En la Carta pastoral del cardenal José Cobo, el arzobispo de Madrid invita a los fieles a comprender el momento que vive la Iglesia llevándolo a la reflexión compartida en los órganos sinodales que impulsan como consejos, coordinadoras de pastoral o delegaciones.
Madrid, 18 de abril 2024.- Finalizada la Octava de Pascua y a la espera de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, ha escrito a los fieles de su archidiócesis una Carta pastoral, titulada “La Pascua de los discípulos”, en la que invita a “hacernos caer en la cuenta de este momento” que vive la Iglesia y llevarlo a la reflexión compartida en “los órganos sinodales que estamos impulsando como consejos, coordinadoras de pastoral o delegaciones”. Las “pistas” que ofrece la carta “bien nos pueden preparar para acoger las líneas de los próximos cursos, pues quieren apuntar las bases de nuestra identidad como discípulos”.
Escuchar la Palabra de Dios
La Pascua, explica el arzobispo en su misiva, es escuchar la Palabra de Dios. En la Vigilia Pascual “fuimos leyendo en la Biblia todo lo que Dios ha hecho por nosotros”. Un Dios que “no nos somete, nos libera; no nos obliga, nos ama; no nos quita nada ni nos priva de nada bueno, nos hace grandes regalos”. La Pascua es también “entrar en la corriente salvadora del Amor” de un Dios que “pone todo su empeño en buscar a los pobres, los excluidos, los pecadores […] y en identificarse con ellos”.
Una ocasión para renacer
Junto a ello, “cada Pascua es un tiempo nuevo, una ocasión para renacer de nuevo y sacar de la fuente del Bautismo el agua nueva para cada momento de la vida”. Por el Bautismo, “los que nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte y a su gloria”, y este Bautismo «nos coloca en una vocación”. Y añade:
“El Espíritu Santo nos acompaña para descubrirla y nos capacita para vivirla”
Testigos del paso del Resucitado por la vida de cada uno
Siendo testigos del paso del Resucitado por la vida de cada uno y acogiendo “de forma renovada el Bautismo que recibimos”, el arzobispo de Madrid anima en “esta etapa de la vida diocesana” a “abrirnos de forma especial a redescubrir” la vocación laical y “ahondar¨ en ella. En este sentido, subraya que “el laicado tiene una entidad propia y singular desde el mismo Bautismo, y así queremos acogerlo y ver qué consecuencias tiene en la vida de las parroquias y las comunidades”.
Preguntas para la reflexión
Tras introducir la cuestión de la llamada laical, el cardenal Cobo abre un segundo gran bloque en el que, siguiendo el hilo conductor de la carta, invita a la reflexión personal y en grupo. Propone acudir a la constitución Lumen gentium proclamada en el Concilio Vaticano II, pero también a otros documentos como el decreto Apostolicam actuositatem y la exhortación apostólica Christifideles laici.
Llamados a vivir su fe en las realidades temporales
Todos ellos “subrayan que los laicos son llamados a vivir su fe en las realidades temporales, como son la familia, el trabajo, la política, la cultura y la sociedad en general”. Y enfatiza:
“Su papel es fundamental para la evangelización y la transformación de las estructuras sociales a la luz del Evangelio”
El arzobispo de Madrid recalca que “ser cristiano es ser ungido como Cristo” y “en estos momentos concretos de la vida de la Iglesia en Madrid, creo que profundizar en este aspecto es prioritario”.
La diócesis como comunidad eclesial de comunión
Es cierto, apunta, que “todos somos llamados, pero no para ir en solitario”. Guiados y sostenido por Cristo, la Iglesia es el Pueblo de Dios, “un pueblo en marcha, una comunidad viva, activa” que no se “agota en nuestras comunidades cristianas o parroquias”. “La diócesis es la comunidad eclesial básica de comunión”, apostilla. El caminar de la Iglesia es “en sinodalidad”, siendo discípulos misioneros para “ofrecer a todos la noticia de Jesús”. Así, la cincuentena Pascual es momento propicio para acudir a los Hechos de los Apóstoles y a esa “incesante actividad misionera” de la Iglesia primitiva “que la hacía crecer y asimilarse poco a poco a la vida y presencia de Cristo”.
El cardenal Cobo concluye en este punto con algunas preguntas, entre ellas “¿cómo ayudar desde mi vida cristiana a que nuestra diócesis responda a la misión que Cristo le da?” o “¿cuáles son los grupos o personas del barrio o a mi alrededor más necesitados del anuncio de la Buena Noticia de Jesús?”.
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