¿A qué se reduce nuestro cristianismo sin la luz de la fe que ilumina, sin la confianza que brota de la esperanza y sin el amor de Dios derramado en los corazones? Esta es la pregunta que se hace el autor y a la que da respuesta con esta obra presentando de un modo sencillo y esencial las tres virtudes teologales, que conciernen a la relación del creyente con Dios. De cada virtud explica en qué consiste, sus fundamentos doctrinales y su vivencia espiritual o implicación en la vida cotidiana. La llamada a la santidad se concreta en una vida cristiana cimentada sobre las tres virtudes: una vida que dé un testimonio valiente y a contracorriente, que infunda la confianza de que Dios no nos abandona, que abra el corazón al amor de Cristo para vencer el egoísmo y sentar los fundamentos eternos de la civilización del amor.