En una reunión de urgencia, los obispos deciden continuar con la labor de mediación iniciada en mayo por voluntad expresa del Papa, a pesar de que el Gobierno les haya calificado de «enemigos» y se mantenga la represión. El objetivo, evitar una guerra civil
Los obispos de Nicaragua seguirán promoviendo el diálogo para facilitar una salida a la crisis política que atraviesa el país, con más de 350 muertos en las últimas semanas, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANDPH), como consecuencia principalmente de la violenta represión desatada por el presidente Daniel Ortega –y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo– contra quienes exigen la convocatoria de elecciones.
La Iglesia se ha convertido en objetivo de los grupos parapoliciales, que cruzaron la pasada semana una línea roja con la agresión contra el arzobispo de Managua (el cardenal Leopoldo Brenes), su auxiliar Silvio Báez (la voz más crítica en el episcopado contra los desmanes del gobierno) y el nuncio, Waldemar Stanislaw Sommertag, cuando los tres visitaban Diriamba, cercana a la capital, para mostrar su cercanía a una comunidad eclesial donde habían fallecido cuatro personas durante las manifestaciones pacíficas contra el gobierno. Lejos de condenar estos hechos, la vicepresidenta Murillo aseguró que los matones afines a Ortega actuaron movidos por sus «sentimientos cristianos».
La Conferencia Episcopal celebró una reunión de urgencia y consideró que, pese a todo, la Iglesia debe seguir con la labor iniciada en mayo de facilitar el diálogo, ya que esa es la voluntad del Papa.
No se trata de una simple mediación en los despachos. En la noche del viernes, el cardenal Brenes y el nuncio se presentaron en la parroquia de la capital de la Divina Misericordia de la capital donde cientos de estudiantes, periodista y varios sacerdotes permanecían sitiados por grupos orteguistas. Dos personas fallecieron por los disparos, una de ellas dentro del templo. Brenes y el nuncio permanecieron varias horas hasta conseguir evacuar a los estudiantes para ponerlos a salvo, varios de ellos refugiados en la catedral de Managua.
«Sabemos que corremos peligro»
El nuncio reiteró el sábado su petición al Gobierno de cesar la represión y le conminó a no perseguir a los estudiantes liberados del asedio. Al mismo tiempo, reafirmó la puesta por el diálogo.
El Papa «valora el diálogo y todos estamos conscientes de que solamente con el diálogo se solucionan los problemas», reafirmó el cardenal Brenes, quien se vio con Francisco durante el consistorio cardenalicio celebrado el 28 de junio. «Esto, pese a que el Gobierno nos ha llamado asesinos» y a la continuidad de la represión violenta. «Lo hemos dicho en muchas ocasiones: ni un muerto más, pero lastimosamente hemos visto en estos días muchos nicaragüenses, indistintamente de su ideología y pensamiento, muchos civiles y también policías, que han perdido la vida».
Brenes aseguró en declaraciones a la prensa que es consciente de que «todos corremos peligro. Esta es una situación muy difícil pero nuestras vidas están en manos de Dios», añadió Brenes.
Al insistir en esta posición la Iglesia quiere evitar una escalada de violencia, mientras asiste con pavor a cómo se reabren heridas de la guerra civil (1979-1990) que no han acabado aún de cicatrizar. Los obispos no dejan de subrayar la responsabilidad especial del lado gubernamental, en quien recaen no solo la mayor parte de las acciones violentas, sino también la responsabilidad de utilizar los resortes del poder con fines sectarios. Sin embargo, la Iglesia no deja de denunciar también los excesos que cometen grupos opositores.
«Nuestra voz va siempre al respeto de los derechos humanos, hay muertos de todos lados. nosotros tenemos conciencia como cristianos en la responsabilidad que tenemos. Por eso pedimos que se respeten los derechos humanos», ha dicho el nuncio Sommertag.