«La adolescencia es una etapa preciosa, en la que los chicos están llamados a descubrir quiénes son, cuál es su identidad. Es una etapa crucial para madurar, para poner en juego su libertad después y poder lanzarse al mundo», dice Ruth María de Jesús, profesora de psicología de la Universidad Francisco de Vitoria y docente del Instituto Juan Pablo II, que este lunes a las 20:00 horas habla sobre Jóvenes desencantados en la parroquia madrileña Virgen del Cortijo, dentro de su ciclo de familia que alcanza ya su tercer año
A la hora de abordar el trabajo con adolescentes, la profesora de psicología Ruth María de Jesús prefiere alejarse de las habituales noticias de tipo dramático sobre adolescentes que suelen aparecer en los medios de comunicación, porque prefiere entusiasmarse «con el horizonte que tenemos por delante en esta etapa. Hoy parece que nos centramos en las casuísticas y así perdemos la perspectiva de sentido».
Para la profesora de la UFV, el punto de arranque de la adolescencia se produce cuando comienzan los cambios físicos y puberales, que en los últimos años se están adelantando debido a factores sociales: «La niñez se está acortando porque hay un vacío de identidad en su última fase, y esto se nota en la forma de vestir de los menores, en el ocio que consumen, en los libros que leen y en las series que ven. Se ha vaciado de contenido el final de la infancia, y eso tiene un incidencia física. Además, las inseguridades afectivas también precipitan que la pubertad llegue antes».
En cualquier caso, la adolescencia es una etapa capital «para que la persona descubra quién está llamado a ser, para que sea consciente de que es un ser único e irrepetible, con una misión. Los adolescentes deben empezar a conocer qué significa vivir. Deben tener ideales y valores que les ayuden a orientar su vida».
En este sentido, es clave el acompañamiento, porque «los adolescentes no pueden recorrer este camino solos. Necesitan adultos que les guíen, que les ayuden a descubrir qué es la vida. Eso se lo tiene que revelar un adulto desde su experiencia y desde su cercanía. Los padres son importantes, pero también son necesarios otros adultos: profesores, catequistas, monitores, sacerdotes, amigos… e incluso algún joven con algunos años más que ya ha realizado ese camino».
Si no tienen este apoyo, «nos encontramos con eternos adolescentes a los que les han faltado referentes adultos para vivir plenamente estos años». Por el contrario, si cuentan con el acompañamiento necesario, los chicos «saben reconocer que, aunque lo tienen todo, eso no les llena y anhelan algo más. Por eso, cuando alguien les muestra algo nuevo y profundo, lo saben identificar. Pero alguien se lo tiene que mostrar».
Sin embargo, este recorrido no está exento de riesgos, como son las dependencias y esclavitudes: drogas, alcohol, pornografía y adicciones a videojuegos o Internet. «Esta etapa da vértigo y el adolescente tiene muchas expectativas que a lo mejor no se cumplen, de ahí que sea posible caer en las dependencias», asegura Ruth María de Jesús.
«Vivimos en una cultura muy hedonista –asegura– que busca la satisfacción inmediata, y eso genera frustración. Ahora hay una oferta muy amplia de posibilidades evasivas», entre las que, en su opinión, la que hay que afrontar con mayor cautela es la adicción a la pornografía: «está muy extendida porque es muy accesible y está muy generalizada, al alcance de todos. Las encuestas dicen que la mayoría de los adolescentes ya ha visto pornografía. No son conscientes del riesgo y al principio no lo ven como un problema, pero ya hay muchos que lo identifican así y han empezado a pedir ayuda. Es un tema muy importante porque hiere una parte esencial del ser humano como es la llamada al amor, y que en esta etapa es esencial transmitir y vivir bien».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
(Foto: Pixabay)