Pocos días después de la muerte de decenas de personas frente a las costas jónicas de Italia, la Iglesia local denuncia la anestesia de las conciencias y unas políticas miopes e ineficaces. Monseñor Fortunato Morrone, presidente de la Conferencia Episcopal de Calabria: “Pedimos a Europa una gobernanza global del fenómeno migratorio. La acogida de nuestras estructuras de voluntariado compensa las deficiencias de nuestras administraciones».
Ciudad del Vaticano, 1 de julio 2024.- La voz de la Iglesia de Calabria en Italia vuelve a alzarse, cada vez más fuerte. Esta vez para denunciar lo que los Obispos definen como otra tragedia marítima anónima e invisible. Todavía tienen en sus ojos las imágenes del terrible naufragio ocurrido hace unos días a 120 millas de la costa jónica, al sur de Italia y no pueden olvidar las decenas de muertos, entre ellos muchos niños, y las miradas perdidas y aniquiladas de los supervivientes que desembarcaron en el Puerto de Roccella. Los Prelados vuelven a quedar conmocionados, hasta el punto de que no dudan en gritar contra la anestesia de las conciencias y contra medidas políticas miopes incapaces de evitar tragedias similares.
El veneno de la indiferencia
Sí, indiferencia. Es uno de los males que envenena la política, incluida la política europea. Lo sostiene fuertemente monseñor Fortunato Morrone, arzobispo de Reggio Calabria-Bova y presidente de la Conferencia Episcopal de Calabria (CEC). “Estas masacres de inmigrantes se repiten con demasiada frecuencia y todo esto, lamentablemente, crea costumbre”, afirma a los medios vaticanos. Luego, sin embargo, explica que en cierto momento la indiferencia debe enfrentarse al mar que devuelve su carga de desastres. Y de muertes.
Gobernanza global
Los obispos de Calabria esperan que pronto una gobernanza única gestione las dinámicas migratorias a nivel mundial, al menos en territorio europeo. “El Papa Francisco también escribe esto en un capítulo entero de la encíclica Fratelli tutti”, dice Morrone. Y el presidente del episcopado de Calabria recuerda a Europa que «la humanidad siempre ha estado – y siempre estará – en continuo movimiento y, por tanto, en el frente migratorio parece inútil trabajar en caso de emergencia. Europa debe ser una comunidad de naciones, no de nacionalismos. Necesitamos una perspectiva política amplia».
Iglesia en primera línea
La compleja máquina de acogida que la Iglesia calabresa consigue poner en marcha en los puertos cada vez que hay hombres, mujeres y niños que ayudan y sostienen testimonia el compromiso concreto de muchos voluntarios que dedican su vida a ser fieles al Evangelio. “Todo mi agradecimiento va para ellos – añade el arzobispo – porque traen esperanza. Pero también quiero aclarar algo más: su trabajo fundamental compensa las deficiencias de nuestras administraciones». Y esto no es una cosa insignificante.
FEDERICO PIANA