En el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo 2024, la Pastoral del trabajo de la Conferencia Episcopal Española (CEE) llama a promover la defensa de la vida en el trabajo, «denunciando la pérdida de salud y de vidas, creando conciencia en la sociedad y en nuestras comunidades eclesiales, acompañando a las víctimas en el dolor y apoyando sus justas reivindicaciones».
22 de abril 2024.- «Durante mucho tiempo venimos constatando cómo perdemos, cada día, entre dos y tres vidas en el trabajo. Cierto es, y nos alegramos por ello, que en 2023 hemos experimentado un descenso de estas negras cifras. Sin embargo, sigue resultando aterradora la cifra de 721 personas que perdieron la vida a causa de su trabajo». Con este planteo se abre la nota de la Pastoral del trabajo de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ante el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo 2024 que se celebrará el 28 de abril.
Más allá de las estadísticas, el organismo de la CEE asegura que les preocupa «la extensión tan amplia de la falta de salud laboral y, sobre todo, las devastadoras consecuencias que ésta tiene en la vida de las personas trabajadoras y sus familias».
En la declaración, firmada por Monseñor Abilio Martínez Varea, responsable de la Pastoral del Trabajo, y Antonio Javier Aranda López, director del departamento, se subraya que «la vida con mayúsculas se juega hoy día, también, en los puestos de trabajo de nuestras empresas». También afirman que el Papa Francisco recuerda que «no son números, son personas». En este sentido, reconocen que los números nos ayudan a apreciar la magnitud del problema, pero no nos puede hacer olvidar que hablamos de seres únicos. «Cuando nos acercarnos a la víctima de un accidente laboral, aseguran, lo primero que nos recuerda es el dolor y la soledad con la que se tienen que enfrentar a esta situación y nos hace constatar la tragedia personal y familiar que hay detrás de cada accidente».
«El cuidado de la vida humana pasa por erradicar esta tragedia, por identificar sus causas profundas y empeñarse en eliminarlas desde todos los ángulos posibles. Nos va la vida en ello».
El Episcopado español anima a no olvidar «que hay personas que sufren secuelas físicas y psíquicas que les acompañarán ya toda su vida. Familias que se rompen tras la pérdida de uno de sus miembros, o el golpe repentino de una discapacidad, una incapacidad laboral de mayor o menor grado… en definitiva, por el sufrimiento de un mal sobrevenido en sus vidas por el simple hecho de salir a la calle cada mañana a ganarse la vida».
Como Iglesia, exhortan a «promover la defensa de la vida en el trabajo: denunciando la pérdida de salud y de vidas, creando conciencia en la sociedad y en nuestras comunidades eclesiales, acompañando a las víctimas en el dolor y apoyando sus justas reivindicaciones».
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