En la Jornada Mundial de la Ayuda Humanitaria, que se celebra el 19 de agosto, desde la cuenta @pontifex, el tuit de Francisco lanza un llamamiento a fomentar una cultura a favor del apoyo a los más necesitados, más de 130 millones en la actualidad, debido a guerras o desastres naturales.
Ciudad del Vaticano, 19 de agosto 2023.- En el tuit de la cuenta @Pontifex, publicado este con motivo de la Jornada Mundial de la Asistencia Humanitaria, resuena el llamamiento que es uno de los leitmotiv del magisterio del Papa Francisco: la construcción de la paz, que requiere esfuerzo y participación social, y el desplazamiento del «core business» de las instituciones internacionales de las armas a las necesidades urgentes de los pueblos en dificultad.
El Santo Padre escribe: «Es responsabilidad nuestra ayudar a extirpar de los corazones el odio y la violencia. Exhortemos a deponer las armas, a reducir los gastos militares para responder a las necesidades humanitarias, a convertir los instrumentos de muerte en instrumentos de vida».
NoMatterWhat, «pase lo que pase»
Alimentos, agua, refugio, educación, salud, nutrición y protección. Esto es lo que en la mayoría de las situaciones ofrecen las organizaciones humanitarias allí donde la gente experimenta fragilidad, peligro, miseria. El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria -establecido por la Asamblea General de la ONU en 2008- rinde homenaje al valor y la dedicación de los trabajadores humanitarios de todo el mundo. No importa quién, no importa dónde, no importa qué» es el lema elegido este año, tal y como se indica en el sitio web dedicado. Más de 130 millones de personas se encuentran actualmente en crisis, debido a guerras o catástrofes naturales, y necesitan ayuda humanitaria. No faltan operadores, por lo general bien formados, animados por los principios básicos de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia. Son personas cuyo trabajo sensibiliza a la opinión pública sobre la difícil situación de la población civil en todo el mundo, pero son conscientes de que su compromiso es cada vez más arriesgado: de hecho, el número de incidentes en los que se ven implicados se ha más que triplicado desde 2003, con una media de unos 450 trabajadores muertos, heridos o secuestrados cada año.
Veinte años después del atentado contra el Hotel Canal de Bagdad
«¿Cuántas guerras han comenzado a causa de la arrogancia, la indiferencia y la falta de interés por los motivos de los demás?», se preguntaba Sergio Vieira de Mello, Representante Especial de las Naciones Unidas en Irak, entre las 22 víctimas del mortífero atentado contra el Hotel Canal de Bagdad en 2003, que redujo a escombros la sede de la ONU en la capital iraquí. Fue uno de los más mortíferos de la historia de la ONU, la primera vez que una organización humanitaria internacional neutral era blanco de un atentado. Ocurrió el 19 de agosto, de ahí la decisión de hacer coincidir el Día Mundial con una fecha simbólica muy significativa. Una fecha que también marcó un punto de discontinuidad en la acción humanitaria. Veinte años después, llama la atención hasta qué punto aquella atroz acción terrorista no apagó la profunda motivación de los trabajadores, sino que, de alguna manera, la llenó de sentido. Se percibe claramente en los numerosos testimonios de los supervivientes que cuentan cómo viven su misión de resiliencia, de arraigo en el territorio, de pertenencia a la comunidad.
ONU: Es inaceptable reducir la ayuda a millones de personas
Hoy en día, las operaciones humanitarias mundiales llegan a diez veces más personas que hace dos décadas, reza el mensaje del Secretario General de la ONU, António Guterres. Esto supone llevar ayuda vital a 250 millones de personas en 69 países. «A medida que las crisis se multiplican, es inaceptable que los trabajadores humanitarios se vean obligados a reducir la ayuda a millones de personas necesitadas», denuncia, al tiempo que señala que las tensiones geopolíticas han aumentado en las dos últimas décadas, hay un «flagrante desprecio del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos, campañas de desinformación y agresiones deliberadas». El propio humanitarismo», afirma, «está siendo atacado». En este contexto, sin embargo, hay retos que han hecho más fuerte a la comunidad humanitaria mundial, subraya el mensaje del Día. «Los trabajadores humanitarios, que en su mayoría son personal nacional que trabaja en sus propios países, están cada vez más cerca de las personas a las que sirven. Están encontrando nuevas formas de adentrarse más en las regiones asoladas por las catástrofes y más cerca de la primera línea de los conflictos, movidos por un único propósito: salvar y proteger vidas».
Caritas Internationalis: respuestas a crisis complejas y prolongadas
«Nuestro mundo se enfrenta hoy a tres amenazas principales: el aumento de las desigualdades, la multiplicación de los conflictos y la emergencia climática. Los trabajadores humanitarios se ven obligados a responder a emergencias cada vez más complejas y a crisis prolongadas», es el comentario de Alistair Dutton, Secretario General de Caritas Internationalis. «Nuestros trabajadores humanitarios sacrifican cada elemento de sí mismos, su seguridad, para servir a los más vulnerables y asegurarse de que se les garantizan sus derechos humanitarios. Están presentes antes, durante y mucho después de cada catástrofe», afirma la organización en un comunicado. Y precisa: «Las personas a las que servimos no son simples destinatarias de la ayuda humanitaria, sino que están en el centro de nuestra acción», prosigue, subrayando que se tienen en cuenta todas sus necesidades, materiales, sociales, psicológicas y espirituales, desde una perspectiva integral. «En países devastados por la guerra, como Ucrania o Siria, los asistentes humanitarios siguen trabajando incluso cuando sus seres queridos han sido asesinados o secuestrados, o cuando sus hogares han sido destruidos y ellos mismos se encuentran desplazados. Tras el terremoto de Siria y Turquía», informa Dutton, «muchos de los miembros del personal de Cáritas Anatolia se vieron obligados a dormir en sus coches, y sin embargo nunca dejaron de distribuir ayuda». Sin embargo, señala amargamente el secretario, la dedicación choca por desgracia con las muchas y a menudo olvidadas crisis (como en Etiopía, donde más de 20 millones de personas corren el riesgo de morir de hambre), la pobreza extrema y la falta de atención de la comunidad internacional.
ANTONELLA PALERMO
Imagen: Comedor de la escuela gestionada por las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (Don Orione) en la misión de Laare, Kenia.