aladina no somos médicos, le digo a mi gente que ellos tienen que protegerse, pero nosotros tenemos que llorar como un miembro más de la familia para hacer nuestro trabajo bien», explica Paco Arango. «Lo que vivimos es muy duro pero, como paradoja, tenemos una butaca en primera fila para el mayor espectáculo del amor», asevera.
Rodrigo Moreno Quicios
Imagen de portada: Una voluntaria de la Fundación Recover
durante una visita a África.
(Foto: Fundación Recover)