»El desafío central de la agenda de desarrollo post-2015 es asegurar que la globalización ofrezca beneficios para todos… se necesita fortalecer el multilateralismo para ayudar a lograr este objetivo y para gestionar los diversos riesgos y desafíos relacionados con la globalización». Es lo que dijo el arzobispo Bernardito Aúza, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York el pasado 27 de octubre en la LXIX Sesión de la Asamblea General sobre »Globalización e interdependencia».
El prelado habló de los beneficios y las desigualdades que la globalización puede ofrecer. »Cuando la globalización une a las personas como iguales produce resultados de beneficio mutuo, una colaboración ventajosa para todos. De lo contrario, genera desigualdades más grandes, marginación, explotación e injusticia. De hecho, como la mayoría de las actividades humanas, la globalización funciona para bien o para mal, dependiendo de la ética y las políticas subyacentes que guían el proceso».
En este ámbito mencionó dos cuestiones de particular importancia: la cultura y la migración. »La cultura -dijo- es un vehículo esencial para expresar y compartir nuestra humanidad común. Es de vital importancia si el objetivo final de la actividad económica y del desarrollo es la verdadera prosperidad humana. Considerando todos los beneficios y valores de la cultura, no debemos reducirla a la lógica del intercambio de mercado… La cultura de una comunidad es su aportación al bien común global porque es una expresión de su humanidad; y a través de ella podemos entrar en un diálogo auténtico, ya que habla a nuestra humanidad común».
Sobre la migración, el arzobispo destacó que se trata de un fenómeno que involucra a todos »no sólo por su dimensión, sino también por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que comporta» y añadió que »la Santa Sede quiere poner de relieve los casos, especialmente preocupantes, de la trata de personas y las formas de esclavitud contemporánea generada por la migración… Estas formas modernas de esclavitud -añadió- son lo contrario de una globalización impulsada por la cultura del encuentro y los valores de la solidaridad y la justicia».
»Es necesario ver siempre el rostro humano de la migración, ver al emigrante como otro ser humano, con nuestra misma dignidad y nuestros mismos derechos. Sólo entonces podremos responder a la globalización de la migración con la globalización de la solidaridad y la cooperación. Además, la solidaridad con los emigrantes no es suficiente si no va acompañada de esfuerzos por llevar la paz a las zonas atormentadas por conflictos y lograr un orden económico mundial más equitativo. Dado que la globalización ha hecho más pequeño el mundo transformándolo en una aldea -concluyó- podemos llegar a ser buenos vecinos».
Solidaridad para erradicar la pobreza
El arzobispo Bernardito Aúza, intervino el pasado 23 de octubre en la LXIX Sesión de la Asamblea General en la que se trataba el tema de la «Erradicación de la pobreza»
En su discurso, el nuncio destacó que los países deben desarrollar políticas y estrategias de lucha contra la extrema pobreza, en lugar de confiar en soluciones preconcebidas, y que los análisis y las propuestas para dar una solución deben basarse en experiencias vividas, más que en soluciones prefabricadas desde el exterior, que no siempre están desprovistas de pinceladas ideológicas.
Asimismo dijo que el desarrollo sostenible requiere la participación de todos en la vida de las familias, comunidades, organizaciones y sociedades ya que dicha participación es el antídoto contra la exclusión, ya sea económico, social, político o cultural. Y matizó que una de las barreras que obstaculiza tal desarrollo sostenible es la exclusión de las mujeres de la participación activa en el desarrollo de sus comunidades. »Excluir a las mujeres y a las niñas de la educación y someterlas a la violencia y la discriminación viola su dignidad inherente y los derechos humanos fundamentales».
Antes de finalizar, acentuó que »la pobreza no es sólo la exclusión del desarrollo económico, es tan multifacética y multidimensional como la persona humana misma. Aparte de su expresión económica más obvia, la pobreza también se manifiesta en las dimensiones educativas, sociales, políticas, culturales y espirituales de la vida… El desarrollo es más que la suma total de las inversiones para alcanzarlo. En nuestros esfuerzos por erradicar la pobreza, siempre debemos volver al principio fundamental, promover el auténtico desarrollo de todo hombre y de todos los pueblos. Cada uno de nosotros tiene que contribuir. Cada uno de nosotros puede beneficiarse. Esta es la Solidaridad».
Trabajar por una paz duradera
El pasado 14 de octubre, el arzobispo Bernardito Aúza, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, intervino en la sede de Naciones Unidas en Nueva York en ocasión del debate general del Primer Comité de la Asamblea General. »En el último año -dijo- ha habido un progreso relativo en la eliminación de las armas químicas. Sin embargo, las noticias sobre su uso continuo, incluyendo el gas cloro, recuerdan a la Comunidad internacional la necesidad de redoblar los esfuerzos para eliminar de una vez por todas las armas químicas y cualquier uso como armas de sustancias químicas de doble función».
»En cuanto a las armas nucleares -añadió- la tercera conferencia sobre su impacto humanitario, que se celebrará en diciembre en Viena (Austria), nos llama a reflexionar sobre la profunda frustración de la comunidad internacional por la falta de un rápido progreso en el desarme nuclear, y por las consecuencias del uso inhumano e inmoral de las armas de destrucción masiva». A este propósito recordó que pronto se celebrará en Nueva York la novena Conferencia de Revisión del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares y destacó que a pesar de que casi todos los Estados representados en el aula forman parte de dicho Tratado »la promesa central del acuerdo sobre la no proliferación de un desarme gradual por parte de los Estados dotados de armas nucleares… se encuentra en un punto muerto».
»Por consiguiente, -continuó- mi delegación insta a este Comité, y a cuantos preparan la novena Conferencia de Revisión del Tratado de no Proliferación, a centrarse en la necesidad de ir más allá de la disuasión nuclear y trabajar por una paz duradera basada en la confianza mutua en lugar de en una situación de mera no beligerancia que se funda en la lógica de la destrucción mutua. En este sentido, la Santa Sede exhorta a todos los Estados a que firmen o ratifiquen el Tratado sobre la prohibición global de experimentos nucleares sin más demora… y considera que el establecimiento de zonas libres de armas de destrucción masiva sería un gran paso hacia la dirección correcta, ya que demostraría que se puede avanzar hacia un acuerdo universal para eliminar todas las armas de destrucción de masas».
Antes de finalizar, el arzobispo señaló que la Santa Sede aprecia el progreso, »aunque sea modesto», en el ámbito de las armas convencionales, pero que sigue estando profundamente preocupada por el hecho de que el flujo de armas convencionales siga exacerbando los conflictos en todo el mundo y espera que »la sesión de este año pueda responder a este desafío y reconozca las graves consecuencias de la proliferación y uso de armas convencionales para la vida humana en todo el mundo».