La educación personalizada cada vez tiene más adeptos entre los centros educativos de nuestro país y es fácil adivinar el por qué. Se trata de un método de enseñanza novedoso en el que se tiene como máxima por parte de los docentes el recordar que cada niño es único, diferente y consta de personalidad y ritmos de aprendizaje propios. Este enfoque educativo presta atención a cada alumno desde que es un niño hasta que está preparado para lanzarse a la enseñanza universitaria, y potencia sus habilidades individuales para desarrollarlas hasta su máxima capacidad. Aunque aún no sea un método extendido por todas las escuelas, las que ya han implantado esta metodología en su programa educativo demuestran unos resultados formidables, desde los primeros cursos hasta las calificaciones de los alumnos que finalizan el Bachillerato.
En esta sociedad cada día más globalizada (y todavía lo será más, cuando los niños de hoy sean los universitarios del mañana), es de vital importancia que los alumnos se incorporen a ella con una identidad y un potencial propios y se diferencien del resto. Esto solo se consigue prestando atención desde el inicio de la educación, pues de nada sirve acribillar a un adolescente que está a punto de dar el paso a la universidad con cientos de ideas, consejos y recomendaciones que deberían haberse dado durante el transcurso de los años, a medida que crecen y aprenden en cada etapa educativa. De esta manera, solo conseguiremos agobiar a los alumnos, que deben afrontar el paso a la universidad con tranquilidad y mucha seguridad.
Pero la educación personalizada no se basa en la segregación de los alumnos por nivel de estudios, sexo u otras características, ni centrarse en la individualización exclusiva del niño.
Se trata de conocer y atender adecuadamente a los alumnos desde todos los puntos de vista posibles, atender a la diversidad del niño teniendo en cuenta sus diferentes necesidades y respetar los ritmos de aprendizaje personal de cada uno. Además, los alumnos crecen en un entorno altamente afectivo en el que destacan la transmisión de valores como el esfuerzo, el respeto, la honestidad y la solidaridad.
Un gran error que se ha cometido durante los últimos años en la enseñanza de nuestro país es educar mediante la premisa de que cada alumno debe aspirar a las mismas metas y cumplir los mismos objetivos, sin tener en cuenta sus capacidades, deseos y potencial. ¿A qué nos referimos con esto? A que todo niño nace con un potencial de inteligencia que es preciso estimular y desarrollar, y ahí entra la educación personalizada, descubriendo a los grandes investigadores, artistas, docentes… desde bien pequeños.
Y no solo les ayudará durante su etapa escolar, también les facilitará la toma de decisiones de cara a elegir una carrera y a comenzar la etapa universitaria. Una metodología que enriquezca el proceso enseñanza-aprendizaje proporcionará al alumno las máximas posibilidades de desarrollo, que serán vitales de cara a su acceso a la universidad. ¿De qué manera? La educación personalizada potencia que los alumnos trabajen en sus puntos débiles, y esto influye de manera positiva en su autoestima y seguridad. Al final, el alumno siente que “toma las riendas” de su aprendizaje, ya que se desarrolla desde joven en un programa educativo hecho prácticamente a medida.
De cara a la elección de una carrera, los estudiantes de la educación personalizada se conocen mucho más a sí mismos y saben identificar sus puntos fuertes y débiles de manera más detallada que un alumno de un currículo normal. Por tanto, sin lugar a dudas, elegirán la carrera perfecta que más se adapte a ellos y a sus fortalezas. Y los resultados positivos no acaban ahí: Una vez adentrados en la etapa universitaria, de nuevo, demostrarán más capacidad de análisis, autocrítica y perseverancia, y se reflejará en sus calificaciones. Todos estos valores son dotados por la enseñanza personalizada, y, en una etapa tan dura y que exige tanto como es la universitaria, los beneficios que ofrece la enseñanza personalizada no deben tomarse a la ligera.
Este conjunto de razones demuestran por qué la educación personalizada es una de las mejores opciones a tener en cuenta, tanto a corto como a largo plazo, aunque la decisión final siempre recae en las familias. Por ello, los profesionales del sector insistimos en la importancia de hacer al alumno partícipe de este currículo desde su más temprana educación, pues es, sin lugar a dudas, la mejor forma de invertir en su futuro y desarrollar al máximo su potencial.
Esmeralda Velasco
Psicopedagoga y coordinadora del Dpto. de Orientación
Colegio Europeo de Madrid.