Ciudad del Vaticano (VIS).-El significado de los términos católica y apostólica, cuando se habla de la Iglesia ha sido el tema de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general de los miércoles en la Plaza de San Pedro a la que han asistido 50.000 personas.
En la profesión de fe afirmamos que creemos en una iglesia católica y apostólica. »Católica -ha dicho el Santo Padre- significa universal… y un signo evidente de esa catolicidad es que habla todas las lenguas; este hecho no es más que el efecto de Pentecostés: Fue efectivamente el Espíritu Santo, el que dio a los apóstoles y a toda la Iglesia la capacidad de llevar a todos, hasta los confines de la tierra, la hermosa noticia, de la salvación y del amor de Dios. La Iglesia nace católica, es decir »sinfónica’ desde el principio y no puede por menos que ser católica, es decir proyectada a la evangelización y al encuentro con todos». El Papa, recordando que todos pueden leer la palabra de Dios en su propio idioma, ha renovado la invitación a llevar siempre un evangelio consigo para leer uno o dos pasajes a lo largo de la jornada.
Si la Iglesia nace católica quiere decir que ‘nace en salida, misionera. ‘‘Si los apóstoles se hubieran quedado en el Cenáculo sin salir a llevar el Evangelio- ha destacado- la Iglesia habría sido solamente la Iglesia de aquel pueblo, de aquella ciudad, de aquel cenáculo. Pero todos salieron por el mundo, desde el momento del nacimiento de la Iglesia, desde el momento en que descendió el Espíritu Santo Es lo que expresamos llamándola apostólica» porque El apóstol es el que lleva la buena noticia de la resurrección de Jesús. Un término que recuerda que la Iglesia, sobre el fundamento de los apóstoles y en continuidad con ellos- fueron los apóstoles quienes salieron, y fundaron nuevas iglesias, consagraron nuevos obispos y así por todo el mundo, en continuidad. Hoy todos nosotros estamos en continuidad con aquel grupo de apóstoles que recibió el Espíritu Santo y después, »salió’ a predicar–está enviada a llevar a todos los seres humanos este anuncio del evangelio, acompañándolo con los signos de la ternura y la potencia de Dios».
»Y esto -ha continuado Francisco- también se deriva del evento de Pentecostés: El Espíritu Santo, en efecto, supera cualquier resistencia, vence la tentación de encerrarse en sí mismos, entre pocos elegidos, y de considerarse los únicos destinatarios de la bendición de Dios. Si un grupo de cristianos hace esto y dice: »Nosotros somos los elegidos, nosotros solamente», al final mueren. Mueren primero en el alma y después morirán en el cuerpo porque no tiene vida, no son capaces de generar vida, otra gente, otros pueblos. No son apostólicos. El Espíritu Santo es precisamente el que nos lleva al encuentro de los hermanos, incluso a los más distantes, en todos los sentidos, para que puedan compartir con nosotros el amor, la paz, la alegría que el Resucitado nos ha dejado en don».
»¿Qué comporta para nuestras comunidades y para cada uno de nosotros formar parte de una Iglesia que es católica y apostólica? »En primer lugar -ha explicado- significa preocuparse por la salvación de toda la humanidad, no sentirse indiferentes o ajenos frente a la suerte de tantos hermanos nuestros, sino abiertos y solidarios con ellos. Significa, además, tener sentido de la plenitud, de lo completo, de la armonía de la vida cristiana, rechazando siempre las posturas parciales, unilaterales, que nos encierran en nosotros mismos».
Formar parte de la Iglesia apostólica quiere decir »ser conscientes de que nuestra fe está anclada en el anuncio y el testimonio de los mismos apóstoles de Jesús: está anclada allí, una larga cadena que viene desde allí y por lo tanto sentirnos siempre enviados, mandados, en comunión con los sucesores de los apóstoles, para anunciar , con el corazón lleno de alegría, a Cristo y su amor a toda la humanidad».
Francisco ha querido recordar aquí »la vida heroica» de todos los misioneros y misioneras que dejaron sus países de origen para llevar el evangelio a todos e invitó a dar gracias a Dios porque la Iglesia ha tenido y tiene misioneros y misioneras y seguirá teniendo necesidad de ellos y ellas .
»Pidamos ahora al Señor -ha concluido- que renueve en nosotros el don de su Espíritu, para que cada comunidad cristiana y cada bautizado sea expresión de la santa madre Iglesia, católica y apostólica».