El perdón es la demostración más evidente de la omnipotencia y el amor del Padre, que Jesús reveló en su vida terrenal. La misericordia divina tiene un significado especial en la vida y en el itinerario espiritual del papa Francisco, y también -como se recuerda en la Carta apostólica Misericordia et Misera-, «el Sacramento de la Reconciliación tiene que encontrar su lugar central en la vida cristiana». Usando casi las palabras del Pontífice, con este volumen, la Penitenciaría Apostólica tiene la intención de ofrecer apoyo para la Confesión y las Indulgencias. Contiene directrices para los fieles sobre qué es la confesión, cómo prepararse para el sacramento de la confesión, el acto de contrición por parte del confesor, y que son las Indulgencias y cómo conseguirlas. El libro se enriquece con los comentarios del papa Francisco a la parábolas de la pecadora que besa los pies a Jesús, la adúltera perdonada y el siervo despiadado.
Título: La fiesta del perdón con el Papa Francisco
Autor: Penitenciaría Apostólica
Editorial: San Pablo Comunicación SSP
Número de páginas: 104
Precio: 10 €
Penitenciaría Apostólica
La Penitenciaría Apostólica no es “un lugar de detención, una especie de prisión de la Iglesia” ni tampoco un lugar donde van “habitualmente las personas a confesarse para reconciliarse con Dios”. Es “el dicasterio más antiguo de la Curia romana”, y “el primero de los tribunales apostólicos, cuya competencia recae exclusivamente en el fuero interno, es decir, en el ámbito íntimo de la relación entre Dios y el pecador”.
Este “tribunal de la misericordia” desempeña “un servicio puramente espiritual, unido inmediatamente con el fin último de toda la existencia eclesial: la salus animarum”. Por tanto, su fin “es el de facilitar a los fieles en el camino de reconciliación con Dios y con la Iglesia, en la conciencia de que la reconciliación, realizada por Cristo y actuada por el Espíritu Santo, ordinariamente pasa a través de la mediación eclesial, ya que la Iglesia misma actúa, en el tiempo y en la historia, exclusivamente como cuerpo unido y en dependencia de su cabeza, Jesucristo”.
Esta es una verdad “que lamentablemente muchos católicos ignoran”. La intervención de la Iglesia en el perdón –explicó– pertenece a la voluntad misma de Dios. No se trata de una praxis que se ha desarrollado con el pasar del tiempo, ni tampoco en una forma con la que se pretende centralizar o burocratizar el perdón.
La penitenciaría no es un “tribunal” en el sentido moderno de la expresión, porque su “actividad jurisdiccional no tiene carácter contencioso, sino voluntario, y no de forma pública”. Por el contrario, es “un tribunal peculiar, que juzga y conoce a través de la autodenuncia del penitente, el cual da testimonio de las circunstancias de la propia ofensa”. Es el conjunto de las relaciones entre el fiel y Dios, en las cuales interviene la mediación de la Iglesia no para regular directamente las consecuencias sociales de tales relaciones, sino para procurar al bien sobrenatural de los fieles para su amistad con Dios, y por tanto al estado de gracia, y por tanto, finalmente para la vida eterna.
Las competencias son los cinco delitos penados con la excomunión, reservada a la Sede apostólica (profanación de las sagradas especies eucarísticas, violación directa del secreto sacramental, absolución del cómplice de un pecado contra el sexto mandamiento, agresión física a la persona del romano pontífice y consagración de un obispo sin mandato pontificio), a la que se ha unido recientemente la “ordenación de una mujer”.