Ciudad del Vaticano,.-»Hacia una auténtica fraternidad entre cristianos y musulmanes» es el título del mensaje del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso en ocasión del final del Ramadán (Id al-Fitr 1435/ 2014 AD). El documento está firmado por el cardenal Jean-Louis Tauran y por padre Miguel Ángel Ayuso Guixot MCCJ, respectivamente presidente y secretario de ese dicasterio.
El año pasado, el primero de su ministerio el Papa Francisco firmó personalmente el Mensaje con motivo del ‘Id-al Firt y, en el Ángelus del 13 de agosto de ese mismo año se dirigió a los musulmanes llamándolos »hermanos nuestros». »Todos reconocemos -dice el texto- la importancia de esas palabras. Efectivamente, los cristianos y los musulmanes son hermanos y hermanas de una única familia humana, creada por el único Dios».
El mensaje recuerda también las palabras de San Juan Pablo II a algunos líderes religiosos musulmanes en 1982 en Nigeria: »Todos nosotros, cristianos y musulmanes, vivimos bajo el sol de un único Dios misericordioso. Todos creemos en un sólo Dios creador del hombre. Aclamamos la señoría de Dios y defendemos la dignidad del ser humano en cuanto siervo de Dios, Adoramos a Dios y le profesamos una sumisión total. En este sentido podemos llamarnos unos a otros hermanos y hermanas en la fe en un sólo Dios».
«Damos gracias al Altísimo -prosigue el documento- por todo lo que tenemos en común, aunque seamos conscientes de nuestras diferencias. Nos damos cuenta de la importancia de la promoción de un diálogo fructífero basado en el respeto y la amistad recíprocas. Inspirados por nuestros valores compartidos y reforzados por nuestros sentimientos de fraternidad genuina, estamos llamados a trabajar juntos por la justicia, la paz y el respeto de los derechos y de la dignidad de toda persona. Nos sentimos particularmente responsables de los más necesitados: los pobres, los enfermos, los huérfanos, los migrantes, las víctimas de la trata de personas y todos los que sufren a causa de cualquier forma de dependencia».
»Sabemos que el mundo actual debe hacer frente a grandes desafíos que requieren solidaridad por parte de las personas de buena voluntad -observa el mensaje- Estos retos comprenden las amenazas al medio ambiente, la crisis de la economía global y altos niveles de desempleo, especialmente entre los jóvenes. Situaciones tales generan un sentido de vulnerabilidad y una falta de esperanza en el futuro. Tampoco tenemos que olvidar los problemas que afrontan las tantas familias que han sido separadas dejando a sus seres queridos y, a menudo, también a niños pequeños. Por lo tanto, aunemos nuestros esfuerzos para construir puentes de paz y para promover la reconciliación, especialmente en las regiones en que musulmanes y cristianos padecen juntos el horror de la guerra».
El documento se cierra manifestando el deseo de que la amistad común »inspire siempre nuestra cooperación cuando se trata de afrontar estos retos tan numerosos con sabiduría y prudencia. Así podremos ayudar a reducir las tensiones y los conflictos y a hacer que progrese el bien común. Y demostraremos también que las religiones pueden ser fuente de armonía para el beneficio de toda la sociedad».
»Rogamos -concluye-que la reconciliación, la justicia, la paz y el desarrollo sigan siendo nuestras prioridades, por el bienestar y el bien de toda la familia humana.