“Menores migrantes, vulnerables y sin voz”. Mensaje de los obispos de la Comisión episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española
El papa Francisco ha propuesto para la Jornada mundial de las migraciones, que se celebra el próximo día 15 de enero de 2017 el lema: “Menores migrantes, vulnerables y sin voz”. En un mensaje publicado por los obispos de la Comisión episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, aseguran que es “una llamada a la conciencia de cada persona adulta y especialmente a la de los gobernantes” para que “tengan en cuenta en sus decisiones políticas los sufrimientos de los niños en situación de riesgo y pongan remedio cuanto antes a sus males”. Asimismo advierten que los niños migrantes son quienes “más sufren las graves consecuencias de la emigración”, casi siempre “causada por la violencia, la miseria y las condiciones ambientales, factores a los que hay que añadir la globalización en sus aspectos negativos.”
Por otro lado recuerdan que La Convención sobre los Derechos del Niño fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. En dicha Convención “se reconocen al niño los derechos fundamentales de toda persona humana”. Uno de los derechos más importantes de la infancia “es el derecho a ser protegidos por la sociedad y el Estado cuando se encuentran en situación de vulnerabilidad”. Al mismo tiempo, los prelados aseguran que las leyes Internacionales y nacionales están muy claras respecto a la protección de los menores frente a toda agresión. Por eso se preguntan ¿por qué existen en estos momentos, según las cifras que facilita UNICEF, 1,8 millones de niños víctimas de la explotación sexual, 300.000 niños víctimas de la violencia y de la guerra, 168 millones sometidos al trabajo infantil?
Esta pregunta sólo tiene una respuesta según los obispos: la irrelevancia política de los niños en situación de exclusión y, por tanto, que no sean tenidos en cuenta por los gobiernos a la hora de las decisiones políticas.
Debemos tomar conciencia –prosiguen los obispos en su mensaje– de que los niños migrantes son una parte de esos menores de edad que sufren las consecuencias de la injusticia, de la falta de respeto a sus derechos fundamentales y de la indiferencia de la sociedad. De este modo, invitan a pensar en “las penurias que tiene que sufrir cuando sale de su país con lágrimas en los ojos mirando hacia atrás donde deja a sus padres porque no le pueden dar un futuro digno”.
También condenan que “los gritos de dolor de estos pequeños, habitualmente se oyen muy poco en los medios de comunicación o en los Parlamentos”. Alguien –añaden– ha de gritar con ellos y en su nombre. Alguien “ha de prestar su voz para que su situación llegue a oídos de quienes tienen la posibilidad de solucionar sus problemas”.
Por esta razón, recuerdan que “la Iglesia quiere estar al lado de estos menores migrantes y hacer todo lo posible para sensibilizar a la sociedad sobre esta dramática situación que están viviendo millones de niños que no tienen futuro porque la injusta sociedad humana se lo niega.”
Ni la sociedad ni el gobierno –denuncian los obispos– pueden mirar para otro lado y cerrar los ojos ante esta realidad. “Es necesario seguir trabajando para que se promulguen leyes justas que apoyen la unidad familiar y respeten escrupulosamente los derechos del menor”, piden en su mensaje.