Europa es una comunidad de vida y de destino. Frente a la crisis social, los cristianos cuentan con todas las herramientas necesarias para crear una Europa más fraterna y solidaria que ponga a la persona humana en el centro de su proyecto. La crisis actual ofrece una oportunidad para que los cristianos se comprometan de modo renovado y decisivo a favor de una Europa de la solidaridad y de la Paz.
Es el sentimiento que nace de la interacción entre los participantes: laicos, religiosos, obispos, en estas 2° jornadas sociales católicas por Europa. La reunión de Madrid ha vivido un intercambio de experiencias, de debate y momentos de comunión y de oración. Ha permitido poner de relieve la riqueza y la diversidad del compromiso de los cristianos en la sociedad.
El encuentro, promovido por los dos organismos episcopales de Europa, la COMECE (Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea) y el CCEE (Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa) en colaboración con el Arzobispado de Madrid, se ha organizado en cooperación con la Conferencia de Episcopal de España. Han participado casi 200 delegados de las Conferencias Episcopales de Europa, de asociaciones y organismos eclesiales del continente, en representación de 31 países, reunidos en torno al tema de “La fe cristiana y el futuro de Europa”.
El Prof. Javier María Prades López, abrió la sesión inaugural con una ponencia sobre el concepto de persona humana. Se organizaron tres sesiones plenarias sobre tres temas principales. La primera sesión, donde el Cardenal Reinhard Marx, presidente de la COMECE, fue el ponente principal, se titulaba “¿Crisis o cambio?”. Permitió dibujar un amplio panorama de la actual crisis económica y social en Europa y de los diversos desafíos que hoy en día los europeos deben afrontar. También examinó, de modo detallado, la necesidad de orientar la construcción europea hacia una Europa más social y además formuló algunas propuestas para esta reorientación. Los cristianos, hoy, están llamados más que nunca a participar en esta aventura, impulsados por su fe y su rica experiencia en el campo social.
El Prof. Stefano Zamagni abrió la segunda sesión, dedicada a repensar la economía y el trabajo. Advirtió que nuestras políticas sociales nacionales están estructuras en torno al individuo en singular, mientras tendrían que tomar en cuenta en particular las exigencias de la familia. Por último, Breda O’Brien y el Prof. Balázs Shanda abrieron los trabajos de la tercera sesión sobre “la persona y la familia en la base de la sociedad y los derechos humanos”. Breda O’Brien, periodista y madre, invitó a desarrollar una teología del matrimonio que tenga sus raíces en la realidad vivida por los cónyuges.
Por su parte, el Prof. Shanda, hablando de la dignidad como fundamento de los derechos humanos, describió los intentos para cambiar las leyes que afectan la dignidad humana. Si bien se reconoce la importancia de que los cristianos continúen sirviendo al bien común en el trabajo legislativo, se llegó a la conclusión de que es a través de la acción en la educación la manera en que los cristianos podrán sensibilizar para que se respete la dignidad de cada ser humano.
Las sesiones contaron también con enriquecedores testimonios de personas que trabajan en temas sociales, empresa, política, voluntariado, y comunidades religiosas. En las Jornadas también se trabajó por grupos, con temas como: el futuro de los jóvenes en Europa, el fenómeno de la migración, la solidaridad entre las generaciones, una cultura de voluntariado, la libertad de enseñanza, las políticas de la familia y la vida humana en la sociedad tecnológica.
El Cardenal Angelo Bagnasco, vicepresidente de la CCEE, recordó a los participantes que la Iglesia puede afrontar estos desafíos si los cristianos, animados por su fe, son capaces de salir de su comodidad para acercarse a su hermano y hermana, donde quiera que estén.
El Papa Francisco dirigió un Mensaje a los participantes, en el que les mostró su cercanía y oración.
Por último, en la Vigilia de Oración por Europa, la noche del sábado, organizada en la Catedral de la Almudena, los madrileños se unieron a los delegados para rezar por la paz en Europa, en Medio Oriente y las distintas crisis en el mundo. Se rezó también especialmente por la visita del Papa Francisco en el Parlamento Europeo el próximo 25 de noviembre. La vigilia fue animada por la Orquesta y el Coro de los jóvenes de la JMJ de Madrid.
El encuentro concluyó el domingo con una Eucaristía presidida por el Cardenal Antonio María Rouco Varela, Administrador Apostólico de Madrid.
“Nadie sobra en la Nueva Evangelización de Europa”
El Cardenal Antonio Mª Rouco Varela, Arzobispo Emérito Administrador Apostólico de Madrid, ha presidido en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena la celebración de una solemne Eucaristía con la que ha clausurado las II Jornadas Sociales Católicas por Europa que durante estos últimos cuatro días se han venido celebrando en el Seminario Conciliar con el lema “La fe cristiana y el futuro de Europa”.
