El Papa ha nombrado a Jesús Vidal, actualmente obispo auxiliar de Madrid, nuevo obispo de Segovia. La toma de posesión será el próximo 18 de enero en la catedral de la diócesis.
Imagino que hay alegría por lo que llega y tristeza por lo que deja.
La primera alegría es que el Señor, a través de la Iglesia, se fía de mí para darme una misión. Es verdad que hay una tristeza por la salida, porque quiero mucho a Madrid, pues aquí están mi familia, mis amigos, es donde he vivido siempre; pero, a la vez, tengo un gran deseo de encontrarme con un pueblo. Cuando me nombraron obispo, entendí que uno de los elementos que tenía esa llamada era que algún día tendría que salir de Madrid. O sea que, en cierta manera, era algo esperado.
Madrid le ha preparado para la pastoral de la gran ciudad y ahora va a Segovia, a una diócesis de la España vaciada y con muchos desafíos. ¿Cómo se puede aplicar esa pastoral a una diócesis más rural?
No quiero llegar con recetas precocinadas. Porque sería absurdo intentar transponer esquemas que he vivido en Madrid con lo que pueda vivir en Segovia. Por lo tanto, si tuviera que hablar de un programa, este programa sería escuchar: a los sacerdotes, a la gente en los pueblos, a las administraciones. Y al Señor; ver el camino que Él quiere hacer con la Iglesia que camina en Segovia. Tengo el recuerdo de una experiencia en Acción Católica, cuando íbamos en Semana Santa a celebrar a pequeños pueblos de Soria. Mi recuerdo de aquella experiencia es de una acogida muy grande, de generar vínculos muy bonitos.
También la experiencia de administrador apostólico en la diócesis de Alcalá de Henares fue un entrenamiento.
Precisamente lo que me ayudó fue ese proceso de escucha. Es verdad que la misión allí no fue ser obispo, sino acompañar a la diócesis en la transición entre un obispo y otro y administrarla; es decir, en cierta manera, disponer su corazón para la llegada de un nuevo obispo. Pero sí tuve la experiencia de esa visión general de la diócesis, de los sacerdotes, de los pueblos, de la ciudad… Además, es una diócesis que tiene un porcentaje de presencia rural que aún es grande.
En Madrid ha tenido variadas responsabilidades que abarcan casi toda la pastoral. ¿Qué ha aprendido de todo esto?
Sí, desde dos experiencias en parroquias muy vivas de las que todavía guardo verdaderas amistades al paso por la Acción Católica, que me ha dado una visión de la formación de los laicos grande y de la pastoral juvenil, que luego se completó con la labor en la Delegación de Juventud. También la ayuda al desarrollo, en los años que fui consiliario diocesano y viceconsiliario nacional de Manos Unidas; aquello puso en mi corazón la ayuda al desarrollo como una obra de la Iglesia. Y la devoción popular los años que fui rector del oratorio del Santo Niño del Remedio, una experiencia de trato con mucha gente muy distinta que se acercaba a la Iglesia por esta devoción, que era un hilo que les unía al Señor. Por último, durante los años como rector del seminario pude entrar más en el mundo de la formación y el acompañamiento a los sacerdotes, también como obispo, y la relación con la vida consagrada. Creo que realmente he tenido una visión grande de lo que significa la vida de una diócesis.
¿Cuáles son los puntos fuertes de la vida de la archidiócesis de Madrid?
Un punto fuerte es la heterogeneidad, de tal manera que cualquiera que llegue puede hallar un lugar en el que pueda encontrar un camino para ser acompañado y seguir al Señor. Esta heterogeneidad a veces puede generar también dificultades, pero yo lo veo sobre todo como una riqueza. Otras claves de Madrid son los sacerdotes, un presbiterio vivo que ama al Señor y a la Iglesia, y la fortaleza de vida laical y de pastoral social.
«Unidos en la misión»
«A ver quién me despierta ahora por las mañanas porque Jesús es muy madrugador, veo su luz por debajo de mi puerta y me digo “ya ha empezado el día”». Con esta broma dio las gracias José Cobo, arzobispo de Madrid, al obispo auxiliar Jesús Vidal, que pasará a encabezar la diócesis de Segovia. «Te echaremos de menos», confesó el cardenal, quien le agradeció «tu tarea y lo que hemos compartido viviendo juntos», especialmente «durante esta última etapa por la paciencia que has tenido». El arzobispo de Madrid recordó que durante algunos años él y Vidal «hemos sido obispos auxiliares» a la vez y «compartido casa, misión y vida». José Cobo aseguró que los 90 kilómetros que separan las sedes de ambas diócesis no bastarán para perder la relación porque «estamos cerquita, podemos ir a verle y él vendrá». Y más allá de lo geográfico, seguirán unidos porque «estamos vinculados en la misión de la Iglesia». Por último, destacó la obediencia al Papa y disponibilidad de Jesús Vidal, quien «da un ejemplo muy bonito cuando dice que sí» con una apertura propia del «tiempo de Adviento».
¿Hay seminario en Segovia? Porque siendo usted el enlace entre España y Roma para la implementación de la reforma de los seminarios…
Segovia tiene tres seminaristas que se forman en el Teologado de Ávila, que está en Salamanca. Por lo tanto, es una de estas experiencias de colaboración a la que estamos llamados a participar y que yo ahora podré acompañar desde la visión de una diócesis pequeña, con pocas vocaciones.
En la archidiócesis de Madrid se está trabajando mucho por apostar por la transparencia. ¿Se lleva a Segovia este modelo?
Yo la palabra transparencia la uniría a confianza. Para que alguien confíe en ti tienes que mostrar que lo que tú le entregas, que lo que tú anuncias, es verdadero. Pero no simplemente como una verdad teórica, sino porque verdaderamente está en tu vida. Y esto se puede expresar a través de la manifestación pública del modo en el que uno ordena los bienes materiales: cómo los orienta, cómo los recoge y cómo los gasta para los fines de la Iglesia en la evangelización, en la ayuda a los más necesitados. También se expresa en el no tener miedo a reconocer el mal dentro de la Iglesia y la tragedia que suponen los abusos sexuales a menores, los abusos de poder, los abusos de conciencia; y reconocer esto para sanar a las víctimas, que principalmente son hijos e hijas nuestros, y acompañar a los responsables de la pastoral a que puedan vivir su ministerio, su servicio, en relaciones adecuadas. La transparencia también está en la apertura a la persona inmigrante que llega a España buscando una vida mejor para su familia. ¿Cómo no hacer estos procesos de acogida también de forma sencilla, transparente? Creo que transparencia significa sencillez y confianza para generar la vida de la Iglesia.
CRISTINA SÁNCHEZ AGUILAR
Alfa y Omega
Fotos cedidas en su mayoría por Jesús Vidal
5 de diciembre 2024