En el encuentro con los miembros de la Dirección Central Anticriminal de la Policía de Estado Italiana, el Santo Padre agradeció el servicio que prestan cada día a la sociedad y resalta la responsabilidad institucional del organismo en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y niñas.
Ciudad del Vaticano, 26 de noviembre 2022.- Un día después de la Jornada Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, este sábado 26 de noviembre, el Pontífice se encuentra, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, con la Dirección Central Anticriminal de la Policía del Estado Italiano. Y precisamente expresa su alegría por la coincidencia de la fecha, pues este año el tema es, dice, «un llamamiento a unirse en la lucha para liberar a las mujeres y las niñas de las distintas formas de violencia, que lamentablemente son permanentes, extendidas y transversales respecto al cuerpo social».
Francisco agradece el trabajo que llevan adelante «con compromiso profesional y humano». También manifiesta su gratitud porque, pidiéndole reunirse con él en esta circunstancia, «llaman la atención de todos sobre la necesidad de unir fuerzas para este objetivo de dignidad y civilización».
Mujeres que ayudan a otras mujeres
Agradeciéndoles su trabajo cotidiano, el Papa lamenta que las noticias reportan continuamente episodios de violencia contra mujeres y niñas. Y ustedes, les dice, «son un punto de referencia institucional para contrarrestar esta dolorosa realidad. Hay muchas mujeres entre ustedes, y esto es un gran recurso: mujeres que ayudan a otras mujeres, que pueden entenderlas mejor, escucharlas, apoyarlas. Imagino lo exigente que debe ser para ustedes, como mujeres, soportar interiormente el peso de las situaciones que encuentran y que las implican a nivel humano. Pienso en lo valiosa que es una preparación psicológica específica para este trabajo».
También añade la importancia de la preparación espiritual, «porque solo en un nivel profundo se puede encontrar y apreciar una serenidad y una calma que permiten transmitir confianza a quienes son presa de la violencia brutal».
«Esa fuerza interior que Jesucristo nos muestra en su Pasión, y que comunicó a tantas mujeres cristianas, algunas de las cuales veneramos como mártires: desde Ágata y Lucía hasta María Goretti y Sor María Laura Mainetti».
La responsabilidad institucional y la justicia
El Obispo de Roma apunta que «las mujeres no solo se encuentran solas ante determinadas situaciones de violencia, sino que luego, cuando se denuncia el caso, no obtienen justicia, o los plazos de esta son demasiado largos, interminables».
«Aquí es donde debemos estar atentos y mejorar, sin caer en el justicialismo: ¡no! El Estado debe garantizar el acompañamiento del caso en todas sus fases y que la víctima pueda obtener justicia lo antes posible. Asimismo, hay que ‘salvar’ a las mujeres, es decir, garantizar que estén a salvo de las amenazas actuales y también de la reincidencia, que por desgracia es frecuente incluso después de una posible condena».
La importancia de trabajar en red
Una vez más, el Pontífice les agradece que la reunión llame la atención sobre el Día Internacional de Erradicación de la Violencia contra la Mujer, «que, insiste, nos llama a unirnos para luchar contra todas las formas de violencia contra las mujeres».
«En efecto, para ganar esta batalla, no basta con un organismo especializado, por muy eficaz que sea; no basta con luchar y emprender las acciones represivas necesarias. Debemos unirnos, colaborar, trabajar en red: ¡y no solo una red defensiva, sino sobre todo una red preventiva! Esto es siempre decisivo cuando se trata de eliminar una lacra social que también está ligada a actitudes culturales, mentalidades arraigadas y prejuicios».
Con su presencia, sugiere Bergoglio, los integrantes de la Dirección Central Anticriminal pueden convertirse en un testimonio, «también actúan como un estímulo en el cuerpo social: un estímulo para reaccionar, para no resignarse, para actuar». «Es una acción -decíamos- ante todo de prevención. Pensemos en las familias. Hemos visto que la pandemia, con el aislamiento forzoso, ha exasperado desgraciadamente ciertas dinámicas dentro del hogar». «Las ha exasperado, no las ha creado: de hecho, a menudo se trata de tensiones latentes, que pueden resolverse de forma preventiva en el ámbito educativo. Esta, diría yo, es la palabra clave: educación. Y aquí no se puede dejar sola a la familia. Si las familias se llevan la peor parte de los efectos de la crisis económica y social, y no se las apoya adecuadamente, no puede sorprendernos que allí, en el ambiente doméstico, cerrado, con tantos problemas, estallen ciertas tensiones. Y la prevención va en esta dirección».
Los medios y la cultura hedonista
Otro aspecto decisivo que toca el Sucesor de Pedro: «Si en los medios de comunicación se proponen continuamente mensajes que alimentan una cultura hedonista y consumista, en la que los modelos, tanto masculinos como femeninos, obedecen a los criterios del éxito, de la autoafirmación, de la competencia, del poder de atraer a los demás y de dominarlos, incluso aquí, no podemos entonces, hipócritamente, rasgarnos las vestiduras ante ciertos acontecimientos noticiosos».
El ejemplo de Santa Josefina Bakhita
Francisco considera que «este tipo de condicionamiento cultural se contrarresta con una acción educativa que sitúa a la persona, con su dignidad, en el centro». Luego, evoca el modelo de Santa Josefina Bakhita, «una santa de nuestro tiempo». «Saben que la obra eclesial que trabaja con mujeres víctimas de la trata lleva su nombre».
«La hermana Josefina Bakhita sufrió graves violencias en su infancia y juventud; se redimió plenamente aceptando el Evangelio del amor de Dios y se convirtió en testigo de su poder liberador y sanador. Pero no es la única: hay muchas mujeres, algunas son «santas de la puerta de al lado», que han sido curadas por la misericordia, la ternura de Cristo, y con sus vidas dan testimonio de que no hay que resignarse, de que el amor, la cercanía, la solidaridad de las hermanas y hermanos puede salvarnos de la esclavitud».
Por esto, el Papa aconseja que, a los chicos y chicas de hoy, se les propongan estos testimonios. «En las escuelas, en los grupos deportivos, en los oratorios, en las asociaciones, presentemos historias reales de liberación y de curación, historias de mujeres que han salido del túnel de la violencia y que pueden ayudar a abrir los ojos a los escollos, a las trampas, a los peligros que se esconden detrás de los falsos modelos de éxito».
Al final de su alocución, el Obispo de Roma les extiende un «doble gracias» con una oración por ellos y su trabajo, deseando que la Virgen María y Santa Bakhita intercedan por ellos.
SEBASTIÁN SANSÓN FERRARI