Una conmemoración en Kigali recordó a las ochocientas mil víctimas de la guerra civil de los cien días de 1994. El expresidente estadounidense Clinton también estuvo presente, mientras que el presidente francés Macron reiteró la responsabilidad de la comunidad internacional al no intervenir para detener aquella matanza.
Ciudad del Vaticano, 8 de abril 2024.- Con el encendido de la llama en el memorial de Gisozi, en la capital, Kigali, Ruanda conmemoró ayer el 30° aniversario del genocidio que costó la vida a ochocientas mil personas, en su mayoría de etnia Tutsi, durante cien días de matanza. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, que con sus milicias contribuyó al fin de la violencia derrocando al Gobierno de etnia Houti y que dirige el país desde el año 2000, presidió la conmemoración, ante la presencia del expresidente estadounidense Bill Clinton y del presidente israelí Isaac Herzog. El presidente francés, Emmanuel Macron, que hace tres años reconoció la responsabilidad de Francia – principal aliado occidental de Ruanda – en no detener el genocidio, envió un mensaje de vídeo en el que reiteró los fallos de la comunidad internacional.
Cien días de violencia
El 6 de abril de 1994, el avión en el que viajaba el presidente Juvènal Habyarimana, de etnia Houti, fue derribado por un misil, matándolo a él y a todos los pasajeros. El atentado, cuya autoría nunca se ha aclarado definitivamente, desencadenó a partir del día siguiente la violencia de los Houti – ejército, milicias, pero también ciudadanos de a pie – contra la minoría Tutsi, víctima de una campaña de propaganda de odio. Tras la conquista de Kigali por las fuerzas del Frente Patriótico Ruandés de Kagame, cientos de miles de Houtis abandonaron el país, refugiándose principalmente en la vecina República Democrática del Congo.
La difícil reconciliación
En los últimos treinta años, Ruanda ha emprendido un difícil camino de reconciliación, empezando por los tribunales comunitarios – los «gacaca» – en los que las víctimas juzgan y escuchan los testimonios de sus torturadores, mientras que todavía se encuentran fosas comunes que se remontan al período de la guerra civil. Para el gobierno ruandés, cientos de personas sospechosas de participar en el genocidio siguen en libertad en las vecinas RDC y Uganda. Veintiocho personas han sido extraditadas desde el extranjero, seis de ellas desde Estados Unidos.
MICHELE RAVIART