La Iglesia: naturaleza espiritual y realidad visible. »¿Dos cosas diferentes o una única Iglesia?» ha dicho el Papa, retomando en su catequesis el tema de la Iglesia. »Si es siempre una única Iglesia -ha continuado- ¿cómo podemos entender la relación entre su realidad visible y la espiritual?
Francisco ha comentado que cuando hablamos de realidad visible no sólo hay que pensar en el Papa, los obispos, curas, monjas y personas consagradas. »La realidad visible de la Iglesia está formada por muchos hermanos y hermanas bautizados que en el mundo creen, esperan y aman. La Iglesia somos todos». Por eso, la realidad visible de la Iglesia no se puede medir, ni conocer en toda su plenitud. »¿Cómo se pueden conocer todas las maravillas que, a través de nosotros, Cristo es capaz de operar en los corazones y las vidas de todas las personas? -ha dicho- . Veis, la realidad visible de la Iglesia va más allá de nuestro control, más allá de nuestras fuerzas, y es una realidad misteriosa porque procede de Dios».
Para comprender la relación entre la realidad visible y la espiritual de la Iglesia hay que mirar a Cristo »del cual la Iglesia constituye el cuerpo y del cual ésta se genera, en un acto de infinito amor. Efectivamente, también en Cristo, con el misterio de la Encarnación, reconocemos una naturaleza humana y una naturaleza divina, unida en la misma persona de una manera maravillosa e indisoluble. Y esto se aplica de una manera similar a la Iglesia … que es un misterio, donde lo que no se ve es más importante de lo que se ve, y se reconoce sólo con los ojos de la fe».
Pero ¿cómo puede ponerse la realidad visible de la Iglesia al servicio de la espiritual? Siguiendo siempre el modelo de Cristo que »se sirvió de su humanidad, porque era también hombre, para anunciar y cumplir el plan divino de redención y salvación, porque era Dios. A través de su realidad visible, de todo lo que se ve, de los sacramentos y del testimonio de todos los cristianos, la Iglesia está llamada cada día a acercarse a cada ser humano comenzando por el que es pobre, el que sufre, el marginado, para que todos sigan sintiendo la mirada compasiva y misericordiosa de Jesús».
»El Señor nos ha hecho realmente un instrumento de gracia y un signo visible de su amor para toda la humanidad. Podemos convertirnos en fuente de escándalo, si; pero también podemos convertirnos en fuente de testimonio, diciendo con nuestras vidas lo que Jesús quiere de nosotros».