24 de julio 2022.- El sacerdote Juan Carlos García Domene asume la dirección de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) con el gran desafío de acercar su profundo fondo editorial a las nuevas generaciones.
¿Le sorprendió que lo eligieran para dirigir la BAC? ¿Cómo se enteró?
Me llamó mi obispo, José Manuel Lorca Planes, para decirme que en la Conferencia Episcopal habían pensado en mí como director de la BAC. Tras pensarlo, le dije que iba a hacer lo que la Iglesia me pidiese, pero que no podía con toda la tarea que tenía. Soy director del Instituto Teológico San Fulgencio de Murcia, donde seguiré, y era párroco en el centro de Murcia. La parroquia la he tenido que dejar.
¿Le ha costado esta decisión?
Me produce dolor, pues llevaba diez años sin ser párroco cuando en el verano de 2020 asumí una parroquia. Acababa de abrirse al culto tras el confinamiento. No había actividades. Han sido casi dos años reconstruyendo y reinventándonos.
Es doctor en Teología Pastoral, ha sido director del Instituto de Ciencias Religiosas, profesor de la Universidad de Murcia, delegado de Enseñanza. Ahora le toca el sector editorial…
No vengo del mundo editorial, sino de la teología pastoral, pero siempre he estado muy cerca del mundo del libro, sobre todo por afición. En el instituto todavía soy el director de la biblioteca. Llevo diez años. En este tiempo hemos ordenado todos los volúmenes, impulsado la catalogación informática y ahora queremos hacer una gran sala de lectura.
¿Ha tenido alguna relación con la BAC con anterioridad?
En el año 2000, el entonces director, Joaquín Luis Ortega, me pidió que siguiese con los volúmenes de los documentos de la Conferencia Episcopal Española, dado que yo había hecho mi tesis sobre la relación entre la fe y la cultura en estos textos. Más adelante me llamó José María Gil Tamayo, cuando era secretario general, para que continuase con esta tarea. Cotejábamos los textos, poníamos un sumario, una gran introducción y varios índices, entre el onomástico, de autores o geográfico. Son obras para el futuro. Bajo la dirección de Jorge Fernández Sangrador me encargaron varios volúmenes de las enseñanzas de Benedicto XVI, aunque se paralizaron con la publicación de las obras completas de Joseph Ratzinger.
¿Por qué es importante la BAC?
Lo explico con un ejemplo. En nuestra biblioteca, la BAC es la única editorial que rompe la clasificación decimal universal. Tiene sus anaqueles propios por colección. Quien diseñó el fondo entendió que era una obra singular y, de hecho, tenemos la suscripción integral desde siempre. La BAC ha sido el alma de la formación del clero. Es la obra clásica de referencia en español. Tiene fuentes, Sagrada Escritura, obras completas. ¿Dónde vas a leer a san Agustín o a santo Tomás?
¿Cuál es el libro que más le ha marcado de la editorial?
Es una vivencia personal. Mi madre tenía en su mesilla de noche el número uno de la BAC, la Sagrada Escritura Nácar-Colunga. No sabía leer, pero jugaba con el ciervo de la portada. Mi madre siempre me decía que debía estar ahí. Luego he tenido otras obras como los libros de estudio del seminario, la Summa Theologica, el libro de Teología Pastoral de Floristán y Useros, Las Confesiones de san Agustín… Siempre leo cosas de la BAC cuando doy ejercicios espirituales.
También hay que destacar la última traducción de la Biblia, los Evangelios apócrifos, la historia de la filosofía. La BAC tiene libros que se mantienen en pie solos. Son sólidos de contenido y con ediciones muy cuidadas.
¿Es una punta de lanza en el diálogo entre fe y cultura?
Es su terreno propio. La BAC es una expresión cultural. La equipararía a Las Edades del Hombre. La Iglesia de Castilla y León nos enseñó que había unos bienes que se podían poner en valor simplemente quitándoles un poco el polvo, ordenándolos y dándoles un relato. La BAC tiene lo mismo, un patrimonio que habría que llevar a las nuevas generaciones. Su legado es monumental y fue providencial que los obispos la asumieran como propia. La BAC es una obra de evangelización de la cultura y de la propia Iglesia.
¿Son las nuevas generaciones el principal reto?
Probablemente. Y aquí incluyo las nuevas generaciones del clero y de estudiantes de Teología. Hoy se lee poco, y la lectura es la mayor herramienta de madurez intelectual, personal y de fe. El mundo de hoy está fragmentado, es selectivo y emocional y, por tanto, hay que buscar formas para que los jóvenes quieran leer una obra completa. Es el gran desafío.
Bio
Nacido en Villena (Alicante) en 1960, se ordenó sacerdote a los 24 años y desde entonces se ha dedicado a diferentes tareas, especialmente a la educativa. Ha sido delegado de Enseñanza de su diócesis, la de Cartagena, así como director del Instituto Teológico San Fulgencio. Este último cargo lo compaginará con la BAC.
Fran Otero
Alfa y Omega
Imagen: El sacerdote pertenece a la diócesis de Cartagena.
(Foto: Diócesis de Cartagena).