24 de abril 2022.- La educación humanista en la universidad ha sufrido grandes daños. Este catedrático de Filosofía de la UNAV propone recuperarla a través del debate sobre los grandes libros.
La idea de la que parte el libro es que la universidad hoy día forma tecnócratas, pero no miembros responsables de una comunidad, en su aspecto ético y humanista. ¿Esto es responsabilidad única de la universidad?
Efectivamente, no habría que esperar a la universidad. De los 12 a los 16 años es la edad decisiva para despertar la conciencia social. Por conectar con el debate de la reforma de la ley, en Secundaria debe haber educación cívica, pero, en España, se suele enfocar de modo ideológico en lugar de despertar el sentido de responsabilidad hacia la sociedad de un modo más libre, en el que caben distintas opciones.
Pero usted sostiene que, aun así, en la universidad es imprescindible.
Así es. En el desempeño de cualquier profesión aparecerán dilemas morales. Se hizo una encuesta a profesores universitarios y muchos aseguraban que no querían meterse en temas éticos en clase porque no querían influir en los alumnos. Pero los universitarios son adultos, y hablamos con ellos como tal, no partiendo de una posición de dominio. Y la ética es parte fundamental de la formación profesional.
Cita al profesor de Yale William Deresiewicz, que asegura que la crisis de liderazgo en América procede de que se forman líderes que responden a preguntas, pero no saben cómo hacerlas. Y recalca que la democracia requiere sabiduría. ¿Esta formación actual puede poner en peligro un sistema?
A nuestra democracia, por ejemplo, le falta una esfera pública de reflexión social, donde todo el mundo pueda participar y sienta la responsabilidad de que lo público también es suyo. Cuando nuestros estudiantes se gradúan, la mentalidad con la que salen es la que les transmitimos: conseguir éxito y estabilidad. Pero el problema de esto es que uno no está dispuesto a poner en duda el sistema económico, de valores, el tejido social. La actitud que necesitamos es qué puedo hacer yo para resolver esos problemas. Lo que facilitaría que hubiera este cambio es que tuviéramos una esfera pública más viva, no tan estatista.
Bio
Catedrático de Filosofía Moral y Política, es el director del Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra. Miembro de la junta directiva de la Association for Core Texts and Courses, ha sido investigador visitante en las universidades de Oxford, Múnich, Chicago y Leipzig, y dirige el Programa de Grandes Libros de la UNAV.
¿Esto puede implementarse en un contexto como el español, en el que no sabemos debatir y lo llevamos al plano personal?
Es muy difícil, pero, si cabe, es más necesario que nunca. Y si en algún sitio se puede cambiar es a través de la educación. Las universidades tienen poca relevancia social en España; te preparan para trabajar, pero no están consideradas como un lugar que pueda contribuir a mejorar la sociedad. Uno de los caminos para conseguir fomentar este debate sano, según mi experiencia, son los seminarios de grandes libros, un contexto educativo en un aula donde se dialoga con gente de distintas posturas, con la finalidad de llegar a la verdad. En el debate público la finalidad es ganar, pero la verdad, buscar lo más justo, no es algo inmediato. Somos una sociedad que piensa de manera distinta, que debe convivir y, por tanto, hemos de buscar equilibrios y tomar decisiones que no sean definitivas. La Ley de la Eutanasia, por ejemplo. Se aprueba la ley, pero, ¿el debate ha acabado? Es un tema con opiniones contrarias. ¿Por qué no se puede revisar en cinco años y evaluar lo que ha pasado?
Los jóvenes llegan de un entorno donde la tolerancia a la fragilidad se ha eliminado. Dice en el libro que es el dominio del emotivismo moral.
Hay un capítulo donde cito a un autor que asegura que la tarea de educar corresponde tanto a la familia como a la universidad o a las comunidades religiosas. No hay que reducir. Pero es verdad que la familia es clave. Parece que hay consenso general en corroborar que las nuevas generaciones son frágiles. Hay que incidir en prepararlas.
¿Quién educa al padre y al educador?
Los jóvenes, que serán padres, encuentran esta educación en la universidad. Lo que antes se aprendía en el contexto familiar no se puede dar ya por supuesto. Y, sobre los educadores, tendríamos que cuidar mucho más la carrera de Magisterio, a los futuros profesores. La profesión de quienes se dedican a Primaria y Secundaria es decisiva, y en España está denostada. En otros países tienen mucho prestigio.
CRISTINA SÁNCHEZ AGUILAR
Alfa y Omega
Imagen: El catedrático asegura que la ética es imprescindible
en la educación universitaria.
(Foto: Manuel Castells).