Vive y trabaja en Japón la religiosa Hirota llamada a formar parte de la Comisión preparatoria de la Asamblea general ordinaria de los obispos que se reunirá en el Vaticano el próximo mes de octubre. La tarea del grupo de trabajo es la redacción del “Instrumentum laboris” sobre el que debatirán los pastores de la Iglesia universal. «Trabajaré con ellos – explica – recordando que hay caminos diferentes, realidades diferentes y experiencias diferentes» como las de las mujeres.
Ciudad del Vaticano, 28 de marzo 2023.- Será la Comisión constituida el pasado 15 de marzo la que prepare el documento que se entregará a los obispos para su Asamblea general ordinaria del Sínodo. Y será precisamente este documento, el Instrumentum laboris, la base sobre la que se iniciará el discernimiento de los obispos que, por decisión del Papa Francisco, en este Sínodo tendrá lugar en dos etapas, la primera Asamblea en octubre próximo y la segunda en octubre de 2024, al final de un largo camino que comenzó en 2021.
La escucha en el centro del camino sinodal
«Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», el tema del Sínodo sobre el que se interrogaron primero las Iglesias locales, diócesis y parroquias, asociaciones, comunidades y personas individuales, y después las Iglesias del mismo continente, dando lugar a las Asambleas de Europa, África, América del Norte y del Sur, Asia, Oceanía y Oriente Medio. Escuchar a todos y que nadie se sintiera excluido fueron las consignas de los innumerables encuentros celebrados a todos los niveles durante las dos fases.
Y escuchando, recogiendo las voces y las síntesis, enviadas después a la Secretaría general del Sínodo, de lo que fue surgiendo desde la perspectiva de la «conversión» de la Iglesia a un estilo cada vez más sinodal, en el que los bautizados y los Pastores, el único pueblo de Dios, están en camino y en salida hacia el mundo.
Nuestro guía será el Espíritu Santo
Siete son los miembros de la Comisión preparatoria de la Asamblea de los obispos que ahora se harán cargo de los trabajos bajo la presidencia del cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo. Entre ellos se encuentra una religiosa japonesa, Sor Shizue Filomena Hirota, de las Misioneras Mercedarias de Berriz, en Tokio. En su ministerio ha servido en Nicaragua, México, Filipinas y Roma, y ha colaborado con Pax Christi.
Actualmente es consultora del Consejo católico de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Japón y miembro del consejo del Women’s Active Museum of War and Peace. En octubre de 2022, la hermana Hirota coordinó la Asamblea general de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC), que precedió a la Asamblea continental, pero se organizó al estilo de un sínodo. La hermana Hirota es la única mujer miembro de la Comisión y la entrevista con ella no puede separarse de este elemento particular y de la reflexión sobre la cuestión de la mujer en la Iglesia.
Hermana Hirota, usted es una religiosa, y durante el proceso sinodal se habló de las religiosas, haciendo hincapié en la necesidad de potenciar más su papel y su contribución, como la de las mujeres en general. También se puso de manifiesto cómo las religiosas ya trabajan, por ejemplo, en el ámbito de las obras sociales. ¿Qué opina de lo que se ha dicho hasta ahora sobre la presencia de la mujer en la Iglesia?
No participé en las fases previas del Sínodo, pero estuve presente en la Conferencia general de la FABC, que reúne a todas las Conferencias episcopales de Japón y se organizó de manera muy sinodal. Estuve allí en representación de Talitha Kum Asia, que trabaja junto a las víctimas de la trata de seres humanos. Debo decir que fue muy positivo estar allí, porque se destacó la misión de Talitha Kum y a través de nuestra presencia se puso bien de relieve la cuestión de la trata. Pero aparte de eso, creo que había una minoría, pero muy visible, de mujeres en esa Conferencia general y hubo una proyección de una película en la que se presentó el testimonio de una chica de sólo 14 años que estaba allí y habló.
Y los obispos quedaron realmente muy impresionados. Pero si nos fijamos en la historia de las Conferencias episcopales asiáticas, en el 86, durante la asamblea plenaria, hubo una especie de taller sobre la mujer. Y siempre recuerdo que había una teóloga india llamada Stella Faria, que no paraba de repetir: ‘La mujer es una persona humana. La mujer es una persona humana. ¿Por qué hay tantas situaciones en Asia y en otros lugares en las que no se trata a la mujer como a un ser humano?».
Y fue importante porque los obispos quedaron tan impresionados por su insistencia que al final, en el documento final, hay una frase que dice que las mujeres son seres humanos. Así que la gente que no estaba presente se preguntó: ¿Pero es que los obispos se dan cuenta de que las mujeres son seres humanos sólo ahora? Después de todo, sabemos lo difícil que es la situación de las mujeres en general. Con Talitha Kum trabajamos con todas las mujeres víctimas de la trata de seres humanos. También hay congregaciones que tienen escuelas para la educación de las mujeres.