Ha comenzado su homilía asegurando que “nos sale del corazón dar gracias a Dios por todos los dones obtenidos en el transcurso de los casi cuatro días de reflexión y de debate, de oración y de amistad, sencilla y hondamente compartida” en unas “Jornadas vividas de verdad en la Comunión de la Iglesia”. Han sido “unos días inolvidables en los que la sabiduría y la ciencia, generosa y lúcidamente ofrecida por hermanos nuestros, se ha verificado y enriquecido con los testimonios de vida y los frutos de las vivencias pastorales y apostólicas de otros”.
“Nos preocupa Europa, a la que amamos y queremos servir, siendo testigos del Evangelio con la palabra y con las obras. Los problemas de las personas y de los pueblos de esta vieja Europa, de raíces profundamente cristianas, son graves: problemas de concepción de la vida y del mundo, problemas de lo que nos exige a los cristianos y a la Iglesia la situación de crisis económica y social, familiar, cultural y religiosa por la que estamos atravesando, en una palabra, nos preocupa el problema del ‘hombre incompleto’, del hombre a quien le roban el alma”. Se responde a este reto, ha dicho, “con el compromiso de una existencia cristiana plenamente fiel a la voluntad del Señor en esta nueva hora tan decisiva de su historia, cuando se encuentra empeñada en fundamentar sólidamente y en ampliar su unidad socio-económica y política”. Compromiso que, a su juicio, sólo se puede realizar “si disponemos de un horizonte luminoso de verdades y valores”, o “de convicciones y actitudes de vida que ‘la memoria’ de nuestra tradición cristiana, actualizada por los sucesos y experiencias del inmediato presente, especialmente de los vividos en el seno de la Iglesia, nos invita a retomar y a renovar”.
Por eso, ha invitado a los presentes a dejarse contagiar por la alegría del Evangelio, “saboreado apostólicamente, conocido en la integridad plena de la tradición viva de la Iglesia y puesto en práctica en la vivencia creciente y fiel del amor eucarístico del Corazón misericordioso de Cristo”.
Crisis de fe
Para el Cardenal Rouco, “las crisis de fe se superan y resuelven por la vía de la conversión”. “Convertirse significa y es volver a Él, abandonando las sendas de la maldad -¡de nuestros pecados!- y sabiendo que ‘es rico en perdón’: ¡rico en misericordia!”. “¡Qué importante es que hoy en la Iglesia en Europa nos reconozcamos pecadores! ¡Que no tengamos miedo, luego, a ayudar a nuestros hermanos europeos para que abran sus ojos, los ojos de sus pueblos, de sus culturas, de su mundo intelectual y de sus dirigentes sociales, ¡los ojos del alma! para que se atrevan a descubrir y a reconocer el origen moral y espiritual de sus crisis de hoy y a saber arrepentirse y pedir perdón a quien puede perdonar eficazmente: a Cristo”, ha asegurado. “Su fruto más valioso sería el de una auténtica evangelización, es decir, el de una profunda renovación moral y espiritual, capaz de levantar la esperanza en las sociedades y en los ciudadanos europeos que ansían un futuro de prosperidad auténtica, de justicia, de amor y de paz para sí y sus descendientes: ¡un futuro abierto al don de la vida verdadera que trasciende el tiempo y se colma en la eternidad de Dios”.
Retornar a los caminos de la fe, ha apuntado, es “dar de nuevo verdadero sentido a la vida y a la existencia en estos momentos tan delicados de la historia de Europa”. Porque “si a los cristianos de la Europa del Tercer Milenio nos es indiferente estar o no estar con Cristo en la oración, en la experiencia espiritual de una vida interior alimentada por su palabra y sus sacramentos, vivificada por la gracia y los dones del Espíritu Santo, confiándonos al amor misericordioso del Padre, nuestros empeños pastorales y nuestras tareas al servicio de una Europa más digna de la persona humana, serán estériles”. “Hacen falta comunidades” que “, cuiden el sentido de la vida litúrgica y de la vida interior”, ha afirmado.
“Uno de los signos más luminosos y esperanzadores que se perciben actualmente en la Iglesia en Europa, ha añadido, es el renacimiento entre sus jóvenes de las vocaciones para la vida consagrada contemplativa: en las comunidades masculinas y femeninas de antiguas tradiciones y en el surgir de nuevas comunidades inspiradas y suscitadas por carismas de una extraordinaria vitalidad y de una fascinante capacidad de respuesta a los problemas y demandas más hondamente sentidas por los jóvenes europeos de nuestro tiempo”. “¡Una excelente contribución para el futuro de una Europa edificada y configurada a la medida de la dignidad trascendente de la persona humana!”.
Evangelización de Europa
Para el Cardenal Rouco, “el camino para realizar fructuosamente cualquier proyecto o propósito de renovación humana, moral y espiritual de Europa ha de ser un camino de humildad”. Afirmando que “nadie sobra en esa gran y urgente obra de la Nueva Evangelización de Europa a la que la Iglesia nos viene convocando en las últimas décadas a través muy singularmente de la voz de San Juan Pablo II y que el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco no han dejado de hacer resonar con fuerza hasta el día de hoy”.
Ha concluido pidiendo a la Virgen “que nos anime y sostenga en el testimonio para Europa del Evangelio de la Esperanza”. (Informadrid)