En entrevista con Alfa y Omega, el cardenal denuncia el «régimen de terror» que se vive en El Salvador y, frente a la política de mano dura contra las maras, propone el método preventivo que usaba Don Bosco. «Los cristianos creemos que todo ser humano, aunque sea el peor criminal, tiene derecho a una oportunidad»
5 de febrero 2024.- Seis millones de salvadoreños tienen una cita con las urnas este próximo domingo 4 de febrero. En el horizonte se encuentra la intención del actual mandatario, Nayib Bukele, de optar a la reelección pese que la Constitución del país lo prohíbe expresamente.
El presidente, cuya fortaleza radica en el combate contra las maras, cuenta con una preferencia del 70,9 % del electorado, según el último sondeo del Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Francisco Gavidia. Sus opositores le achacan formas antidemocráticas, corrupción, ataque a medios independientes, acuerdos con las pandillas a espaldas de la sociedad y valerse de un Tribunal Supremo con magistrados afines para lograr una sentencia favorable a la reelección.
El que fuera discípulo de san Óscar Arnulfo Romero —y actual obispo auxiliar emérito de San Salvador— lamenta la criminalización que se realiza de aquellos sectores que buscan articular iniciativas de paz al margen de la política de mano dura aplicada desde junio de 2019 por el presidente Bukele en su lucha contra de las maras.
¿Cómo llega su país a estas elecciones presidenciales y legislativas?
He usado dos imágenes para describir el panorama preelectoral. La primera: David contra Goliat. Hay una desproporción escandalosa entre los recursos del oficialismo y los de los partidos de la oposición. A estos, incluso se les negó el acceso a la deuda a la que tienen derecho. El gigante dormido es el pueblo. Parece no darse cuenta de lo que significa poder dar otro rumbo al país con su voto. Las encuestas indican que el resultado de las elecciones podría llevarnos a una realidad de partido único o de partido hegemónico.
Organismos de derechos humanos han manifestado preocupación por algunos abusos documentados durante el régimen de excepción impuesto por el Gobierno del presidente Bukele en el marco de su lucha contra las maras. ¿Es también signo de preocupación para la Iglesia salvadoreña?
El clamor de la comunidad nacional e internacional que sigue este tema es desesperado. Ante una violación masiva de los derechos humanos, el Gobierno permanece insensible y está dispuesto a prolongar esta situación excepcional sin que le importe el sufrimiento de miles de familias afectadas. Gracias a Dios hay miles de prisioneros que han sido liberados, pero casi nadie se atreve a hablar por miedo a las represalias. Estamos ante un régimen de terror.
¿Considera que la militarización de la seguridad ciudadana es una estrategia que puede seguir manteniendo el próximo Gobierno para combatir a las maras o se debería poner el acento en otros ámbitos?
El presupuesto para las Fuerzas Armadas es altísimo y los abusos de muchos de sus miembros son el pan de cada día. Es muy sencillo, pero quizá utópico: que se ponga en crisis el modelo totalmente represivo y se adopte el método preventivo que usaba Don Bosco. Los cristianos creemos que todo ser humano, aunque sea el peor criminal, tiene derecho a una oportunidad. Como decía san Juan Pablo II, solo el amor transforma a las personas. La propuesta actual del Gobierno es insostenible.
Durante el mandato de Bukele también se han reabierto casos judiciales correspondientes a violaciones de los derechos humanos cometidos durante la guerra civil, como la masacre de El Mozote o el caso jesuitas. ¿Considera que el actual Ejecutivo ha promovido el acceso a la justicia y verdad de las víctimas del conflicto armado o sigue siendo esto una tarea pendiente para el próximo Gobierno?
El presidente ha calificado los acuerdos de paz como «un pacto de corruptos» y se ha negado a celebrar el aniversario de los mismos. Al mismo tiempo, el sistema de justicia ha dado órdenes de captura para personas emblemáticas que lucharon ejemplarmente por una paz con justicia y por la conservación de la memoria. ¿A quiénes se pretende proteger?
En Centroamérica pareciera que nuevamente hay una ola de gobiernos antidemocráticos. El ejemplo más claro sería Nicaragua.
Aquí nos encontramos ante una paradoja. Mientras varios gobiernos se vuelven más autoritarios, surge la sorpresa de la elección del presidente (Bernardo) Arévalo en Guatemala, quien ganó con el compromiso de combatir la corrupción y la impunidad. Su victoria debe mucho a la sociedad civil, al pueblo indígena y a instituciones como el Tribunal Supremo Electoral. Su tarea no está siendo fácil pero su compromiso inspira a mucha gente.
¿Qué diría hoy san Óscar Romero a los salvadoreños ante este próximo proceso electoral?
Él siempre soñó con un pueblo libre. Dijo que Dios quiere salvarnos como pueblo. Y explicó: «¿Qué es la masa? El montón de gente cuanto más ignorante, mejor. Cuanto más alienada, mejor». Y con una lucidez admirable, añadió: «Pueblo es la comunidad organizada en la que todos conspiran al bien común». Aplicando esta visión me vienen a la mente los títulos de tres mensajes del episcopado que se refieren a las elecciones: Un voto consciente, libre y democrático; Votar pensando en el futuro, y Tu voto vale, no lo botes.
ISRAEL GONZÁLEZ ESPINOZA
Alfa y Omega
Imagen: Rosa Chávez se pronuncia ante las elecciones.
(Foto: EFE / Rodrigo Sura).