Clotilde Veniel, la voluntaria de 107 años de la Cáritas parroquial de Bicorp (Valencia), que sigue visitando a enfermos y recogiendo ropa usada para personas sin recursos, recibió este miércoles la Orden del Mérito Civil de manos del rey Felipe VI en un acto que ha tenido lugar en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid con motivo del V aniversario de la proclamación del monarca.
Bicorp, su pueblo, y constituye un ejemplo de mujer valiente, ejemplar y generosa que ha contribuido, de manera abnegada e infalible, a construir una sociedad mejor. Por ello, el Rey la condecoró ayer con la Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil.
Cuando Clotilde se acercó a recoger su condecoración de manos del rey, la reina indicó a sus hijas que acompañaran a la señora hasta su asiento, situado en la primera fila del Salón de Columnas del Palacio Real. La Princesa, que lucía el Toisón de Oro, y la Infanta flanquearon a la condecorada, quien le dijo: «Sois muy guapas», y las hijas de los Reyes la respondieron dándole un beso. Después, a la salida, la veterana mujer, que antes de ir se sentía un poco nerviosa ante la cita en Palacio, se mostró encantada del cariño que había recibido de la Familia Real.
Esta valenciana de 107 años ha trabajado incansablemente durante toda su vida para que se reconociera y valorara el trabajo del ama de casa, y fundó la Asociación de Amas de Casa de Bicorp, su pueblo. Ayer acudió al Palacio Real con su hija, su nieta y su bisnieta. A la salida, recordó que cuando la llamaron de la Casa del Rey, dijo: «Ay, ay, ¿pero yo? ¿y qué tengo que hacer? ¿y qué tengo qué decir? ¿y delante del rey? ¡Madre mía!… Pero hoy estoy tranquila, me he retratado con él». Con más de un siglo de vida, dice que «estas manos, no saben lo que han trabajado» y recuerda que estuvo «sirviendo en Barcelona» y trabajando en la vendimia. Cree que algunas amas de casa «se han espabilado ahora también y hay que reconocer que trabajan como los hombres». Tras recibir la condecoración de manos de Don Felipe, tuvo un recuerdo «para los que no tienen nada». «Si no fuera por Cáritas, que les ayudan… qué pena, de verdad», añadió. Por eso, animó «a ayudar al que lo necesita».
Una monja madrileña en Haití, también galardonada
Madrileña de 45 años, es la superiora de la misión que las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl tienen en el barrio de Cité Soleil, uno de los más pobres y peligrosos de Haití. Tras recibir la condecoración de manos del rey, sor Mónica afirmó que «ha sido una sorpresa y una alegría porque reconoce los valores de la gente sencilla. Nosotros no intentamos hacer cosas extraordinarias sino vivir las cosas normales con unos valores que a veces no aparecen mucho en nuestra sociedad». La misionera relató que cuando «me llamaron por teléfono, me quedé un poco sorprendida, porque creo que no hago ninguna cosa extraordinaria, pero en cierto modo en mí se ve reflejada mucha gente que hace lo mismo que yo y entrega su vida en las cosas sencillas de cada día. En mí están muchos misioneros y misioneras que están entregando su vida en muchos países y con situaciones muy difíciles».
La misionera añadió: «No olvidemos que somos privilegiados y que nuestro país es uno de los mejores del mundo. Tenemos muchas cosas y, a veces, se nos olvida. Hay gente que no tiene esta suerte y no nos olvidemos de ellos. Intentemos hacer lo que podamos cada uno». La religiosa agregó que había venido «expresamente de Haití a recoger la medalla, y ese ha sido el segundo regalo, porque yo vengo cada dos años de vacaciones y este año no me tocaba venir. El segundo regalo ha sido venir a ver a mi familia».
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(Foto: EFE/Ballesteros)