Tenemos muchos tipos de proyectos para liberarlos de su esclavitud. Esta ha sido durante mucho tiempo una de las principales preocupaciones de la FABC. Además, en Asia, la Iglesia católica es sólo una pequeña minoría. Así que trabajamos con todo el mundo, y también con religiosas en varias congregaciones, porque una de las cosas de las que nos hemos dado cuenta es que la mayoría de los fundadores de institutos religiosos estaban a favor de la liberación de la mujer, pero debido a que luego los hombres asumieron el liderazgo, la Iglesia como institución no siempre ha estado realmente tan claramente comprometida con la humanización de la mujer, así que es bueno trabajar con mujeres.
El Papa Francisco ha afirmado en repetidas ocasiones la existencia de una mirada diferente de las mujeres respecto a los hombres. Usted es la única mujer en la Comisión, ¿siente esta responsabilidad y oportunidad de hacer emerger a través de su persona una mirada femenina sobre la Iglesia y la realidad?
Cuando el cardenal Hollerich, relator general del Sínodo, me preguntó si estaría disponible para formar parte de la Comisión, pensé que habría mucha gente y dije que sí. Pero entonces tuvimos nuestra primera reunión vía Zoom y me di cuenta, para mi sorpresa, de que era la única mujer entre los cardenales, obispos y sacerdotes.
Me pregunté por qué y me lo sigo preguntando, pero todos reconocemos que es muy, muy importante que haya una buena participación de las mujeres en el proceso sinodal, lo que luego se hace aquí en la Secretaría general del Sínodo es sólo una parte, más bien reservada a los obispos. Pero hay mujeres, hombres, personas no ordenadas en el proceso sinodal y la misión de los obispos no se hace a título personal, el obispo está aquí representando al pueblo de Dios. Así que me dije: Vale, estoy trabajando con ellos y les estoy recordando que hay diferentes maneras, diferentes realidades, diferentes experiencias.
¿Con qué actitud interior se propone realizar con su tarea dentro de la Comisión de preparación de la Asamblea de los obispos?
Bueno, todavía estamos al principio del trabajo. Estos días hemos estado hablando mucho sobre el “sensus fidei” y la participación de las mujeres, etc. Creo que mi papel es realmente trabajar y también creo que es importante tener una experiencia sinodal entre nosotros como grupo, porque una de las características de este Sínodo debería ser precisamente tener una experiencia comunitaria, sentir que todos somos seguidores de Jesús y experimentar el Espíritu.
Así que creo que tenemos que tener una experiencia comunitaria de Dios aquí, y para tener ese tipo de experiencia comunitaria, realmente tenemos que prepararnos. Para eso sirve nuestro retiro espiritual de tres días. Para el camino sinodal hablamos de practicar la «conversación espiritual», es decir, escucharnos profundamente unos a otros, y algo tiene que ocurrir. Sabemos que hay temas controvertidos, pero lo bueno es que no tenemos miedo de hablar de temas controvertidos, porque hasta ahora, si hubiera hablado de la ordenación de mujeres, por ejemplo, todo se habría acabado, pero ahora podemos hablar de ello libremente.
Y luego está toda la cuestión LGBTQ: no es fácil, no es sencillo. Y éste no es el Sínodo sobre las personas LGBTQ y ni siquiera es el Sínodo sobre la ordenación de mujeres, aunque este tema también se plantea. Lo importante es el tipo de actitud que tendremos al tratar estas cuestiones tan complicadas, que la Iglesia, en cierto modo, nunca ha tratado. Es, por tanto, un reto. Y podría ser la razón por la que el Papa ha decidido celebrar dos sesiones de la Asamblea General de Obispos en 2023 y 2024.
Creo que realmente tenemos que prepararnos, como grupo, y los cardenales y obispos saben mejor que nadie qué tipo de interacción, qué tipo de dificultad o confrontación, se está produciendo en algunas partes del mundo y de la Iglesia. Así que creo que es realmente un reto y ya veremos qué pasa. Aún no hemos terminado. Trabajaremos para preparar el “Instrumentem laboris”, estaremos todos aquí en Roma a mediados de abril, así que ya veremos y yo digo: ¡Ven Espíritu Santo!
ADRIANA MASOTTI
Vatican News
Imagen: Un momento de la Asamblea continental del Sínodo de Asia celebrada en Bangkok
el pasado mes de febrero.
(CATHOLIC SOCIAL COMMUNICATIONS OF THAILAND)