Al menos 58 palestinos muertos por la represión del ejército contra las protestas por el traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén. La decisión –aseguran los franciscanos– «no solo ha provocado el resentimiento de los palestinos, también ha dividido a la sociedad israelí»
Este 14 de mayo, día en que se cumplían 70 años de la creación del Estado de Israel, se convirtió en una de las jornadas más sangrientas en Tierra Santa en los últimos años. Al menos 58 palestinos murieron durante las protestas contra la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, después de que el presidente Donald Trump decidiera trasladarla desde Tel Aviv. La delegación norteamericana estuvo presidida por la hija del mandatario, Ivanka.
Para los palestinos, cada 14 de mayo se celebra la «nakba» o catástrofe, en esta ocasión con especial intensidad, debido al cambio de política norteamericana, que ha supuesto un torpedo en la línea de flotación contra la solución de los dos Estados.
Hamas, que controla la franja de Gaza, convocó un nuevo acto de protesta frente a la valla que mantiene a sus cerca de dos millones de habitantes virtualmente recluidos en una gran prisión a cielo abierto.
El Ejército hebreo respondió abriendo fuego contra los manifestantes. Entre los fallecidos, figuran ocho menores de 16 años, según el enviado palestino a Naciones Unidas, Riyad Mansour.
En las últimas semanas, han muerto en Gaza en manifestaciones e incidentes violentos junto a la frontera 90 personas y más de 10.000 han resultado heridas. Ante la incapacidad de hacer frente a esta situación, los hospitales de la franja han solicitado ayuda al vecino Egipto.
Ivanka Trump inaugura la nueva embajada de EE.UU. en Jerusalén
Oración y esperanza
«He vivido en Tierra Santa durante 30 años y nunca había visto algo así, nunca había visto tanta ira de los palestinos. La gente está muriendo en Gaza. Hay disturbios en Yenín, Ramala, Hebrón, Belén y en otras ciudades de Cisjordania. La cifra de muertos se está actualizando todo el tiempo. Y puede ser peor mañana», decía a la agencia italiana SIR el franciscano Ibrahim Faltas, director de los colegios de esta congregación en Tierra Santa y responsable de las relaciones con Israel y Palestina de la Custodia franciscana.
Durante la segunda Infifada, Faltas estuvo en la basílica de la Navidad durante el cerco israelí, cuando 240 activistas se refugiaron en el recinto. «Desde entonces, las cosas han empeorado y el proceso de paz parece haberse detenido», asegura.
«La decisión del presidente Trump de trasladar la embajada de EE.UU. a Jerusalén no solo ha provocado el resentimiento de los palestinos, también ha dividido a la sociedad israelí», asegura.
Y cita unas palabras de Juan Pablo II, según el cual «si no hay paz en Jerusalén, no habrá paz en el resto del mundo», porque «Jerusalén es una ciudad única» y «debe ser una ciudad para todo el mundo y de todo el mundo».
«Por nuestra parte –concluye–, los franciscanos seguiremos rezando por la paz con esperanza. Hemos estado 800 años en Tierra Santa, nunca hemos perdido la esperanza y no la perderemos nunca. Oración y esperanza, mientras ayudamos a la gente que sufre, que quieren diálogo y paz. Estos son días duros, pero recemos para que vengan días de paz».
Imagen: Una de las víctimas palestinas tras los choques contra el ejército israelí