Pierre-André Dumas, el obispo que se ofreció como rehén a cambio de las seis hermanas de Santa Ana, denuncia que la violencia en Haití «es casi como una guerra» y señala que «la democracia está en fuera de juego».
1 de febrero 2024.- «No tuve miedo», asegura el obispo haitiano Pierre-André Dumas sobre la oferta que hizo para intercambiarse por las seis hermanas de Santa Ana secuestradas el 19 de enero en un autobús de Puerto Príncipe. «Cristo nos ha dicho que no hay nada más grande que dar la vida por quienes amamos», cuenta a Alfa y Omega el prelado de la diócesis de Anse-à-Veau y Miragoâne. Finalmente no hizo falta que se entregara, pues las religiosas fueron liberadas el 24 de enero gracias a la presión internacional y a la entrega de un rescate simbólico. Explica que con su oferta no pretendía realizar solo «un gesto de solidaridad», sino «también decir que en la Iglesia católica todo lo vivimos juntos». «Los líderes religiosos hemos acompañado al pueblo y estamos siempre dispuestos a ofrecernos».
«La liberación de nuestras hermanas ha sido una alegría desbordante para la congregación, la Iglesia y el mundo», cuenta Marlène Gérard, hermana de Santa Ana en Haití. «Todo se llevó a cabo con la máxima discreción», relata. Gérard no ha visto a sus hermanas. Pero «pude hablar con ellas por teléfono cuando llegaron a la casa provincial». De momento, están recibiendo atención psicológica en Puerto Príncipe. Agradece la «solidaridad orante» de todo el mundo, especialmente en la jornada de oración que se estaba celebrando el mismo día de su liberación.
Según Wildor Pierre, capellán de la Policía Nacional de Haití, la intervención del Papa en el ángelus del 21 de enero fue clave. «Aquí hay un gran respeto por la Iglesia y el Papa, incluso entre los secuestradores. Cuando habla, la gente escucha». Pero su mayor logro fue llegar a los políticos. «Se dieron cuenta de que si algo malo les pasaba a las religiosas se responsabilizaría al Gobierno y tomaron cartas rápidamente». Pierre les atribuye directamente a ellos el problema de los pandilleros que, según Protección Civil, controlan el 80 % de Puerto Príncipe. «Los partidos están siempre luchando por el poder. Cuando hay elecciones, utilizan a las bandas», subraya. «Como hay mucha pobreza, cada político quiere tener un grupo de jóvenes con pistolas que luchen por él». El resultado es que, según la ONU, solamente en 2023 fueron asesinadas 4.800 personas y secuestradas 2.500, en ambos casos en torno al doble del año anterior. «Es casi como una guerra», condena el obispo Dumas, quien señala que en el país «falta mucha legitimidad porque las instituciones no existen y la democracia está en fuera de juego».
Por su parte, el capellán de la Policía denuncia que los criminales superan a los agentes en armamento. «Necesitamos todoterrenos y helicópteros», señala. Añade que, además, en el cuerpo «no pagan bien». En octubre, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el envío de una misión multinacional para hacer frente a la crisis del país. Pero el 26 de enero un tribunal de Kenia, el país que iba a liderarla, declaró ilegal su participación. En todo caso, Wildor Pierre es escéptico: «El dinero que se iba a gastar podríamos usarlo en material». Pero, para Gérard, hace falta sobre todo «un Ejecutivo con voluntad de erradicar las pandillas».
Pago de un rescate
«Se pagó un rescate justo antes del anuncio de la liberación» de las religiosas, admite la hermana Marlène Gérard. Los secuestradores exigían originalmente tres millones de dólares. «La Iglesia no quería darles dinero», explica el obispo Pierre-André Dumas. Es una presión de grupos mafiosos que quieren nuestros pocos fondos para sus organizaciones». Se les dijo que «lo que tenemos es para los pobres y que la vida del ser humano no tiene precio» y se logró la liberación por una cantidad «insignificante».
RODRIGO MORENO QUICIOS
Alfa y Omega
Imagen: Agentes de la Policía hacen guardia frente al colegio de las Hermanas de Santa Ana, en Puerto Príncipe.
(Foto: Reuters / Ralph Tedy Erol).