En su última jornada, el Pontífice clausuró la JMJ, visitó a los enfermos y se encontró con los voluntarios. Y antes de partir de regreso a Roma, pidió «una solución justa y pacífica» para Venezuela y mostró su dolor por los recientes atentados en Filipinas y Colombia.
El Papa acaba de aterrizar en Roma después de participar los últimos días en la JMJ de Panamá. El aeropuerto de Ciampino ha recibido a Francisco a las 11:50 horas. Una vez en suelo europeo el Santo Padre, previsiblemente, se trasladará a la Basílica Santa María la Mayor para dar gracias a la Virgen por el éxito de su viaje.
Antes de coger el vuelo, durante la jornada del domingo, el Pontífice celebró la Misa de clausura en el Campo San Juan Pablo II-Metro Park, donde explicó a los jóvenes que «ustedes no son el futuro. No, no. ¡Son el presente! Ustedes son el ‘ahora’ de Dios!» y en la que invitó a enamorarse «no mañana, sino ahora», pues «aquello que los enamore conquistará no solo vuestra imaginación sino que lo afectará todo».
Con el podéis ir en paz, el Papa se trasladó a la Casa Hogar del Buen Samaritano Juan Díaz, una fundación instituida en 2005 y promovida por la Iglesia panameña para brindar asistencia a jóvenes y adultos que padecen VIH-SIDA, donde se encontró con 60 jóvenes asistidos por este centro.
Un prójimo con rostro concreto
En su intervención, Francisco aseguró que «la Iglesia y la fe nacen y se recrean continuamente por medio de la caridad» y que «estar aquí es tocar el rostro silencioso y maternal de la Iglesia», que «no se ve y pasa desapercibido pero que es signo de la concreta misericordia y ternura de Dios».
Con esta labor, la Iglesia «es capaz de profetizar y crear hogar, crear comunidad, crear familia», lo que implica «aprender a sentirse unidos a los otros más allá de vínculos utilitarios» y «crear lazos que se construyen con gestos sencillos y cotidianos que todos podemos realizar».
Por último, señaló que la Casa Hogar del Buen Samaritano Juan Díaz «nos muestra que el prójimo es en primer lugar una persona, alguien con rostro concreto, real y no algo a sortear o ignorar, sea cual sea su situación». Pero, sobre todo, «el prójimo es un rostro que encontramos en el camino, y por el cual nos dejamos mover y conmover: mover de nuestros esquemas y prioridades y conmover entrañablemente por lo que esa persona vive para darle lugar y espacio en nuestro andar».
Solución «justa y pacífica» en Venezuela
Durante la visita, en otro orden de cosas, el Pontífice confesó que ha pensado «mucho en el pueblo venezolano, al que me siento particularmente unido en estos días».
«Ante la grave situación por la que atraviesa, pido al Señor que se busque y se logre una solución justa y pacífica para superar la crisis, respetando los derechos humanos y deseando exclusivamente el bien de todos los habitantes del país», declaró el Santo Padre.
Esta es la segunda vez que el sucesor de Pedro se refiere a la crisis de Venezuela durante su estancia en la JMJ de Panamá. En la primera de ellas, expresada a través del director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, el Papa Francisco decía seguir «con cercanía el desarrollo de la situación» en el país y que «reza por las víctimas [producidas en las manifestaciones] y por todos los venezolanos».
Filipinas, Colombia…
Además de referirse a Venezuela, en sus últimas horas en Panamá Bergoglio se mostró apesadumbrado por el atentado yihadista acaecido este domingo en la catedral de Jolo, Filipinas, que ha causado la muerte a una veintena de personas que cuando estalló la bomba se encontraban en Misa.
Por otro lado, Francisco tuvo un recuerdo especial por los 21 alumnos asesinados el pasado 18 de enero en la escuela de policía de Bogotá, donde estalló un coche bomba colocado por el grupo terrorista ELN; y ante el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto –celebrado este domingo– pidió «mantener vivo el recuerdo del pasado y aprender de las páginas negras de la historia para no volver a cometer nunca más los mismos errores. Sigamos esforzándonos, sin descanso, por cultivar la justicia, aumentar la concordia y sostener la integración, para ser instrumentos de paz y constructores de un mundo mejor».
Encuentro con los voluntarios
Su último acto antes de dejar el país centroamericano fue un encuentro con los cerca de 15.000 voluntarios de la JMJ en el estadio Rommel Fernández.
«Ustedes han querido dedicar su tiempo, energía, recursos, a soñar y armar este encuentro. Podrían perfectamente haber optado por otras cosas, pero quisieron comprometerse. Dar lo mejor de sí para hacer posible el milagro de la multiplicación no solo de los panes sino de la esperanza. Aquí, una vez más, demuestran que es posible renunciar a los propios intereses en favor de los demás», les dijo el Papa.
«Ahora –concluyó el Pontífice– llega el momento del envío: vayan y cuenten, vayan y testimonien, vayan y contagien lo que han visto y oído. Todo esto queridos amigos denlo a conocer. No con muchas palabras sino, como lo hicieron aquí, con gestos simples y cotidianos, esos que transforman y hacen nuevas todas las cosas. Esos gestos capaces de armar lío, un lío constructivo».
Corazón rejuvenecido
Al concluir su encuentro con los voluntarios, Bergoglio se dirigió al Aeropuerto Internacional de Tocumen desde donde partió a las 18:25 hora local hacia Roma en un vuelo operado por la compañía Avianca. El sucesor de Pedro se despidió del pueblo panameño «con el corazón rejuvenecido», lleno de la fe y la esperanza que le «han contagiado los jóvenes del mundo».
José Calderero de Aldecoa @jcalderero
(Foto: REUTERS/Henry Romero)