El observador permanente de la Santa Sede en la ONU de Ginebra recuerda que la paz debe nacer de la confianza mutua entre los pueblos y no del terror de las armas
(ZENIT – Roma).- Es necesario romper el círculo vicioso de la carrera a los armamentos más avanzados tecnológicamente. Esta es la petición de monseñor Ivan Jurkovič, observador permanente de la Santa Sede en la ONU, en su intervención en el encuentro sobre armas letales autónomas, celebrada en Ginebra.
Los robots asesinos o máquinas programadas para matar de forma independiente de cualquier operador humano son la nueva frontera sobre la que se discute desde este lunes en la sede de las Naciones Unidas de Ginebra. Los drones aún son controlados, pero aparatos de este tipo podrían llegar en breve a operar autónomamente de acuerdo a una programación preestablecida. Son las llamados LAWs (Lethal Autonomous Weapon Systems) o Armas Autónomas Letales.
El prelado ha apelado a la prevención como camino para evitar la difusión de estas armas. La Santa Sede, informa Radio Vaticano, desea “una acción colectiva para detener el desarrollo y el uso de armas autónomas letales”. Además, monseñor Jurkovič ha advertido que “cuando una reacción llega tarde”, como en el caso de las armas químicas o nucleares, “el coste en vidas humanas se vuelve enorme”.
Por otro lado, el Observador vaticano ante la Onu de Ginebra ha subrayado que el uso de estas armas hiper-tecnológicas, no guiadas por el hombre “no nos protege de los ataques o del terrorismo de cualquier tipo, perpetrado por personas que usan métodos rudimentarios, sino que están preparadas para sacrificar vidas”. Así, ha añadido que el equilibrio del terror nuclear, ha mostrado sus límites y “con la búsqueda y el desarrollo de las armas autónomas letales, estamos todavía en una lógica que no trae frutos”.
Monseñor Jurkovič ha aseverado que invertir en estas armas “no contribuye a la defensa de la paz” sino que representa “una incitación progresiva a la guerra”. Si queremos la paz –ha observado– debemos no solo evitar acumular armas, sino que debemos también convertir las mentes.
Para concluir su intervención, el diplomático vaticano ha subrayado que la paz debe nacer de la confianza mutua entre los pueblos y las naciones, no del terror de las armas. “La verdadera guerra que hay que vencer es por la justicia, los derechos humanos, el respeto de las minorías y el desarrollo integral”.